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Por ANTONIO GARRIDO / Les voy a confesar el motivo central por el que he asistido esta tarde a la concentración convocada por la Plataforma en Defensa de la Universidad de Jaén. Lo he hecho porque me duele Jaén, porque aspiro a que le dejemos una herencia de progreso y desarrollo a las generaciones que vienen detrás, empezando por nuestros nietos, y porque considero que para que la provincia deje el lastre que no hay que explicar puesto que todos lo conocemos, es imprescindible contar con una Universidad fuerte, vigorosa, a la que se le permita un crecimiento compatible con sus expectativas de futuro y para que pueda cumplir con su papel de motor para impulsar lo que solo ella puede hacer, el definitivo empuje que todos los jienenses o una inmensa mayoría, queremos para nuestra tierra.

En mi opinión esta primera cita convocada por la Plataforma ha sido un éxito, primero porque los cientos de personas que han acudido han sido de una procedencia muy plural, lo cual me ha satisfecho muchísimo, y han faltado solo los que han hecho campaña en favor de la desmovilización y quienes se han dejado influir por ella, incluso desde la buena fe. También, de manera notable, por la propia actitud adoptada por el rector de la UJA, puesto que el capitán del barco, el mismo que comprometió a toda la sociedad a hacer causa común con su clamorosa preocupación de hace unas semanas, ha decidido abandonar en plena travesía, a escasas horas del día 7 a las 8 de la tarde. Sé que tiene una difícil papeleta, no es la suya una posición cómoda, pero mejor estar con la gente decidida a apoyarle que de espaldas a ella.

Es posible que a estas alturas de la película haya quienes no entiendan que uno se pueda mover única y exclusivamente por lealtad a su tierra, ya sé también que el romanticismo no es moneda corriente en la sociedad de nuestros días, tampoco pretendo, ni mucho menos, ponerme de ejemplo de nada, pero hoy he sentido una profunda decepción al repasar algunos contenidos de las redes sociales, donde es fácil apreciar de qué manera la política se ha colado en este asunto que en los últimos días nos viene preocupando y ocupando respecto a la UJA.

No es la primera vez que denuncio públicamente que lo peor que puede ocurrir cuando surge un problema vital para los intereses de Jaén, es que aparezca el tradicional frentismo político, que a mi parecer es el origen de que estemos donde estamos en muchos aspectos, porque al final cualquier adversidad queda reducida al enfrentamiento, normalmente entre los dos principales partidos. Hoy al PSOE le tocaba enarbolar la bandera de la reivindicación y al PP, supongo que también a Ciudadanos, tratar de demostrar su lealtad con la provincia y el “compromiso y la apuesta” del actual presidente de la Junta. Nada nuevo bajo el sol. De este modo, para unos, los que hemos asistido a la concentración estábamos manipulados y al dictado de los socialistas. A estos es a los que tengo que decirles que no ha nacido aún la persona que al menos a quien esto firma lo pueda manipular, al tiempo que añado que la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Universidad es tan diversa que está representado, de una manera u otra, el conjunto de la sociedad, también la política, porque es sociedad. Es un inmenso error cargar contra ellos con la debilidad de los argumentos que se han escrito, aparte de una gran mentira.

En el otro lado de este escenario que describo, están los partidos que representan el poder político en el gobierno de Andalucía, que desde la noche de ayer, en que parece que se llegó a un principio de acuerdo entre la Consejería de Universidades y los rectores y rectoras, vienen difundiendo toda su artillería por tierra, mar y aire, las presuntas virtudes de la reunión de referencia, pero no contentos con ello, algunos, especialmente los que “son” o hacen méritos para “ser”, no tienen el menor reparo en disparar a todo lo que se mueve y difiera del argumentario recibido (todos a coro con el mismo discurso), descalificando incluso a la Plataforma y negándole su legitimidad para llevar a cabo un acto previamente organizado y para el que no había motivos suficientes que aconsejaran su suspensión. La disciplina obliga muchas veces a tener que defender hasta lo indefendible. Esto supongo que ocurre en todos sitios, pero en Jaén, lo haga quien lo haga, porque lo hacen todos, es especialmente clamoroso y desde mi punto de vista al menos, incomprensible.

Y ahora vayamos resumidamente a los hechos centrales. Es verdad que en la tarde del miércoles hubo un principio de acuerdo entre Consejería y los rectores y rectoras del sistema público andaluz, pero no fue una retirada taxativa del modelo ni, lo que hubiera sido la mejor noticia, un acuerdo con la firma de todos, de un nuevo modelo corregido y aumentado, que tiempo han tenido para materializarlo. Lo único que salió en claro de esa reunión es que se paraliza el proceso, que hay una garantía de estabilidad para el funcionamiento “inmediato” y que existe una voluntad de diálogo para llegar a consensuar un nuevo modelo que sea aceptado de manera unánime y no cause perjuicio a ninguna de las instituciones universitarias, y por tanto en el caso de la UJA. Esta propuesta fue aceptada por el rector de nuestra Universidad, que esta mañana la dio a conocer y al mismo tiempo su decisión de no estar presente en la convocatoria de esta tarde. Entendibles sus razones, aunque no las comparta, porque era también una oportunidad para trasladar un mensaje más optimista, pero el corazón tiene razones que la razón no entiende, y no hay que ser un lince para considerar que el clamor social ha inquietado en la Junta y que a cambio de un aplazamiento del debate, que no se trata de otra cosa, han solicitado de Juan Gómez que colabore en la tarea de no crispar los ánimos, pues esta situación se da en un momento crucial, ya que es inevitable que entramos en campaña electoral, razón por la cual los partidos se muestran tan activos, por supuesto los responsables del ejecutivo andaluz con el presidente a la cabeza, y los palmeros aprovechan para sacar provecho, nada que pueda extrañarnos.

Ponen al rector como pantalla, pero se olvidan de señalar que el propio Juan Gómez, que por cierto se encuentra en la recta final de su mandato al frente de la UJA, ha dicho también que a partir de ahora estarán “muy vigilantes” para ver qué ocurre, con lo cual deja entrever que finalmente de lo que se trata es de un aplazamiento por razones electorales y no dudo que en su día se pueda producir un acuerdo razonable, siempre y cuando el consejero de Universidades sea otra persona, porque Rogelio Velasco no merece mucho crédito que digamos, ya conté el otro día la experiencia que le adorna cuando a los compromisos electorales les llama simplemente “metáforas”, razón por la cual uno puede pensar que el principio de acuerdo de la noche del miércoles podría pasar a engrosar el capítulo metafórico de tan triste recuerdo. Más confianza pondría yo en el caso de Juan Bravo o del propio presidente Juanma Moreno, aunque el también líder de los populares andaluces que se sepa no ha dicho ni una palabra, si bien la familia popular lo hace el héroe de la que consideran buena nueva.

Ojalá que por la vía del entendimiento y sobre todo de la voluntad política en algún momento se despeje el horizonte que hoy tengo que decir con rotundidad no pinta demasiado bien para nuestra Universidad, abocada a situarse en el epicentro de la campaña electoral, un error garrafal de los regidores andaluces pero que deja muy mal a la institución, por tanto no es la sociedad civil la que la daña, sino quienes han propiciado esta situación y han tenido meses para atajarla y para frenar las veleidades del consejero, de todas maneras la política es también el arte de lo posible, y Jaén y su provincia están necesitadas de decisiones de los gobiernos que vengan a darle dignidad y estabilidad. Si es así, que la sociedad se lo premie, y si no, que se lo demande.

Foto: Estudiantes exhibiendo sus pancartas.

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