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Por JAVIER LÓPEZ / Un socialista es un comunista sin prisas: antes o después desemboca en Stalin. De lo que se deduce que un comunista es un socialista con prisas: antes o después desemboca en Sánchez, cuyo ideario político remite al Kremlin, el social a Franco y el económico al plan quinquenal. Lo que explica que los españoles seamos cada vez menos libres y más venezolanos. 

Puede que Maduro no sea el espejo en que se mira el presidente, pero cuando un Estado confisca la gallina y regala el huevo, esto es, subvenciona a los que empobrece, le falta poco para convertirse en totalitario. La táctica del cambio de régimen es de manual: Sánchez aboca al proletariado al limosneo, desarticula la clase media y aplica la ley antitabaco a los del puro.

¿Fuma Amancio Ortega?: posiblemente no, pero es culpable de generar riqueza, empleo y dividendos, lo que aquí es un delito de lesa humanidad que merece Gulag. En la España de Sánchez el empresariado en un enemigo del pueblo al que mantiene a raya el KGB ministerial de la vicepresidenta segunda. Al fin y al cabo, Yolanda Díaz es una Pasionaria sin horquillas.

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