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Sí, señores, a ustedes, a los que se creen descendientes directos de un linaje con poder casi divino. A ustedes, los que se creen en posesión de un estatus muy superior al del resto de los mortales. A ustedes, que siguen creyendo que con su sola voluntad doblegan y dirigen los designios de los que consideran plebeyos. Que creen que por sus venas corre una sangre tan especial que temen el contacto directo con el populacho al que denostan a sus espaldas, no vaya a ser que les contagien algo malo…

Ustedes no comprenden que la Política no es solo suya. Ustedes no se enteran de lo grande que les queda ese noble arte que han convertido en un simple oficio para poder sufragar sus caprichos… Se aferran con uñas y dientes a lo poco que les queda. Se agarran a un clavo ardiendo para no perder algo que realmente no les pertenece.

¿Quiénes son ustedes para difamar, quiénes son ustedes para humillar, quiénes son ustedes para vetar la entrada en Política a nadie?

Perdón…, lo olvidaba… Son los dueños del cortijo… Un cortijo desvencijado y declarado en ruina, pero, al fin y al cabo, un cortijo.

No se engañen. Se pueden quedar con su cortijo ruinoso, no creo que le interese a nadie morarlo; no cumple con las condiciones mínimas de salubridad, ni de seguridad, ni habitabilidad…

Por cierto, si desde sus «cómodas sillas prestadas» ven que hay gente en la puerta les aseguro que su intención no es la de entrar para tomar asiento en el primer sillón que se les ofrezca. Es cierto que esa gente de la puerta quiere entrar a su cortijo, pero para rehabilitarlo, limpiarlo y dotarlo de unas condiciones mínimas; para abrir puertas y ventanas, para ventilarlo y que entre el aire que, desde hace años, ustedes,  los dueños, no han permitido renovar.

Esa gente no tiene más medios que sus principios; no tiene radios, no tiene televisiones, no tienen periódicos… Pero, señores dueños del cortijo, les puedo asegurar que los principios llegan más lejos que cualquier onda, que cualquier señal y que cualquier hoja…

Se pueden poner puertas a sus cortijos, pero no se pueden poner puertas al campo. Así que, señores dueños del cortijo, no se molesten en cerrar muchas de esas puertas, porque siempre quedará algún hueco al descubierto…

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