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Carlos Serrano

No es el primero, ni será el último, de los comercios tradicionales que han bajado la persiana. Ni en esta ciudad, ni en cualquier otra. Lo cierto es que en el mes de febrero conocíamos la noticia del cierre “por jubilación” de una tienda emblemática de Jaén, “La Pilarica”, en La Carrera.

Un comercio que ha formado parte de nuestras vidas. De esos que generaciones de jiennenses han conocido, sin plantearse probablemente que tarde o temprano llegaría ese día aciago en que no volvería a abrir su puerta.

No era su fachada de longitud extremada; tampoco era una fachada especialmente significativa, más allá de conservar esa imagen tradicional que en su día sería ejemplo de modernidad y el paso del tiempo le otorgó solera. Una puerta, dos escaparates a media altura a cada lado de la puerta, el rótulo horizontal y aquel toldo con la inscripción mágica anunciando caramelos y juguetes.

Lo cierto es que durante su casi un siglo de existencia ese pequeño comercio atestiguaba los sueños de niños y niñas, llantos y sonrisas, y ese sentimiento de satisfacción de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías…, de cualquier adulto al hacer realidad aquel alcanzable anhelo de los más pequeños. Porque “La Pilarica” no solo era un comercio, era una fábrica de sueños y deseos.

Cuentan que comenzó como tienda de ultramarinos, otra expresión vestigio de una época pasada que por sí sola invitaba a hacer volar la mente más allá del mar. Y acabó siendo una tienda de “chuches”.

No sé cuántas veces me llevarían a “La Pilarica” y mucho menos cuándo fui lo suficientemente mayor para ir yo solo. Pero siempre recordaré cuando me llevaba mi abuela materna, luego lo haría también la paterna, cumplidos ya 6 años. Íbamos a comprar café y mientras lo molían mi abuela me dejaba pensar, más bien decidir, qué le iba a pedir que me comprara ese día, golosina o pequeño juguete.

Cuando hablamos de memoria siempre recurrimos a imágenes, hechos o palabras de un tiempo pasado y con frecuencia olvidamos que hay también una memoria de los olores. Me encanta el olor del café recién hecho, pero sobre todo me gusta el olor del café recién molido. Era el olor de “La Pilarica”. Y el de la cocina de la casa de mi abuela; cuando nos dejaba girar la rueda lateral, con un pequeño pomo de madera, de aquel molinillo de hierro, que entonces me parecía enorme y muy pesado, para abrir después el pequeño cajón también de madera de su base, donde en lugar de los granos introducidos por la embocadura aparecía ahora aquel polvo parduzco y oloroso que era el café molido.

Al anunciarse el cierre de “La Pilarica” evocaba aquellos indios, vaqueros o soldaditos de plástico, los coches de hierro, las monedas, cigarrillos o paraguas de chocolate, la brea roja, los sugus, las figuras con bolitas de anís o aquel paracaídas, con paracaidista incluido, cuyas cuerdas siempre acababan por enredarse. Y también recuperaba la memoria olfativa.

Cierre de comercios

Por desgracia, “La Pilarica” no es una excepción al cierre de comercios, sean tradicionales o no. Según el censo¹ de Comercio Jaén correspondiente al mes de marzo de 2019, realizado por la Asociación de Comerciantes y Centro Comercial Abierto (CCA) Las Palmeras, en las 51 calles de su ámbito geográfico existían 864 locales comerciales (comercios, negocios de hostelería, entidades financieras, organismos públicos y otros), de los que 636 tenían actividad empresarial y 365 eran comercios. Es decir, se contabilizaban 228 locales cerrados.

Un cierre que también reflejan los indicadores² de desarrollo de la capital jiennense, recogidos en el II Plan Estratégico de la Provincia de Jaén, cuyos datos desvelan que entre 2016 y 2018 cerraron casi un centenar de comercios, aunque en 2018 hubo una leve recuperación con respecto a 2017 al abrir sus puertas 54 nuevos negocios.

Lo cierto es que a día de hoy se siguen produciendo cierres y las perspectivas no son optimistas por las previsibles consecuencias socioeconómicas negativas derivadas de la pandemia global originada por el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19).

Estos comercios son señas de identidad de las ciudades. Y aunque en otras ciudades haya establecimientos parecidos, para cada una de ellas son únicos. No solo por lo que aportan hoy frente a la homogeneización estética y la desnaturalización (podemos denominarla así) propiciada por las franquicias, bancos o las grandes cadenas comerciales, sino porque pertenecen a la historia de cada ciudad. Eran parte de nuestras vidas, de modo que al bajar el cierre se llevan una parte de nosotros. Para unos es el progreso. Para otros, una despedida; una pérdida de lo cotidiano sin renunciar a la memoria.

¹ Datos confirmados por Francisco Marín, presidente de Muy Jaén, Asociación de Comerciantes del Centro de Jaén.

http://www.comerciojaen.com/situacion-alarmante-por-el-cierre-de-comercios-en-el-centro-de-jaen/

² Datos facilitados por Inmaculada Herrador, directora del II Plan Estratégico de la provincia de Jaén y de la Oficina Técnica de la Fundación «Estrategias”.

https://www.planestrajaen.org/?fbclid=IwAR15egKEOUyukhj0gj8cxF9phKdKR2KfctH9d8BofLV8x7YG8lRsSYkqwgo

Ilustración: “La Pilarica”, acuarela, 30×40 cm. Obra de Pedro Pablo Garrido.

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