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El alcalde de la ciudad, Javier Márquez, se acaba de referir en los últimos días a su decidida voluntad de abordar la peatonalización. Ahora ha marcado una referencia para situarnos, quiere que el proyecto para Jaén se parezca al que se ha llevado a cabo en Pontevedra, y que está basado, sobre todo, en poner todo tipo de obstáculos para que los coches lleguen al centro, es decir, que los vecinos se muevan a pie o por transporte público y se aprovechen los aparcamientos públicos. Hay que contar, claro, con que Jaén no es Pontevedra, en Jaén la articulación del entramado urbano es compleja, la fuerza de la costumbre pesa, pero con todo estamos de acuerdo con el regidor local en que merece la pena intentarlo, eso sí, sin causar estropicios, sin dañar al comercio establecido, por ejemplo, el mercado de San Francisco que acoge la medida con mucho escepticismo y los vendedores creen que puede ser la puntilla a su actividad económica, que en todo caso hay que preservar por lo que representa un foco de atracción comercial de estas características.

A pesar de todo la peatonalización pienso que no admite dudas, hay que hacerla sí o sí, y los beneficios puede que tarden en hacerse visibles, pero lo que ha funcionado en otras muchísimas ciudades que lo hicieron antes que nosotros, no tiene que ser negativo para nuestra capital. Es lógico que haya recelos, los ha habido en todas partes, y sectores claramente contrarios a la idea, pero con todo hay que partir del convencimiento de que los beneficios serán mucho más grandes que los perjuicios que ahora se puedan vislumbrar.

Lo que no me parece de recibo es que tampoco en esto se muestren de acuerdo todos los grupos municipales. El consenso debería presidir esta iniciativa, pero hay que partir de una coincidencia, que es bueno para Jaén Por lo demás no se trata de hacer todos los cambios de un día para otro, en todos los lugares ha llevado su tiempo, siempre y cuando se tenga clara la idea de que es un avance significativo para la ciudad. Por lo que se refiere al debate, siempre es bienvenido, demuestra que la sociedad está viva y que, aunque los jienenses estén divididos, como ocurre siempre que se mueve algo en la ciudad, hay que aprovechar todas las opiniones pero con la convicción de que la ciudad es un proyecto que no se puede parar y tampoco es posible contentar a la vez a los 114.658 habitantes.

Ya saludamos con satisfacción que el equipo de gobierno municipal del PP se hubiera dado cuenta, al fin, de que la peatonalización del centro era una asignatura pendiente. De hecho me agradó que hace meses el propio concejal, Juan Carlos Ruiz, recordara cómo en su día, la peatonalización se acometió, con éxito, en ciudades como Granada, o las más cercanas a nosotros, Úbeda y Baeza, en parte impuesto por tratarse de Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Por tanto está bien que aunque con tanto retraso el gobierno local haya decidido implicarse en esa aventura y los mismos que estuvieron en contra hace un tiempo ahora aparezcan como impulsores. Fernández de Moya fue el enemigo número uno de esta iniciativa en favor de la modernidad y lo que pudo haberse ejevutado hace diez años se ha hecho esperar, pero tiene que ser algo completamente irreversible. Una ciudad moderna, con un casco histórico digno de ser disfrutado por los jienenses y conocido y admirado por los visitantes, necesita irremediablemente un modelo donde se dé prioridad al peatón, a la persona, para gozar de las calles más emblemáticas, con lo que también el comercio saldrá ganando. Esto es posible verlo en ciudades donde se reconoce sin paliativos el éxito de la peatonalización.

Precisamente porque la prioridad han de ser las personas, lo primero que corresponde asegurar a las autoridades municipales es que ningún barrio va a quedar aislado, hundido, o va a padecer las consecuencias de estas nuevas normas. Tampoco este puede ser el pretexto que se ponga sobre la mesa para abandonar el proyecto, que insistimos es el momento de ejecutar con valentía y decisión, sopesando los pros y los contras, porque se trata de hacer una ciudad más habitable, mejor para todos, donde nadie se sienta discriminado o perjudicado. Esto puede acarrear dificultades, pero para eso están los políticos y los técnicos, para hacer conciliables todos los derechos, y que al final nos quede una peatonalización ordenada en la que ganará muchos enteros la imagen de esta capital de provincia que por unas cosas o por otras siempre ha estado tan abandonada, aunque a los responsables no les guste que se diga así tan claramente.

Por supuesto que entre los asuntos que se están aportando para el debate, hay bastantes aspectos que nos parece muy razonable que se tengan en cuenta, solamente se trata de utilizar el sentido común, no hace falta leer las posiciones de los grandes urbanistas, hay que aplicar criterios de calidad ciudadana. Por ejemplo muchos jienenses se están quejando de una cierta persecución con las motos, cuando hay que favorecer este medio de transporte, lo que hay que evitar es que el coche se haga dueño del centro, porque en muchas ocasiones lo hemos convertido en un apéndice innecesario en una población donde no hay distancias. Es verdad que para una adecuada peatonalización tiene que funcionar como un reloj el transporte público, en especial los autobuses urbanos, que como bien sabemos es un servicio que admite mucho margen de mejora.

En fin, reitero un sí rotundo a la peatonalización, es un verdadero placer, insisto, pasear por Granada, pero también por Úbeda y por Baeza, por Salamanca o por Pontevedra, como recuerda el alcalde. En el caso de nuestro Jaén sería una condición indispensable para apoyar la candidatura de la Catedral a Patrimonio de la Humanidad si algún día llega. A los que nos gusta Jaén y vemos en cada rincón un motivo para la admiración de la ciudad, pensamos que no podemos condenarla a la mediocridad, tenemos que ser ambiciosos y pensar en futuro, ahora mismo no nos gusta conforme está y tenemos la oportunidad, ahora que la política municipal se ha puesto las pilas y el alcalde, que conoce mundo, es un convencido de ello, para darle un cambiazo en positivo. Se trata de aspirar a una ciudad más amable, más cómoda. Y, aunque a algunos parezca que le molesta, una capital para enseñarla, para que nos dé imagen y proyección.

Foto: La Carrera, en el corazón de la ciudad, que está semipeatonalizada.

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