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Por ANTONIO GARRIDO / En estos primeros días de marzo se cumplen exactamente cinco años de la presentación en sociedad de la plataforma ciudadana “Jaén Merece Más”. Cumplir una etapa así, y en Jaén, es sin duda un hecho impresionante, diría que hasta histórico, porque nunca una iniciativa surgida en favor de más atención al territorio, tuvo una respuesta de estas características. Además, no se trata ya del lustro recorrido, con un balance que son los propios jienenses quienes tienen que valorarlo, sino que todo hace indicar que lo ocurrido hasta ahora es un simple aperitivo para lo que puede venir a partir de este momento.

Todo sea por Jaén, era la frase con la que saludé la llegada de esta plataforma que en cinco años ya es un referente, en la que se integraron varias decenas de colectivos, con el único fin de ser un instrumento activo, muy implicado, para apoyar el despegue de Jaén en todos los órdenes. Que Jaén se levantara para poner a prueba su rebeldía cívica es signo de madurez social y democrática, aunque para la “política oficial” de siempre no haya resultado una invitada agradable, y haya tenido que soportar críticas y desprecios, algo que se esperaba porque la incursión de la plataforma en la vida pública no solo los retrataba a ellos sino que iba a ser, de hecho ha sido, una incomodidad manifiesta con sus casi diarios pronunciamientos sobre el ninguneo a Jaén de las diferentes administraciones. Y es en los momentos de dificultad como los actuales, con demasiado tiempo a la espera o sesteando, cuando se agradecen estos gestos de valentía ciudadana, totalmente generosos, porque lo que hay detrás es nuestra propia autoestima, que es la que impulsa a luchar a cara descubierta contra la pesada losa del conformismo y la indiferencia.

Antes de “Jaén Merece Más” lo que hubo a salto de mata en distintos momentos, fueron acciones aisladas y la que más duración tuvo, aunque al fin resultó efímera, porque los partidos políticos que estaban dentro, no se ponían de acuerdo, fue la denominada “Mesa por Jaén”, que hace treinta años, en la víspera del 28F, el 27 de febrero de 1992, celebraba una masiva manifestación con alrededor de 5.000 personas en la calle, demandando un mayor desarrollo para la provincia. En esa “Mesa por Jaén” no estaba el PSOE, por razones obvias, que en España y en Andalucía gobernaban sus siglas.

En la cabeza de aquella manifestación a la que hago referencia, figuraban Gabino Puche y Miguel Sánchez de Alcázar, por el PP; por IU-CA, Leocadio Fernández y Manuel Anguita; por el PA, José Bravo y el parlamentario autonómico adscrito a Jaén, y del CDS, Francisco Mozas. Igualmente figuraban los responsables de UGT, Bernabé Díaz, y de Comisiones Obreras, José Heredia; el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Espinosa, y los miembros de la Confederación de Empresarios, Rafael Soria Sales, Juan Arévalo, José Luis Siles y Manuel Díaz. Entre los asistentes figuraban asimismo los responsables regionales de IU-CA, Luis Carlos Rejón y Felipe Alcaraz. Aunque el participante que llamó poderosamente la atención en el Jaén de aquel tiempo, grata sorpresa, fue la presencia en la cabecera del entonces obispo de la diócesis, Santiago García Aracil. Curiosamente, cosas de Jaén, en aquella manifestación, como parece que se trataba de no molestar al poder, el mensaje tan repetido era el de “contra nada ni contra nadie, sino en favor de Jaén”, aunque en el desarrollo de la marcha se oyeron gritos contra el presidente Felipe González, los ministros Carlos Solchaga y Narcís Serra. Una estudiante de Derecho, Pepa Lombardo, que entonces presentaron sin militancia política reconocida, fue la encargada de dar lectura al comunicado y al poco tiempo la vimos de concejal por el PP en el Ayuntamiento, más aún, responsable de la Policía Local.

Previamente a la reacción de estos jienenses, el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, había minusvalorado el papel de esta respuesta. Escribí entonces que era un hecho a considerar reunir a miles de personas, pero sobre todo la fuerza capaz de aunar en un mismo fin a gentes teóricamente opuestas, desde el obispo hasta cada uno de los partidos políticos de la oposición y las organizaciones empresariales y sindicales, amén de personas muy representativas de la vida de la capital y de la provincia, con lo que el mensaje había calado y constituía una sólida base, o eso pensábamos, para seguir escribiendo el futuro. La peor reacción, altanera y de desprecio, fue la de Manuel Chaves, que llegó a calificar la manifestación de antidemocrática, lo cual ahora, visto con la suficiente perspectiva, es muy digna de su pequeña estatura política y a los hechos de su gestión me remito, especialmente lo poco que valoró a Jaén y su provincia en los fastos del 92. Cuando lo que Jaén demandaba en esa víspera del Día de Andalucía era una política de solidaridad entre las propias provincias y de llamar la atención a las administraciones para que dieran a Jaén lo que le correspondía. El PSOE de Jaén, que fue el gran ausente, tuvo entonces la oportunidad de coger un tren que parecía imparable, pero no lo hizo. De aquellos polvos, estos lodos.

Foto: La imagen no es muy buena, de hace treinta años, pero valga como testimonio de la masiva manifestación convocada entonces por la «Mesa por Jaén».

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