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Cualquier persona ducha en el arte del Flamenco habrá reconocido en el título la presencia de dos de los más de cincuenta “palos” que existen. Y se habrá percatado de que los dos que aparecen son esencialmente opuestos entre sí.

Las alegrías son, como su propio nombre indica, cantos optimistas, a la vida, al amor… Es el típico cante flamenco ligero, amable, que invita al disfrute. Sin embargo, la seguiriya es el más triste de todos los “palos”. El cante “jondo” por excelencia. El más dramático, oscuro, sombrío… Pues ese ha sido el íter de una historia que nació como la más bella de las alegrías y que terminó siendo la más triste de las seguiriyas.

Tir ITI tran, tran, tran… Este es el comienzo. Un compás animoso, un principio con una pinta prometedora, fruto de la demanda social que había clamado justicia para una provincia que se merece todo. La recompensa a un gran esfuerzo de años. Una letra asociada al progreso, a la esperanza, al futuro… Pero esa ITI, del tir ITI, tran, tran, tran, pronto se tornó en decepción. En desilusión. Las risas y se volvieron “quejíos”, y la luz, sombra.

La seguiriya profunda, la de las voces rotas del Flamenco, la que es pura solemnidad, la que nace del más sepulcral de los silencios, se hizo paso marchitando las ilusiones. Y esos versos oscuros salieron de voces poderosas, de voces desalmadas, de ministros y presidentes que negaban el derecho a soñar a una tierra. De voces que cada vez que se oían lo hacían para dar palos a esta tierra. Palos sobre “palos”… De este modo, esa seguiriya que pone de manifiesto las injusticias, el pesimismo, la muerte y el abandono, enterró, con sus “Ays” y sus lamentos, a aquellos “tir ITI tran” que un día alegraron los oídos de un público entregado, ávido de buenas nuevas.

Pero, al final, Jaén es tierra de seguiriyas más que de alegrías, ya deberíamos de estar acostumbrados, pero no lo estamos, ni lo estaremos. Ya lo dijo el mejor, para muchos, de los cantaores, José Domínguez “El Cabrero”, en una de sus joyas: “el miedo me hizo rebelde, en vez de hacerme borrego…”

Seamos rebeldes, como dice la seguiriya.

 

Foto: «Pero, al final, Jaén es tierra de seguiriyas más que de alegrías, ya deberíamos estar acostumbrados, pero no lo estamos, ni lo estaremos».

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