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Pues sí, enamorado de Jaén, de una ciudad que a pesar de su mala suerte con muchos de los que han sido sus dirigentes, en tantas ocasiones ha dado ejemplos con sus enormes fortalezas, empezando por su gente, los jienenses de todas las épocas, también la de hoy, que son el principal patrimonio. Siempre suelo decir, dirigiéndome sobre todo a los responsables públicos, que deben tener clara una idea, un sentimiento, una sensación, y es la de que las personas pasan pero la ciudad permanece, es por la ciudad en consecuencia por la que merece la pena hacer todos los esfuerzos y mover todos los recursos, por ella y por su progreso, porque nuestros hijos y nietos tengan aquí el mejor futuro posible.

Tras las últimas elecciones autonómicas que han modificado sustancialmente el mapa político y que han abierto expectativas, ya veremos si para mal o para bien, ojalá que para lo segundo, y los próximos comicios locales que se presentan interesantes y a la vez inciertos porque el Ayuntamiento va a dar cabida al menos, se supone, a cinco grupos políticos diferentes, debe llegar de una vez por todas, la hora de Jaén, ya no hay lugar a la resignación, al miedo o la indiferencia.

Les voy a enumerar algunos de los motivos que nos tienen que hacer pensar a la hora de plantear el futuro de nuestra tierra, sin que pretenda agotar una relación que sería interminable, pero lo hago dirigiéndome sobre todo a cuantos tengan debilitada su memoria.

Empezamos por los alrededor de 10.000 parados permanentes en la ciudad que exigen soluciones.

Somos una ciudad que lleva años perdiendo población, en el último ejercicio otros 800 habitantes, ya vamos por 113.457, cuando no hace mucho nos acercábamos a los 117.000, y esto es sintomático de que algo pasa, que las respuestas de futuro no han llegado. Una de las prioridades de la actual Corporación, pero, sobre todo, de la que salga de las elecciones de mayo, es la de poner en marcha un plan para conseguir que frente a esta rémora poblacional se trabaje en el concepto de capitalidad, que ha perdido fuelle, la ciudad de Jaén representa alrededor del 18% del total provincial y a pesar de la contundencia de las estadísticas en contra, queremos confiar en su futuro, porque nos parece un lugar ideal para vivir, abarcable, con la dimensión adecuada. Pero requiere de un impulso serio y constante. Un proyecto así no se improvisa y requiere del apoyo de las diferentes administraciones. Pero se trata de una apuesta para evitar que Jaén se desangre.

Nos tiene que preocupar el grave problema del desempleo juvenil y la fuga de talentos, cada vez más evidente, motivo por el que hay que apoyar con entusiasmo a instrumentos como la Universidad, la única que puede propiciar con el tiempo el cambio mental y material de Jaén.

Esta ciudad es un páramo industrial, no podemos fiarlo casi todo al olivar, hay que echarle imaginación para encarar el futuro. Necesitamos empresas, un tejido empresarial que sea motor de desarrollo.

La Junta de Andalucía nos debe, entre otras cosas de una lista enorme, una Ciudad Sanitaria, una Ciudad de la Justicia, una Facultad de Medicina, centros educativos…y mientras tanto padecemos los hospitales con las tercermundistas tres camas, nos queda completar el Museo Íbero con el proyecto museográfico para el que ha debido faltar tiempo en estos 20 años…Por cierto la administración que tiene asumidas la mayor parte de las competencias en todos los órdenes, parece no haberse enterado, por su inacción, por su silencio, sobre los restos arqueológicos de Marroquíes Bajos, donde está enterrado el origen de la ciudad y para nuestra vergüenza nos lo han tenido que recordar desde fuera. Una administración coherente tendría que poner esta riqueza en el escaparate y hacerla visible para que nos sintamos orgullosos de lo que somos en la historia.

Hay muchas más razones. Por ejemplo una Cámara de Comercio e Industria que se han cargado, para la que había soluciones, sin duda, y las administraciones no han sido capaces de buscarlas y encontrarlas, y es un recurso que se le ha negado a la ciudad y que podría estar dando réditos en beneficio de los empresarios más dinámicos.

Por supuesto qué decir de la situación del Ayuntamiento de Jaén, que a estas alturas pienso que todo el mundo conoce. Una crisis brutal, una deuda de 700 millones o tal vez más, quién sabe, pero transcurridos estos años desde el inicio del último mandato municipal, Fernández de Moya, el que quería ser alcalde a toda costa, dio la estampida y dejó la herencia envenenada a Javier Márquez, que bastante ha tenido con pagar nóminas y, como ha confesado, hacer que con la que estaba cayendo, el Ayuntamiento esté abierto y prestando todos los servicios, lo más parecido a un milagro, hay que reconocer que tiene mérito dar la sensación de normalidad ante un panorama tan desolador desde el punto de vista económico. En los últimos meses el alcalde ha tirado la casa por la ventana, en algunos casos echando mano de recursos imaginativos, y la Navidad fue el ejemplo más evidente, las vísperas electorales han agudizado el ingenio. Hasta han firmado cuatro años más de la World Pádel Tour, en una operación arriesgada porque se hipotecan cuatro años y no conocemos si hay letra pequeña en el acuerdo. El caso es que el actual equipo de gobierno con Márquez a la cabeza se agarra a un clavo ardiendo con tal de exhibir méritos.

