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IV.-Abandono: Jaén versus políticos

La objetiva realidad de la provincia de Jaén es que no le ha ido bien con su clase política. Ésta es una de las claves, históricas, como casi todo, del victimismo jienense que es un invento de la propia política, que prefiere la complacencia a la crítica. Tanta exteriorización del agrado de la masa social con todos los regímenes, antes de Franco, con el régimen del caudillo, con los gobiernos democráticos de UCD, con Felipe González, con José María Aznar, y es de suponer que ahora con Rodríguez Zapatero, ha marcado a nuestra tierra desde el punto de vista de un evidente divorcio entre los intereses generales y los de los políticos que antes y ahora hemos elegido. Jaén versus políticos es otra espina clavada en el corazón mismo de una relación de abandono y de olvido. Y claro,  así nos fue y así nos va.

Parece obvio señalar que las firmes aseveraciones que hacemos no son incompatibles con el respeto por la dignidad de la actividad política, más aún en el marco de la democracia, donde la última palabra es de los ciudadanos. Son los propios políticos los que han de ganarse el crédito por lo que hacen, y aunque la generalización derive a veces en injusticia, es un referente de arraigado sentir, si bien la dura crítica se convierte al fin en extraña y resignada adhesión votante.

¿Tiene Jaén, pues, lo que se merece? No queremos creerlo, entre otras razones porque el planteamiento es demasiado simplista. Lo que sí se puede afirmar con cierta rotundidad es que los políticos, por lo general, no estuvieron casi nunca a la altura de las circunstancias.

En los últimos años se nos ha querido hacer comulgar con ruedas de molino en el sentido de que la perversión  estaba quizá en los diferentes colores de los gobiernos, pero la suerte y el desamparo no han sido distintos con los de una misma adscripción. Uno de los graves problemas agudos es que nos tragamos lo que nos echen con una facilidad asombrosa y sabedores de ello, los políticos, campan a sus anchas y venden sus mercancías con la mayor tranquilidad y descaro, carentes del más mínimo pudor.

Y es que una provincia tan necesitada no debería tener, y mantener, a algunos políticos tan irresponsables en tanto que se han ido perpetuando los temas pendientes. No se nos olvide que seguimos en la cola de las provincias por datos estadísticos objetivos y que sólo obras son amores… 

Se les suben los colores

Podemos descender a hechos concretos para ilustrarnos. Un caso muy popularizado, el de la vieja cárcel, es indicativo de las perversidades de la política y de la indigestión, incomprensible, que acompaña a proyectos que se pretenden impulsar. Hay razones justificadísimas para que algunos se fueran o los echaran, así, sin paliativos. Y todavía tenemos que asistir a esperpénticas puestas en escena de responsables políticos que seguramente porque se les suben de vez en cuando los colores a la cara tratan de dar al pueblo una especie de tranquilizante para evitar que abandonemos nuestra para ellos cómoda postura de dejar hacer, dejar pasar.

Es absolutamente triste comprobar cómo no hay una postura común para que la Universidad exija financiación suficiente y no se vea obligada a mendigar. Lo es igualmente que no haya el mínimo consenso en materia de infraestructuras, en especial comunicaciones fluidas, carreteras decentes y trenes de este siglo. En el Plan Estratégico de la Provincia, que es buen trabajo de diagnosis, ya está claro que no todos cumplen por igual por lo que sería bueno ir señalando con el dedo acusador expresamente a los que se apuntan a todos los proyectos, porque quieren estar en todos los guisos y en todas las fotos, y a la hora de la verdad no son capaces de poner un euro a favor del empeño. ¿Quién es capaz de liderar esta salida del letargo? Se aceptan voluntarios para frenar que las luchas por el poder sigan derivando, como hasta ahora, en consecuencias dañinas y quién sabe si irreversibles.

 La capital

El caso de la capital es especialmente sangrante y muy representativo del “quítate tú que me pongo yo” que todo el mundo entiende. Los problemas internos de los partidos se han trasladado a la instancia municipal, y, con frecuencia, las decisiones de una asamblea de cincuenta, de cien o de cuatrocientos afiliados, es igual, han tratado de prevalecer sobre los intereses de más de cien mil habitantes.

Cuando hay gestión no hay cabeza, y cuando hay cabeza no hay gestión, así es que los avances se empequeñecen por la forma de entender la política y de practicarla en el día a día tanto por quienes gobiernan como por los que hacen una oposición floja y tórpida. Algunos que deberían haber aprendido con el paso de los años siquiera las cuatro reglas de cómo actuar con cierta coherencia desde el Ayuntamiento –ojo, y no sólo desde él-, para nuestra sorpresa, pasaron y pasarán sin pena ni gloria.

Todos los alcaldes de la democracia han salido por la puerta de atrás, siempre ha podido más el aparato de los partidos, con Emilio Arroyo, con José María de la Torre, con Alfonso Sánchez, eso por ahora y la racha parece con voluntad de continuar, da igual el color político, y lo que flaquea con bastante frecuencia es la memoria histórica y no digamos ya la coherencia política que eso es pedir demasiado. Mientras tanto ahí están la nómina de proyectos (suficientemente conocidos por todos y que no vamos a enumerar de nuevo) esperando que alguna vez puedan llegar a coincidir los intereses de partidos y de las administraciones que gobiernan, es decir, de las disputas internas, hoy con plena vigencia entre las dos principales formaciones que rivalizan a ver quién ofrece un espectáculo más deprimente. Fuera, los ciudadanos, desamparados e indefensos, empìezan a hartarse, aunque lo disimulan/disimulamos bien, pero a cambio la política, como tarea noble, se encuentra bastante denostada.

En resumen es evidente que las ciudadanas y ciudadanos de Jaén capital tienen motivos acumulados para sentir decepción de la mayor parte de sus representantes en la cosa pública, por acción o por omisión. En el conjunto de la provincia el panorama no es muy diferente. Hay dramas que deberían ser inaceptables en el siglo XXI, que siguen reflejando los estudios y estadísticas, y que constituyen bofetadas sociales a Jaén y a su clase dirigente, donde alguna vez se han creado inútiles observatorios para ¿combatir? estados de indignidad impropios de esta época.

¿Qué confrontación?

¡Qué quieren que les diga! Alguna vez hemos reflejado, por ejemplo, que la autovía Bailén-Granada se hizo por la presión de los políticos y de la sociedad granadina, para nada de la provincia de Jaén. Y que el Gobierno de Felipe González con el ‘paracaidista’ Miguel Boyer, -las paradojas de la vida-, nos hizo pagar caro, a precio de oro, la intervención de las organizaciones cooperativas con UTECO a la cabeza. Y así hemos seguido, siempre a la zaga, en la creencia generalizada de que a esta circunscripción se le podía tratar con los argumentos más peregrinos. Lo saben muy bien todos los gobiernos, ellos mejor que nadie.

Incluso la confrontación ha venido a ser otra mentira, otra válvula de escape, y van…para salirnos todos por los cerros de Úbeda y como en Jaén somos así, que nos da igual o lo parece, ocho que ochenta, aceptemos los mensajes repetitivos que es tanto como admitir que nos tomen el pelo. Por todo lo dicho entenderán que no estamos para pedir ¡que llenen! y ponernos a brindar para que todo siga igual o peor. Sobre este pecado capital lo que cabe decir es, con claridad, que o los políticos se espabilan o a los políticos de una vez por todas les tendríamos que espabilar. Moraleja: en Jaén hay siestas que duran siglos.

 

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