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Por ANTONIO GARRIDO / Ahora que tengo más tiempo dedico ratos a bucear en mis archivos y en la hemeroteca, algo que me parece muy necesario porque con frecuencia perdemos la memoria y la política lo aprovecha a diestra y siniestra para hacernos comulgar con ruedas de molino, sobre todo teniendo en cuenta que los más jóvenes en la cosa pública desconocen las referencias.

Les cuento. Hace exactamente 25 años, un 18 de julio de 1997, el periódico del que yo era responsable entonces, Ideal de Jaén, publicaba en su primera página: “El rector pide a Chaves más dinero para la Universidad”. En páginas interiores se desarrollaba la noticia, Luis Parras, que era el presidente de la Comisión Gestora de la UJA, creada como se sabe en 1993, demandaba 500 millones a la Junta para que la Universidad pudiera hacer frente a sus necesidades, y dejaba el siguiente comentario: “los presupuestos los han cuadrado a martillazos”. Ese mismo día yo acotaba, como vine haciendo en cada edición del diario durante tantos años, con el comentario “Universidad: palabras”, que les transcribo, con el recordatorio, de nuevo, de que hoy hace 25 años:

“Aunque hubiera sido necesario un mayor debate sobre determinadas cuestiones que interesan sobre el futuro de la Universidad, algo sí ha habido en el reciente proceso electoral y la apuesta más generalizada es la de luchar por una institución que constituya un orgullo para esta provincia en la medida que le dé respuesta a demandas específicas y que tenga capacidad para desarrollar los dos grandes retos de cualquier Universidad: docencia e investigación, en un plano de igualdad con universidades históricas porque de lo contrario un centro joven crearía pocos estímulos para los potenciales universitarios. Pues bien, en el curso pasado, después de dos años de espera interminable y con las consecuencias de unas prórrogas presupuestarias que han dejado secuelas irremediables, el debate se centró casi en exclusiva en la difícil situación económica, por la insuficiencia de los ingresos que provienen de la Consejería de Educación, que han estado originando problemas de tesorería y desfases que impiden el normal funcionamiento de nuestra Universidad.

Desde el rector, que debía obediencia a la Junta y que no por ello dejó de ser reivindicativo, hasta el Consejo de Administración, los partidos políticos, la Comisión Gestora, desde ayuntamientos, instancias universitarias, hubo una voz de alarma generalizada. Al final se acalló el problema en la creencia de que ciertas cantidades de las que se disponía para repartir, y un plan de financiación tantas veces prometido, iba a poner orden en la economía de la Universidad de Jaén y de las del resto, aunque el problema tiene en Jaén una singularidad extrema. Ahora resulta que el conflicto económico se cerró en falso y que los políticos con responsabilidades no han cumplido con su compromiso de evitar tensiones económicas en la Universidad. De nuevo se piensa trasladar para el curso una cantidad insuficiente, que en palabras del presidente del Consejo de Administración pone a la Universidad en situación crítica, y, en consecuencia, no se ha aprobado el presupuesto, elemental medida, mitad de prudencia, mitad de protesta. Una Universidad sin financiación suficiente es, hay que decirlo, un engaño, y parece mentira que quienes políticamente la crearon se hayan vuelto tan cicateros y no vean esta perversión.

Ya está bien que cuando se trata de la Universidad de Jaén, sólo haya palabras, palabras, palabras…y no hechos, hechos, hechos. ¿Se pronunciará acaso el congreso provincial del PSOE”.

¿Qué les parece? Me recuerda a mí mismo que siempre fui leal con mi tierra y les cantaba las cuarenta al lucero del alba, por tanto estoy en paz con mi conciencia crítica. Unos días antes, el 10 de julio de 1997, una reunión de la Comisión Gestora de la UJA se lamentaba, tras el informe del gerente, Juan Hernández Armenteros, de que la institución recibía cada año menos apoyo por parte de la Junta, y de hecho la memoria de 1996 reflejaba un descenso del 13%, y se trataba de los primeros años de vida de la Universidad jienense. Quiere decir que en los casi 30 años de vida ha habido momentos difíciles, si bien no recuerdo nada tan preocupante como los primeros ejercicios, después ha habido de todo, y faltó un modelo de financiación adecuado y no actuar a salto de mata. Ahora, como es sabido, estamos expectantes ante el anuncio de la Junta de la llegada al fin de ese modelo, para que no se repita el agravio a la UJA que es lo mismo que decir a Jaén. Pero para que se sepa todo he querido contar esta historia. Y, dicho sea de paso, Luis Parras no solo fue el primer rector providencial, no le tembló el pulso a la hora de reivindicar y exigir. Tampoco para manifestarse públicamente al decir, nada menos que en 1994, que “hace falta una masa crítica para que Jaén despegue”. Son las personas las que dan dignidad a los cargos, aunque en algún momento se identifiquen con siglas políticas.

Por lo que respecta a la parte final del comentario era una referencia a un hecho puntual de esos días de hace un cuarto de siglo, la celebración del congreso provincial de los socialistas donde el entonces todopoderoso Gaspar Zarrías obtuvo práctica unanimidad en un cónclave plebiscitario, y se hicieron fuertes también tanto su delfín, Francisco Reyes, como el ya ausente José Pliego, que durante un tiempo fue un imprescindible en el aparato. Era el mismo tiempo en que el consejero Vallejo anunciaba una vía de enlace con Ciudad Real para “acercar el AVE a la industria de la N-IV”.

Ahora me voy al vergonzoso asunto trenes. Si la situación es tercermundista a lo largo del año, en verano se multiplica. En estos últimos días pudimos leer en las redes sociales que un profesor de la UJA, Jorge Delgado, se lamentaba de un viaje a la capital de España en el tren Media Distancia, con ausencia de aire acondicionado, es decir, la misma temperatura extrema fuera que dentro del vagón, y sin funcionamiento de la máquina de las bebidas para poder refrescarse. Se da el caso curioso de que el profesor Delgado es miembro del Plan Estratégico, concretamente de la comisión “Jaén provincia bien comunicada”. Sin comentarios, lo traigo a título de anécdota y por si alguien consideró excesivo mi comentario del pasado viernes, en el que creo que más bien me quedé corto. Lo que no puedo entender, por más que lo intente, es que con el malestar y la indignación que existe en Jaén con el tren pueda haber políticos que vayan a hacerse la foto en el vestíbulo de la remodelada Estación de Atocha. Con toda sinceridad, me lo tomo como una broma de mal gusto. En resumidas cuentas, el tren para mejorar las comunicaciones de Jaén no está más que en las palabras, palabras y palabras de los políticos desde el siglo pasado. Esta no es una crítica, es una evidencia.

Por lo demás me alegra poder felicitar las iniciativas culturales y de ocio que tienen lugar durante estas fechas por la provincia, empezando por el programa Jaén en Julio que ofrece numerosas alternativas. También los cursos de verano que bajo el paraguas de la Universidad se celebran en varias localidades, entre ellas en Torres, la patria chica de Baltasar Garzón, que sigue siendo su gran activo. Y, dicho sea de paso, los presupuestos de esos cursos que disponen de financiación proveniente de las administraciones, deberían ser transparentes y por tanto conocidos, porque al parecer, y por eso me gustaría conocerlos, hay algunos en los que se les va la mano. La idea es fenomenal, que conste, pero también hay que hacerla compatible con un sentido de la austeridad y del buen uso del dinero público. Me voy a interesar por este asunto, ya les cuento.

Foto: Tren Media Distancia Jaén-Madrid. De mal en peor.

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