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Uno de los aspectos más inquietantes que gravita sobre la economía global es la devastación ocasionada por esta pandemia, cuya enorme trascendencia está siendo expandida por la dificultad de desconocer el momento en que podríamos poner freno a esos catastróficos efectos para la actividad económica. Cada país, instituciones, agencias de calificación de riesgos, y  analistas de diversa índole, han elaborado  estimaciones sobre la recuperación de las economías, las  cuales, en función de esa inseguridad, adolecen de la certeza necesaria y están condicionadas a que los efectos letales que genera pudieran ser neutralizados por el éxito de los numerosas investigaciones que se están realizando para tratar de encontrar el  antivirus salvador.

El anuncio realizado por la compañía farmacéutica de investigación Pfizer, en colaboración con BioN Tech, sobre los resultados positivos en los ensayos de su vacuna, con una eficacia del 90%, que podría ser aplicado, de forma más o menos inminente,  tras su preceptiva homologación, ha provocado, como primera reacción, una convulsión alcista en las bolsas de todo el mundo, dada la enorme trascendencia que encierra, a pesar de su falta de certificación que deberá confirmarse en los próximos días.

La relevante progresión, duración y consistencia de la primera reacción de los mercados bursátiles puede estar supeditada, en el corto plazo, a esa confirmación de la certificación del antivirus por los cauces científicos adecuados, y al alto grado de volatilidad que están mostrando los parquets. De igual forma, las expectativas para las economías mundiales y la efectividad total del control de la situación, requerirá de un tiempo adecuado para  consolidar los primeros positivos efectos enunciados de este antídoto y, especialmente, para ratificar la posibilidad de su aplicación universal con las garantías imprescindibles de no generar efectos secundarios indeseados.

En cualquier caso, este anuncio permite divisar un horizonte diferente a la inquietud  que nos está intimidando ya que, mientras persistan el miedo y la incertidumbre, el consumo y la inversión seguirán sufriendo una significativa contracción que, como ya hemos comprobado, han tenido un marcado efecto negativo en la actividad económica, con la incógnita adicional de desconocer los niveles precisos y reales del deterioro ocasionado y el desajuste consiguiente en las estimaciones para 2021 y 2022, sobre las que se han basado los presupuestos generales de cada país, a los que confiere un margen de fiabilidad muy escaso, ya que nadie puede asegurar, sobre todo en lo que respecta a los ingresos, que las cantidades previstas puedan ser obtenidas realmente.  

No cabe duda de que muchas de las estrategias planeadas por cada país, sin la certeza  de que la fuente del deterioro estuviera controlada, deberán de adecuarse para conseguir su máxima efectividad y así poder recuperar en el menor plazo posible la mayor expansión de sus economías y, aunque el daño infringido para este aciago 2020 ya no podrá remediarse, a pesar de la esperanza que genera esta noticia, sí insistimos en que puede servir para proyectar un horizonte con unas positivas expectativas, para familias y  empresas, y que, por otro lado, deben suponer un estímulo para acelerar la recuperación del nivel de actividad en todos los sectores y, especialmente, en aquellos que han sufrido de forma más virulenta los nefastos efectos de esta crisis.

Foto: Agencia Reuters

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