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En momentos como los actuales, en los que la figura de la Universidad española presenta fallos inquietantes en el control de la calidad científica de cursos, másteres y otras variables, es un buen momento para resaltar que estos errores no son la tónica general y que encontramos ejemplos que dignifican a la institución.

Podríamos citar muchos nombres de universitarios ilustres, pero hoy deseo dedicar estas  líneas a nuestro amigo y compañero Eduardo Araque Jiménez, que nos ha dejado casi sin avisar, con esa discreción que le caracterizaba y que fue también el modelo que utilizó para su partida.

En efecto, cuando a la excelencia académica se le une la excelencia humana es esta última la que asume el perfil, puesto que tiñe de hidalguía y belleza la personalidad de quien es capaz de encarnarla. Esto es lo que pintaba a Eduardo de pies a cabeza.

En ese trípode, en el que se basa la actividad del profesorado universitario que es la docencia, la investigación y la gestión, nuestro compañero como excelente docente, destacaba por el respeto y el cariño que sentía hacia él su alumnado, como pudo corroborarse en su sepelio con la presencia masiva de alumnos y alumnas desconsolados. En la investigación fue una figura señera en temas relacionados con la política agrícola, con publicaciones de impacto y citadas en ámbitos académicos nacionales e internacionales. Fue un pionero en los estudios relacionados con los incendios forestales y en las transformaciones territoriales que afectaron y siguen afectando al medio rural. Finalmente, en la gestión universitaria, Eduardo como Vicerrector de la Universidad de Jaén marcó las pautas de una institución que nacía y necesitaba cubrir su espacio entre las universidades andaluzas.

Tomé contacto con Eduardo a mi llegada a la todavía Escuela Universitaria dependiente de la Universidad de Granada hace más de 25 años. Desde el primer momento congeniamos, por su carácter dinámico y crítico y su verbo claro y sin tapujos. Cuando me otorgaron la Cátedra Jean Monnet de “Instituciones de Derecho Comunitario”, hoy Unión Europea, fue uno de los primeros colaboradores de la Cátedra con un Módulo específico dedicado a la Política Agrícola Común. Desde entonces, permaneció infatigable durante todos y cada uno de los años en los que, con la profesora Mª del Carmen Muñoz Rodríguez, fuimos sacando adelante los Cursos de Europa, ininterrumpidos en veinte años de actividad y militancia europeísta, y que compartimos también con el Módulo de Economía Europea a cargo de Antonio Martín Mesa.

En las charlas que mantuvimos y que fueron muchas, hablábamos de los vericuetos de la política comunitaria europea y de la necesidad de levantar el nivel académico de nuestra universidad. Un ejemplo de ello ha sido el Grupo de investigación “Territorio y Política Regional”, que pone en marcha en la década de los años noventa como un referente de excelencia académica, en el que logra aglutinar  a un núcleo de magníficos investigadores con los que ha conformado “Escuela” y por medio de la cual sus enseñanzas y magisterio seguirán vivos en la Universidad de Jaén y sin duda en la española.

En aquellos años en los que la Universidad de Jaén estaba naciendo, su primer Rector, Luis Parras Guijosa, realizó el esfuerzo encomiable de sentar las bases de la que hoy es una de las mejores universidades andaluzas y que, a pesar de sus sólo veinticinco años de existencia, logra competir con otras universidades centenarias de la comunidad autónoma. Durante el periodo de Luis Parras pudimos compartir con Eduardo la experiencia de llevar a cabo la función de vicerrectores. No eran tiempos fáciles, puesto que había que abrir y cubrir un espacio en el ámbito universitario y el rector nos indicaba la necesidad de ser competitivos. Hablamos mucho, debatimos mucho, sobre todo aprendí mucho de su espíritu analítico y crítico que me permitía profundizar en lo que debe y no debe ser la universidad.

Pero no obstante y ante su innegable excelencia académica, confirmada por su trayectoria vital, deseo destacar su excelencia humana. No olvidemos su compromiso con Jaén, que no sólo se encarnó en la vida universitaria, sino también en su ingente actividad social como concejal del PSOE en la década de los años noventa.

Eduardo Araque Jiménez, catedrático de Análisis Geográfico Regional, director del Departamento de Antropología, Geografía e Historia de la Universidad de Jaén, excelente esposo, magnífico padre, inigualable amigo, gran compañero, ejemplo de universitario.

Querido Eduardo, descansa en paz y que la tierra te sea leve.

 

Foto: De izquierda a derecha Eduardo Araque Jiménez, Juan Manuel de Faramiñán Gilvert, Antonio Martín Mesa y María del Carmen Muñoz Rodríguez.

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