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La primera vez que escuche este término fue en clase en la Universidad, sería un término que ya desde entonces ha estado casi siempre en mi día a día. Para el que no esté familiarizado con la terminología significa que los productos se diseñan con una vida útil programada, es decir, no durarán más de “x” años. A diferencia de aquellos productos fabricados a principios del S. XX y que aún funcionan, hoy día un móvil no dura más de dos años… y no es porque no lo cuides bien.

Todo esto viene a colación de la opinión de nuestro excelentísimo regidor, que opina que el modelo de grandes centros comerciales no está agotado en Jaén. Como si nuestra ciudad viviera en una burbuja aislada del planeta, parece insinuar que en Jaén supondrán una nueva panacea, el resurgir de los grandes centros comerciales. Lamento no coincidir en la opinión y los síntomas son evidentes.

De primero la demanda de este tipo de comercio en la ciudad, El Centro Comercial La Loma solo tuvo un boom en sus primeros años, desde entonces se podría decir que sobrevive, a tenor del ir y venir de tiendas que abren y cierran en el mismo.

La demanda de este tipo de comercio se ha suplido con los centros comerciales y de ocio de Córdoba y Granada que han absorbido mucho de esa demanda, incluso hasta de Málaga.

Este tipo de opinión tan ligera, y la simple observación del “plan” de (semi)peatonalización del centro nos da una idea de que el proyecto de ciudad, si es que existe, nace totalmente anticuado. La ciudad ha aprobado un PGOU inútil, con inverosímiles crecimientos y basando su estructura y movilidad en avenidas comerciales aún por crear y que en menos de 20 años serán dignas de un museo.

¿Y cómo sabemos esto? Simple, los nuevos modelos de negocio que surgen de la aplicación de las nuevas tecnologías hacen que la gente ya no quiera desplazarse a los centros comerciales a llenar sus coches con bolsas, quieren manejar una gran variedad de ofertas, precios, y modelos a un solo click, con la comodidad de no moverse de su silla, o simplemente usando el móvil. Esto denota la necesidad de facilitar las cargas y descargas y fórmulas de reparto a domicilio, así como ser capaces de ser visionarios y anticiparnos a la evolución de las nuevas tecnologías y formas de comercio. Pero en una ciudad que decide mantener los tornos en los autobuses urbanos a pesar de que van a contar con canceladoras de última generación, ¿qué podemos esperar?

Un plan para peatonalizar el centro debe tener unos objetivos a medio y largo plazo, así como planes de contingencia por si suceden cambios que obliguen a replantearlo. Un plan basado en “lo hacemos, y si no funciona… ya probaremos otra cosa” no inspira mucha confianza. (Esta frase me la dijeron directamente en una mesa redonda sobre la susodicha peatonalización). 

Jaén es una ciudad en manos de mentes antiguas, estancadas en los años 80, que no entienden el pulso de una sociedad del S. XXI que pide a gritos que la Administración Pública se ponga a su altura y le dé soluciones actuales. Cada día que pasa, la distancia de esta ciudad entre sociedad y administración es más grande. Cada día que pasa, nuestra ciudad avanza más hacia un futuro que ya sabemos muerto, obsoleto y fracasado. Avanzamos hacia un matadero comercial/empresarial con la resignación del ganado. Jaén parece esa ciudad que, perdida en una isla desierta e incomunicada, apuesta febrilmente por el fax.

 

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