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Cuando dos generaciones se unen para elevar la voz de alarma en una sinergia angustiada por los efectos devastadores del cambio climático en nuestro planeta no podemos negar la evidencia de que algo importante está ocurriendo.

En efecto, en la inauguración de la Cumbre sobre la Acción Climática en este pasado mes de septiembre de 2019, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, señaló que no debemos “seguir cavando el profundo agujero en el que nos encontramos” y se unía a la advertencia de la joven sueca Greta Thunberg, que indicaba “que los jóvenes os están mirando y si ustedes fallan no lo vamos a perdonar”.

Guterres insistió en que debemos cambiar urgentemente nuestra forma de vida ya que si seguimos por este derrotero lo que estamos poniendo en peligro es “la vida misma”. Comentó que aún estamos a tiempo de limitar el aumento de la temperatura media del planeta a los 1,5 grados centígrados; ya que es éste uno de los umbrales que no deben superarse para evitar los efectos catastróficos del calentamiento global. Un esfuerzo que sin duda no será fácil puesto que exigirá transformaciones fundamentales en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, desde “cómo cultivamos los alimentos o cómo usamos la tierra hasta cómo suministramos energía a nuestras economías”.

No vamos a negar que este esfuerzo tiene un importante coste, pero más alto será “el coste de no hacer nada”, pues sumirá a la Tierra de una degradación insoportable. Este es un drama que ya se está viviendo en muchas zonas de nuestro planeta y hay seres humanos que ya están sufriendo los dramáticos efectos del cambio climático, mientras dirigentes sin escrúpulos lo niegan.

Como ha señalado Greta Thunberg, ella es una afortunada pues puede levantar la voz y sin embargo las viejas generaciones le hemos robado sus sueños, su infancia, pues con apenas dieciséis años ha visto y tomado conciencia de que “la gente sufre, la gente muere y ecosistemas enteros están colapsando”. Advierte que estamos “al principio de una extinción masiva y ustedes solo hablan de dinero y de cuentos de hadas de eterno crecimiento económico”.

Incluso, puso sobre la mesa el hecho de que aunque se consiguiese una reducción de las emisiones de carbono que se necesitan a los largo de los próximos diez años las posibilidades de limitar el cambio climático se reducirían solo en un 50%. Sin embargo, para las jóvenes y futuras generaciones no es suficiente, pues serán ellos quienes tendrán que vivir las consecuencias de un planeta degradado.

Se trata, ahora, de llamar la atención de los dirigentes mundiales para que reduzcan la industria de los combustibles fósiles y no sigan construyendo plantas de carbón que contaminan el planeta. Pero, todo esto no debe quedar en palabras, es importante apoyar los planteamientos del Fondo Verde para el Clima de tal modo que los países desarrollados cumplan con el compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares al año, ya sea de fuentes públicas como privadas con el fin de mitigar el cambio climático. Se trata de una plataforma global que pretende responder al desafío del cambio climático invirtiendo en un desarrollo con bajas emisiones; limitando y reduciendo de este modo las emisiones de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo y protegiendo a las sociedades más vulnerables a adaptarse a los inevitables impactos del cambio climático.

¿Por qué hemos esperado tanto tiempo en reaccionar?

En el año 1896 el científico sueco y premio nobel de Química (1903) Svante Arrhenius publicó un artículo en la revista Philosophical Magazine alertando sobre los negativos efectos de la concentración de CO2 en la atmósfera y sus consecuencias en el clima, que están generando un aumento de la temperatura dando lugar a un calentamiento global que trae aparejado deshielo de los polos, el aumento de las lluvias ácidas y la desertización. Se calcula que en los próximos diez años el nivel de las aguas subirá hasta un metro cubriendo amplias zonas del planeta que en la actualidad se encuentran pobladas.

El Comité Español de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)  ha publicado, en marzo de 2018 una relación de estas consecuencias, elaborada por Fernando Rainlein, que deberíamos analizar. Como son: a) El deshielo de los glaciares, tal como anuncia en la Revista Science la glacióloga Twila Moon del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos), ya que al estar desapareciendo los glaciares en todo el mundo por el derretimiento de los hielos y el aumento del nivel del mar. Se calcula que el mar subirá más de un metro para el final del siglo lo que supone un desplazamiento de millones de seres humanos. b) La sequía, como resultado del aumento de la temperatura y de la escasez de lluvias, que genera como consecuencia la degradación de zonas áridas, semiáridas o subhúmedas secas como resultado de los cambios climáticos y de la acción humana. Por ejemplo, en España el año 2017 fue uno de los más secos desde 1965, pues las precipitaciones fueron inferiores en un 20% a otros años. Destaca el informe de ACNUR que en África la situación es de extrema gravedad.

