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Castillo de Canena, más que una marca

La llegada de la familia Vañó al mundo del aceite de oliva hace alrededor de diez años ha sido providencial para el revulsivo que necesitaba este sector desde hace tiempo. El excesivo conservadurismo, entre otras razones, ha lastrado desde siempre la posibilidad de hacer más rentable esta riqueza jienense. La compañía familiar Vañó, que tiene su origen en el año 1780, y de la que es director general Francisco Vañó Cañadas, ha sido pionera en lograr aceites de calidad con la marca Castillo de Canena, que ha logrado un puesto de privilegio entre los mejores aceites del mundo, gracias a su clara voluntad exportadora. Su objetivo se ha visto superado con creces, una decidida apuesta por la calidad y la estrategia de llegar a mercados tan atractivos desde el punto de vista comercial como Estados Unidos e Iberoamérica. Desde la casa familiar en el propio Castillo de la localidad de Canena, una bellísima construcción de estilo renacentista, se han abierto al mundo y han hecho más por el aceite de oliva de Jaén que otros durante siglos.

Francisco Vañó junto al resto de su familia se han integrado plenamente en la sociedad jienense, especialmente en el mundillo relacionado con el aceite de oliva, como apóstol incansable de la excelencia para nuestro oro líquido al que han situado como un verdadero producto gourmet. Es un convencido del concepto de la responsabilidad social, es decir, una empresa es algo más que una máquina de crear riqueza y obtener beneficios. Por eso han emprendido iniciativas como la creación junto a la Universidad del Premio de Investigación Luis Vañó sobre el olivar y el desarrollo agroalimentario. En un mundo tan globalizado y tan competitivo son imprescindibles empresas de este tipo que empiezan a abrirse paso en Jaén, bien es cierto que muy lentamente. Castillo de Canena, que ha innovado en todo, hasta en el diseño de las etiquetas, y para el primer aceite de cosecha ha comprometido a personajes famosos (Ponce, Pau Gasol, Alejandro Sanz, Roberto Verino, etc), ha reivindicado como pocos el papel de privilegio para el aceite de oliva, recordándonos el origen de esta riqueza tan ligada a la identidad de Jaén, a la naturaleza y a la tierra, como es el olivo, ese árbol humanizado que siempre mira al cielo con ilusión y esperanza y que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.

  

 

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