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Como hemos comentado en alguna ocasión los depositantes de sus fondos en entidades financieras han sido víctimas propiciatorias de las consecuencias del entorno negativo de los tipos de interés. En este contexto las retribuciones que obtienen por sus ahorros no sólo alcanzan apenas el 0.04%, en el mejor de los casos, sino que merman su capacidad adquisitiva al no cubrir las tasas de inflación a pesar de que el nivel de las mismas estén en cotas muy bajas.  Pero no es sólo la rentabilidad la única alarma que puede inquietar a los ahorradores respecto a sus capitales, sino que existe otro matiz, incluso mucho más importante, que afecta a la seguridad de la recuperación de los mismos si su entidad entrara en situación de insolvencia.

Obviamente me estoy refiriendo a las garantías que el depositante puede mantener respecto a rescatar sus fondos en ese contexto que no sólo dimanan de la solvencia y calidad de la entidad depositaria sino que, complementariamente, añade la existencia del FONDO DE GARANTÍA DE DEPÓSITOS, cuya cobertura se eleva hasta 100.000 euros por titular y cuenta en cada entidad.

La reciente resolución en España de una entidad bancaria sin la utilización de recursos públicos, a diferencia de lo ocurrido con el rescate de las cajas de ahorros, cuyo montante se ha elevado a más de 50.000 millones de euros, y sin que haya supuesto desembolso alguno del Fondo de Garantía de Depósitos o algún detrimento o pérdida para los depositantes, ha puesto de manifiesto que los casos de indeseadas futuras crisis bancarias tendrán el mismo tratamiento.

Sin embargo es necesario facilitar a los ahorradores no sólo estas vías de resolución, que en algunos casos pueden ser aleatorias e insuficientes y podrían suponer la pérdida de parte de sus capitales si superan los 100.000 euros, sino otras adicionales que respalden la tranquilidad  directa que pueden conferir los fondos de garantía nacionales. Me estoy refiriendo a un SISTEMA EUROPEO DE GARANTÍA DE DEPÓSITOS que no sólo aportaría esa tranquilidad adicional a los ahorradores sino que, por otra parte, puede constituir un pilar imprescindible para avanzar en la consolidación de la Unión Europea como es LA UNIÓN BANCARIA.

Muchas son las reticencias que, hasta ahora, han suscitado las propuestas de las mecánicas de  solidaridad de cualquier clase de riesgos de los diferentes países que integran el Grupo. Basta mencionar como ejemplo las relativas a la mutualización de la deuda soberana, la armonización fiscal, pasando por el mismo sistema europeo de garantía de depósitos, aunque la última propuesta alemana en este sentido, que incluye ciertos condicionantes algo complejos, puede suponer un importante primer paso para su impulso. En cualquier caso no debemos olvidar que, en definitiva, el fortalecimiento de los cimientos de la Unión Europea exige avanzar en aspectos como los anteriormente señalados. 

 

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