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Cada comienzo de año, nuestras mentes inocentes se llenan de nuevos propósitos. Algunos de ellos personales, otros colectivos. Deseos a los que el nuevo calendario, nos invita a dedicar esfuerzo.

Este 2022, amén de dieta, gimnasio y lecturas obligadas, la mente del jiennense se alzaba hacia objetivos comunes que, de manidos, suenan ya como sermones automatizados en nuestro cerebro.

Sorprendentemente el comienzo de año nos ha traído como acicate, las desafortunadas declaraciones de un ministro que por perseverante en sus meteduras de patas, debería recibir algún premio.

Aparecía Garzón en “The guardian» invitándonos a descubrir un concepto inexistente, “macrogranja», que si bien no solo no existe por su etimología, tampoco lo hace por definición, ya que no se establecen parámetros para definir lo que las pocas neuronas ministeriales, quieren transmitir al pueblo.

Poco o nada sabe este personaje de las Autorizaciones Ambientales Integradas, ni de las MTD (Mejores Técnicas Disponibles), ni de la andaluza Ley GICA, ni por supuesto, de las normativas europeas que garantizan la máxima calidad y salubridad en las carnes, no sólo españolas, sino alemanas, italianas….Lo que viene siendo homogeneizar criterios en suelo europeo. De tal forma que con sus vanas e irreales acusaciones, este “señor» cuestiona las políticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, vomita contra la normativa europea, y pone en tela de juicio las labores de los diferentes servicios de inspección a los que se someten las explotaciones ganaderas. Lo que viene siendo un pleno a la estupidez. En nuestra provincia, la ganadería supone pan para miles de familias, y si bien el modelo intensivo es el más extendido, es del todo erróneo suponerle, con premeditación, alevosía, y alto grado de estulticia, criterios que incumplen normativas. En su afán por agradar a animalistas y vegetarianos, este señor perjudica gravemente al mundo rural, ya de por sí agonizante por carencia de gestión política.

La siguiente estocada al ánimo guerrero de los jiennenses, viene dada por la PAC. Levantose brava Jaén, con el paro de sus almazaras, para denunciar que el sector, va a perder un tercio de ayudas en 2023. Una pérdida que será progresiva hasta 2029. Desaparece el pago verde, y se convierte en eco esquemas, que no alcanzan a cubrir ni el 50% del anterior. La convergencia regional se traduce en que un señor con grandes costes de producción, va a tener que ceder sus ayudas, en favor de uno con menos gastos de producción. Economía comunista en estado puro, que se va a traducir en insostenibilidad de muchas plantaciones olivareras, por no poder asumir gastos.

Y el ejecutivo desoye las demandas del mundo rural, mientras niega la despoblación evidente en tierras como la nuestra. Sí señores, porque aunque el concepto de España vaciada no ofrezca confianza, la realidad es que nuestra provincia olvidada, sin infraestructuras, sin industria, y con su único medio de sustento enfocado en ganadería y agricultura, siendo atacado por ministrillos y políticas agrarias no individualizadas, se muere.

Así que en un alarde de esperanza y positivismo, mi único deseo para este año es, que la luz divina de la sabiduría, despierte la mente de los jaeneros. Que sepamos decir basta ante tanta mediocridad política. Que levantemos la voz por los nuestros y lo nuestro. Todo es poco para evitar que nuestros hijos tomen el camino de la emigración obligada. No olvidemos que la más eficaz de las manifestaciones, es una urna. Ya está bien.

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