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Hoy hace seis años que la Junta de Andalucía firmó en la ciudad de las minas el Plan Linares Futuro que seis años después ha sido el engaño del siglo, una afrenta más que se suma al largo camino recorrido desde que empezó a estallar la crisis de Santana Motor, y algo ha llovido. Es normal que el pueblo esté desmoralizado. Hablo con muchos amigos de Linares y se detecta en el ambiente una honda preocupación por la falta de perspectivas industriales en una plaza que lo fue todo. El penúltimo episodio ha sido el abandono definitivo de proyectos de expansión de empresas, pero sobre todo, a la deficiente cobertura que la Junta de Andalucía ha ofrecido a las empresas interesadas en invertir en Linares. Una última empresa tenía el proyecto de ampliar, invertir y crear puestos de trabajo en la población linarense y no encontraron para ello los apoyos necesarios.

De Linares bien se puede decir que “entre todos la mataron y ella sola se murió”, que es una gran evidencia. Los propios extrabajadores, sufridores en primera instancia de todo un drama, han sido los primeros en reconocer que el Plan Linares Futuro ha sido un gran fracaso, por muchos paños calientes que se quieran aplicar al respecto para dar explicaciones poco o nada convincentes. Los políticos que se acercaron a esta realidad se quemaron, especialmente los jienenses Zarrías, Vallejo y Ávila, con algunos otros más, todos acabaron sin hacer la tarea, con una sensación de descalabro brutal. Y lo peor, ninguno está para contarlo. 

Hace poco me encontré al alcalde de Linares, Juan Fernández, un político un tanto singular porque tiene demostrado desde que está en el cargo, y ya son unos cuantos años, que le importa más la ciudad que le vota y en la que tiene que dar la cara todos los días, que los dirigentes de su partido, que van dilatando soluciones a los graves problemas que se han enquistado.

El panorama en el que se ha ido convirtiendo Santana Motor y su envenenada herencia, sigue siendo el gran drama y al tiempo la gran decepción para Linares, que nunca debió consentir la política de la Junta del pan para hoy y hambre para mañana. En su momento, como algunas voces pedían, debió cortarse por lo sano y a partir de ahí empezar a crear nuevo tejido industrial en lugar de ir poniendo parches y componendas, inyectando dinero a diestro y siniestro, con una hoja de ruta que se ha manifestado errónea, con unos políticos que estaban más por lo inmediato que por lo eficaz, con una serie de promesas que se ha llevado el viento, en definitiva, con una gran cantidad de dinero gastada con lo que mejor hubiera sido empezar de cero porque habría dado para edificar un proyecto sólido en lugar de llegar al día de hoy con una situación desesperada, con los compromisos sin atender y una ciudad quemada por tanta espera inútil.

Juan Fernández habla claro a los suyos, de hecho en una ocasión no muy lejana, pude comprobar que se lamentaba, y con razón, de que ante situaciones tan explícitas como la que vive Linares, la presidenta de la Junta no haya tenido el coraje y la valentía de coger el toro por los cuernos “in situ”, en lugar de estar pendiente de su traslado a Madrid, como se quejaba el alcalde de Linares, su compañero para más señas.

Andalucía es muy grande y los problemas por desgracia no faltan. En la provincia de Jaén, sin ir más lejos, tenemos algunos de ellos, pero Linares merece y necesita que se cierre ya una crisis con la que el tejido industrial de la ciudad se ha ido desangrando, por una mala administración empresarial primero, y después por una pésima gestión política que han terminado de hundir todas las expectativas, aparte de despilfarrar, digo bien, un puñado de millones con los que la Junta ha echado en cara durante años que la cuota provincial estaba más que servida.

 

 Foto: Imagen de una de las manifestaciones masivas celebradas en Linares (Recogida de El País)

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