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Por ANTONIO GARRIDO RUIZ / Lo que se vivió este domingo en el Santiago Bernabéu ha quedado, para la gran mayoría de aficionados a este deporte, como uno de los días más negros en la historia del fútbol español. Y no porque el beneficiado fuera el Real Madrid, porque beneficiados han sido todos los equipos en mayor o menor medida, sino por el contexto. El Almería, un equipo en la UCI futbolística y con respiración asistida, mereció ganar en el Bernabéu, firmar una machada histórica y comenzar el sueño, quién sabe, de remontar y pelear por mantener la categoría. Pero Hernández Maeso (árbitro de campo) y Hernández Hernández (árbitro del VAR), les arrebataron cualquier atisbo de esperanza con hasta cuatro decisiones de revisión de vídeo que cayeron de un lado de la balanza. Y es que lejos de ser acciones flagrantes para revisar, al menos dos de ellas -el gol de Vinicius con la mano y el penalti precedido por una falta clara de Rudiger- fueron claramente en contra de los intereses del Almería. Hernández Hernández, colegiado del colegio canario, ya es reincidente en este tipo de escándalos y cuenta con una amplia lista de desagravios arbitrales, alguno de ellos de gravedad extrema. Paradójicamente, dentro del estamento arbitral está considerado como uno de los mejores colegiados del panorama nacional. Así nos luce el pelo.

Los que mandan suelen vanagloriarse de decir que el arbitraje español es el mejor del mundo. Con actuaciones como las del domingo en Madrid, se antoja como mínimo difícil de creer. Antes, sin el VAR, los colegiados tenían excusa ya que no podían repetir una y otra vez en un monitor las jugadas. Ahora con el VAR las excusas se están acabando. Y el problema no radica solo en el escándalo del Real Madrid – Almería. No hay jornada en la que algún club no lance un comunicado contra unos arbitrajes muy alejados del nivel de la competición. Y lo peor es que no pueden quejarse, pues si se van de la lengua se exponen a sanciones astronómicas. Como si de una dictadura se tratara.

El propio Gonzalo Melero, futbolista del club almeriense, dijo tras el partido ante el Real Madrid que “les habían robado”. Con esas palabras, aún en caliente de un futbolista que vivió in situ un escándalo arbitral sin precedentes, se expone a no jugar prácticamente en lo que queda de segunda vuelta. Encima de cornudo, apaleado, como diría aquel.  “Creo que no se ha podido hacer más desde fuera para meterles en el partido. No hay por donde cogerlo. Lo de hoy sobrepasa todos los límites. Los líneas nos han amenazado y encima pensarán que lo han hecho bien. Me duele mucho, pero la Liga está a años luz de la Premier”, sentenció el centrocampista del Almería. Marc Pubill tampoco se cortó un pelo a pie de campo tras acabar el encuentro. «Alguien ha decidido que no podemos ganar», aseveró.

Ahora, desde el Comité Técnico de Árbitros, han empezado a mostrar los audios de las conversaciones entre el árbitro de campo y los de la sala VAR durante las revisiones de vídeo. Es un paso más para humanizar a un estamento hermético como pocos los hay en la sociedad. El siguiente paso es el de hablar tras los partidos, dar más entrevistas y explicar el porqué de sus decisiones. Pero basta ya de ese proteccionismo extremo hacia los árbitros. No son los protagonistas del juego, pero a veces quieren serlo. Y mientras tanto, todos estos alborotos no hacen más que desprestigiar el nivel de la Liga de Tebas. Una competición que cada jornada que pasa se convierte en una Liga de barra de ‘VAR’.

Foto: Los árbitros, protagonistas del Real Madrid-Almería.

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