En 2009, en el Cuerno de África se produjo una de las mayores sequías de la historia que dio lugar a un éxodo de más de dos millones de personas que tuvieron que abandonar Mogadiscio, generando una hambruna que produjo la muerte de 250.000 personas. c) La desaparición de especies animales y vegetales como resultado del deshielo de los glaciares y el aumento de la temperatura está afectando a numerosas especies como el caso del oso polar que ha visto disminuir su hábitat y desaparecer su forma de vida. d) Las inundaciones como consecuencia del aumento del nivel del mar van generando precipitaciones descontroladas que producen inundaciones en un desequilibrio ecológico ante otras zonas del planeta que sufren sequías. Esa subida del nivel del mar va a afectar a ciudades costeras que se encuentran indefensas ante las inundaciones. e) Los incendios forestales que suponen un grave peligro para los animales y las plantas, así como para los seres humanos y poblaciones cercanas a los bosques y a las selvas y a la liberación del dióxido de carbono. f) Todo ello traerá importantes efectos sobre la salud como consecuencia de la contaminación generando problemas respiratorios e infecciones.

Recientemente, el 25 de septiembre de 2019, en el Informe especial sobre cambio climático elaborado en el marco de las Naciones Unidas realizado por un panel de expertos y ratificado por 195 países, se ha señalado que los fenómenos costeros extremos que en la actualidad se producen cada cien años, dados los cambios climáticos que se están operando, a partir de 2050 serán anuales. Este Panel de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es un órgano de las Naciones Unidas encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático y trabaja desde 1988 en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). En su Informe de septiembre de 2019 han destacado que el calentamiento global de 1 º C, a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero, determinará consecuencias muy graves para los ecosistemas y las personas. Se insiste en que como consecuencia del calentamiento de los océanos su acidez ha aumentado a lo que se suma la fusión de los glaciares lo que provoca una subida del nivel del mar con fenómenos costeros de carácter extremo y violento.

El actual Papa Francisco, también ha elevado la voz a través de la Encíclica “Laudato si”, que basa su título en el Cántico de las Criaturas compuesto por San Francisco de Asís, como alabanza a la belleza y grandeza de la creación. En esta reflexión se profundiza sobre la idea del planeta como la Casa Común, entendiendo a la Tierra como una hermana con la que compartimos la existencia y una madre que nos acoge en su seno. Por lo que articula su discurso en torno a un concepto de ecología integral. En este Documento el papado propone el diálogo como método para afrontar y resolver los problemas ambientales. Por lo cual, en la Encíclica se recogen aportaciones de teólogos católicos en el que aparecen referencias al magisterio de Papas anteriores como Benedicto XVI (citado en veinte ocasiones) o Juan Pablo II (citado en veintitrés ocasiones), o declaraciones de conferencias episcopales de distintos países y continentes. A estos comentarios se suman las reflexiones de ortodoxos como el Patriarca Bartolomé, o protestantes como Paul Ricoeur, o el místico musulmán Alí Al-Kawas, lo que indica el sentido ecuménico del Papa Francisco y la necesidad de unir esfuerzos contra el cambio climático. 

De ahí que me reafirme en la importancia de la Cumbre de la Juventud sobre el Clima celebrada el pasado mes de septiembre en las Naciones Unidas, con la que comenzaba estas reflexiones; pues son los jóvenes de hoy los que deberán soportar cuando maduren el planeta que le hayamos dejado los que hoy debemos asumir la responsabilidad ante las catástrofes que estamos viviendo y las que se avecinan.

Todos deberemos comprometernos en la lucha contra el cambio climático y lograr un esfuerzo intergeneracional y demostrar con hechos fehacientes a los “negacionistas” que el deterioro del planeta es real y que en gran medida los seres humanos somos culpables y sin duda responsables de lo que está ocurriendo.

Evitemos el ecocidio de nuestro planeta. Reaccionemos antes de que sea demasiado tarde.

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