Felicitamos el proceso de peatonalización puesto en marcha a inicios del año pasado. En este asunto llevamos un considerable retraso. Es difícil olvidar que siendo alcalde Fernández de Moya, en contra de lo que se estaba haciendo en todas las grandes ciudades del mundo, echó el freno en Jaén, por simple capricho político, y en otra sonora equivocación condenó a esta capital al aplazamiento de un actuación que el sentido común ha obligado a retomar, aunque todavía tengan que seguir corrigiéndose algunas disfunciones porque la peatonalización es un proyecto complejo y no siempre bien entendido ni aplicado.

Está, cómo no, el polémico tranvía a ninguna parte. Tras una larga historia de desencuentros entre las administraciones, el mal endémico de muchos años atrás referido a todos los asuntos que han negociado ambas instancias, y que ha tenido parado el reloj de Jaén, la Junta que construyó el sistema tranviario y el Ayuntamiento que debe explotarlo, nos prometieron que lo veríamos circular en el año recién terminado, 2018. Costaba creerlo, no sé si porque soy un escéptico, a base de tantas decepciones, o porque los actores se han ganado a estas alturas un escaso crédito político. Cada parte se arroga haber dado pasos al frente después de unas puestas en escena que quedarán para la historia.

En términos generales no están ya las ciudades para perder más el tiempo, y, por fortuna, la nuestra se está poniendo las pilas y por esta causa nació la plataforma “Jaén Merece Más” que sigue muy activa, y que está llamando continuamente a la sociedad a espabilar porque el sueño nos ha durado demasiado tiempo y es hora de restituir la dignidad que a Jaén le corresponde. Han puesto sobre la mesa una gran carga reivindicativa, con especial atención a las comunicaciones, tanto por carretera, como sobre todo las de ferrocarril, y parece que al fin las llamadas fuerzas vivas se han dado cuenta de que estamos en el furgón de cola, en el mismo plano de vergüenza que Extremadura, que fue noticia nacional por razones muy similares a las que padecemos en nuestro territorio. Este déficit en materia de comunicaciones es un lastre para el desarrollo socioeconómico y se nota muy directamente en que está impidiendo que se mejoren las expectativas turísticas, a pesar de los esfuerzos que se realizan, especialmente por parte de la Diputación, que merece un sonoro reconocimiento por su labor promocional de los principales atributos de Jaén.

Entre los aspectos positivos de este año recién estrenado anotamos la buena cosecha de aceituna que supone una gran inyección económica en la provincia, a lo que se suma la celebración en mayo de la Expoliva, que es otro motivo para mostrar las fortalezas de Jaén, que ha consolidado una feria ejemplar de nuestro principal producto como un escaparate a todo el mundo.

También se conmemora el 40 aniversario de los ayuntamientos democráticos, y está bien volver la vista atrás, porque aquel año 1979 estaba la ilusión y el deseo de cambio a flor de piel y precisamente la primera Corporación Municipal de la ciudad, liderada por Emilio Arroyo López, tendría que servirnos de ejemplo de respeto y tolerancia entre las distintas fuerzas políticas representadas en el Consistorio, que supieron entender cuándo tenían que aparcar sus diferencias para servir mejor a los intereses de la ciudad. Cuánto hemos cambiado…

En fin, para ir resumiendo, se han movido muy escasas iniciativas en favor de la Catedral y que podamos conseguir que sea declarada Patrimonio de la Humanidad. Han pasado quince años desde el primer y decidido impulso que dio la entonces entusiasta concejal de Cultura, Cristina Nestares, y observamos con envidia sana los logros de Úbeda y Baeza por estar dentro del selecto club de la Unesco.  Por lo demás, hay que seguir demandando en favor de nuestro aceite de oliva, porque ocupe el lugar de calidad que le corresponde. Por el futuro de ese lugar tan precioso como es Jabalcuz, que nunca fue una prioridad para nadie. Por el casco antiguo de la ciudad, del que a todos se les llena la boca pero que sigue abandonado y esperando que alguien abandere su proyección y un fuerte plan de inversiones para la zona. Para que abran al fin al público, para disfrute de todos, monumentos que siguen cerrados a cal y canto. Por supuesto hay que exigir que llegue la hora de los barrios, que están completamente olvidados, no hay dinero para nada y tampoco para ellos. Por una estación intermodal adecuada, como la tienen las ciudades que han dado el paso a la modernidad. Para exigir que no haya Andalucía de dos velocidades y que no seamos más los últimos de la cola. Es hora asimismo de reivindicar un Plan Estratégico para la ciudad, de manera que no se actúe a salto de mata sino con una hoja de ruta bien definida. Es momento de pensar en el comercio local, en sus expectativas de futuro, en convivencia con los centros comerciales, a la espera de que llegue el Jaén Plaza, cuyas obras están muy adelantadas. Está también pendiente la santa paciencia de los puentes, tantos años a la espera, una cuestión que define muy bien la manera de hacer política, con incapacidad para tomar decisiones, por drásticas que parezcan, y por el contrario, marear la perdiz hasta provocar hartazgo.

Somos los jienenses los que tenemos que ganar las batallas, no necesitamos ni debemos permitir el ‘gratis datum’ o el ‘gratis et amore’, queremos, necesitamos por nuestra propia satisfacción y autoestima, que el pueblo jienense tome la iniciativa y logre, paso a paso, todo lo que se proponga, con un sentido de la responsabilidad y de la medida, pero sin olvidar en ningún momento que el nuevo tiempo que se demanda para Jaén tiene que ser imparable. Finalmente, la historia no la escriben los dirigentes políticos, la escribe siempre el pueblo y en democracia, los errores, cuando los hay, se pueden corregir cada cuatro años.

(Artículo publicado en el Anuario de Multipress)

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