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Por INMACULADA HERRADOR LINDES / Desde que comenzara la guerra en Ucrania no hemos dejado de leer titulares que hacen alusión a la escasez de aceite de girasol y al aumento del consumo y del precio de otras grasas vegetales.

Situaciones extraordinarias como esta vuelven a sacar a la palestra temas recurrentes como la evolución de la demanda del aceite de oliva o la de sus precios, que tanto influyen en la economía jiennense. Respecto a los segundos, estos siguen en aumento, desde el verano de 2020, cuando el precio medio en origen bajó hasta los 1,82 euros y permaneció así durante cuatro meses seguidos, para posteriormente ir incrementándose hasta los aproximadamente 3,40 euros de media en los que se sitúa en la actualidad, lo que supone un crecimiento del 87%. Sólo en 2017 y principios de 2018 se obtuvieron precios mayores, desde que se registran datos por el Observatorio económico de la provincia de Jaén.

Si analizamos la trayectoria del consumo de este aceite, del que somos los primeros productores del mundo (con un 16,35% de cuota en la última campaña), observamos que a nivel internacional la demanda ha ido aumentando paulatinamente. En la campaña 2007/2008, antes de que comenzara la anterior crisis económica, en el mundo se consumían 2,76 millones de toneladas y en la última campaña cerrada, la de 2020/2021, se consumieron 3,22, un 18% más. Sin embargo, en España y en Europa el consumo ha descendido casi un 7 y un 19%, respectivamente.

¿Qué podemos hacer para que aumente el consumo de aceite de oliva? Una de las muchas cosas en las que se puede incidir, y que hemos tratado esta mañana en el grupo de trabajo del Plan Estratégico constituido para ello (en el que han participado una veintena de personas expertas en la materia), es la potenciación y diversificación del uso del aceite de oliva virgen, en alimentación adaptada a segmentos de población y a alimentación hospitalaria, geriátrica y en comedores escolares o en la industria agroalimentaria: en el líquido de gobierno de las conservas, en las frituras (que ya utilizan muchas de nuestra patatas fritas, como Santo Reino), o en la fabricación de productos como la galleta María del Sur, que la empresa Family Biscuits, afincada en Jaén capital, comenzó a comercializar el año pasado y para la que utiliza, además, aceite de oliva virgen extra. A esto podemos sumarle la formación (un Grado en Industria Agroalimentaria en la Universidad de Jaén sería clave) y, por supuesto, la investigación el desarrollo y la innovación (la I+D+i), esencial para seguir avanzando en esta materia.

Más usos… más consumo y mejores precios.

Foto: Reunión celebrada esta mañana en el grupo de trabajo del Plan Estratégico en torno al aceite de oliva.

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