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Por ANTONIO GARRIDO / Hoy se ha celebrado el Día de la Mujer, y en torno a ella se desarrollan diferentes actos por toda la geografía provincial, empezando por las instituciones como Diputación, ayuntamientos o la Universidad, que han cuidado esta cita, lo mismo que diferentes colectivos, la mayor parte de ellos integrados en la Comisión por la Igualdad y contra la Violencia de Género de Jaén o en “Feministas 8M Jaén”, una división que está servida y a la carta, las cosas son así, y no es algo que ocurra en Jaén, sino en toda España, con lo que las mujeres, y también los hombres, han podido elegir. Parece mentira que en lo esencial deben estar de acuerdo, pero optan por movilizarse en el mismo día, a distintas horas, es decir, juntas pero no revueltas. 

De entre los problemas que afectan a la mujer, y que estos días se ponen sobre la mesa, sigue estando muy presente la escalofriante realidad de la estadística sobre malos tratos, una lacra que se va haciendo vieja y que es un drama irrefutable, por mucho que políticamente se haya producido una seria controversia que no se asienta más que en conceptos vagos, no en la estadística y en la realidad. Basta conocer los datos que con frecuencia facilita el Instituto Andaluz de la Mujer, referidos a toda la comunidad pero específicamente en el caso de Jaén, para constatar que seguimos estando ante un problema muy grave y que lejos de disminuir tiende a aumentar, aunque lo llamativo sean los casos en los que existen víctimas mortales, que también los hemos padecido, como el reciente y dramático de Alcalá la Real. Pero el año pasado el IAM atendía en la provincia a miles de mujeres, tanto directamente en el Centro Provincial de la Mujer como en los centros municipales existentes, en tanto que en el teléfono de atención a las mujeres se atendieron infinidad de consultas sobre violencia de género. Digan ustedes si estamos o no ante un problema y grave.

Por lo demás la crisis económica y social tan devastadora a causa de la pandemia que cumple dos años y que en algunos casos mantiene sus lamentables consecuencias, ha arrollado a su paso y con gran virulencia, no algunas sino muchas de las conquistas a favor de la igualdad real, que tanto tiempo y esfuerzo costaron conseguir y que tienen sus principales evidencias en más mujeres en desempleo, como estamos advirtiendo en nuestra misma ciudad y provincia, la brecha salarial, con menores salarios o más precariedad, sin olvidarnos de que son igualmente víctimas directas de la especial incidencia de la situación y de los recortes en algunos ámbitos laborales, o situaciones que no se corrigen como las del techo de cristal que a veces parece de cemento, los problemas en el ámbito de la conciliación laboral y familiar, los frecuentes casos de acoso, etc., todos los cuales conforman un escenario que expresa muy a las claras que se han ido relajando en la sociedad logros que durante años se fueron forjando, y sobre los que nos parece que se ha producido un retroceso que resulta inaceptable.

Desde este punto de vista entiendo perfectamente la mayor parte de las reivindicaciones feministas (feminismo: principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre), tanto de quienes han decidido acudir a las manifestaciones, como quienes usando de su libertad han optado por otras maneras de celebrar la jornada. Todas las posiciones son respetables y también que los grupos políticos se posicionen de cualquier lado porque hay asuntos que conciernen a la globalidad, a todas las mujeres, cualquiera que sea su ideología y su perspectiva de género, en cambio hay planteamientos específicos que grupos concretos defienden y tienen todo el derecho a hacerlo. Lo que me parece absurdo es enzarzarse en una confrontación entre las diferentes posturas, por un lado porque son legítimas y porque con esta actitud se le hace un flaco favor a los intereses generales de las mujeres que lo que pretenden, básicamente, es hacer presente su visibilidad y que se enteren de una vez los que aún no lo han hecho.

Modestamente lo que reivindico desde aquí es que los poderes públicos sean más exigentes y que las leyes que existen para favorecer la igualdad real se cumplan a rajatabla sin excusa ni pretexto. En Jaén, donde todos estos problemas objetivamente están muy amplificados, tenemos que pelear todas y todos porque las leyes y la inercia no sean un duro castigo para nuestras mujeres.

Foto: La fachada del Ayuntamiento, iluminada de morado, en el Día de la Mujer.

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