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El ocaso del virrey

 

Posiblemente en la historia política de la autonomía andaluza sea difícil encontrar personajes de mayor poder que el del jienense Gaspar Zarrías Arévalo, especialmente en la larga etapa como consejero de Presidencia de la Junta al lado de un Manuel Chaves cómodo dejando en manos del hábil político las mayores responsabilidades de la gobernabilidad. Así, el personaje nacido en Madrid, hijo del histórico militante socialista Juan Zarrías, y del que se dice que pudo ser jugador del Atlético de Madrid en tiempos de Vicente Calderón, si una lesión de tibia y peroné no se cruza en su camino, consiguió su primera acta de diputado con 27 años (ahora tiene 60) y desde entonces no ha parado de ostentar cargos de representación orgánica e institucional. Fue secretario provincial del PSOE desde 1994 a 2010, en que dejó el cargo en manos de su ahijado político, Francisco Reyes. Para hacer justicia a Zarrías, apodado el virrey, hay que dejar constancia de que no ha sido un político al uso, hizo durante muchos años lo que otros hubieran querido imitar y no han podido o no han sabido, patearse la provincia, estar en contacto con alcaldes y agrupaciones, llamar a la gente por su nombre, todo lo que llama la atención en un líder. Sus rivales le tenían manía por su manera de multiplicarse semana tras semana en jornadas agotadoras que iniciaba con los célebres viernes de Zarrías, que quedaron para la historia.

Los últimos años han hecho olvidar aquellos días de vino y rosas, la etapa de Griñán empezó a marcar su declive y el partido le buscó pasaporte para Madrid donde acaba de renunciar a su acta de diputado, señalado por la implacable jueza Alaya en un proceso en el que está por decirse la última palabra. Personaje crucial en la vida de Jaén durante más de treinta años, para nadie resulta indiferente, tiene aún muchos adeptos, aunque otros han aprovechado el ocaso para marcar la retirada, y cuenta con una legión de enemigos feroces que lo consideran el principal ideólogo de la leyenda negra del socialismo andaluz, desde la espectacular trama de los ERE hasta cualquiera de los casos de corrupción, nepotismo o tráfico de influencias. A su manera Zarrías quiere a Jaén, el principal reproche que se le hace es que en tantos años ha habido mucha política, sí, pero Jaén no ha levantado el vuelo. Los políticos, él y otros como él, no se pueden ir de rositas.

 

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