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Esta tarde se va a celebrar en la Diputación Provincial el solemne acto de reconocimiento a Vicente Oya Rodríguez como nuevo cronista oficial de la provincia de Jaén. Este cargo se encontraba vacante desde el fallecimiento del que lo ostentó con toda dignidad, el admirado y recordado periodista José Chamorro Lozano, a quien tengo que llamar maestro porque fue él quien inició mis primeros pasos en el periodismo y me encargó los primeros trabajos. Antes del que también fuera director del diario “Jaén” hubo grandes cronistas, como lo fueron, entre otros, Antonio Almendros Aguilar, Luis González López y Alfredo Cazabán Laguna, que dejaron grandes legados. Vicente Oya hará el número cinco en el orden de elección, por tanto nace tocado por la suerte.

La administración provincial, que es la competente para esta designación, escuchada la voz de los compañeros de crónica de Vicente Oya, ha resuelto concederle este honor con el que se hace justicia al colectivo porque la capacidad y la calidad del personaje no admite respuesta, es para todos un gran honor que el cronista que lo es de Jaén y Cambil sea, por sus méritos, a partir de esta fecha, el cronista provincial.

Creo, sin jactancia alguna, que soy una de las personas que mejor conocen a Vicente Oya Rodríguez. Lo llevo tratando desde hace casi 43 años y hemos vivido juntos momentos apasionantes en la vida de esta ciudad y de toda la provincia, hemos compartido mucho en lo personal y en lo profesional, y he aprendido tanto de él que suelo decir que una de mis mayores satisfacciones, lo digo de corazón, ha sido conocerle y tratarle.

El medio siglo último y quizá más de la vida de nuestro Jaén no sería lo mismo sin este entrañable personaje, que lo ha dado todo por esta tierra y es un archivo viviente, sobre todo de los secretos de lo jienense. A él acuden y acudimos todos en algún momento, de modo que parece una persona expropiada por el interés general de las causas más nobles.

Este ilustre cambileño, hijo predilecto y cronista oficial de su pueblo, cronista asimismo de la ciudad de Jaén, es, sobre todo, periodista completísimo, ha abordado todas las facetas de la profesión, y sigue al pie del cañón como columnista para contar las dichas y las desdichas de nuestro Jaén.

Se me agolpan en el recuerdo decenas de momentos vividos. Por ejemplo cuando tuve el privilegio de comunicarle por teléfono, desde el Ayuntamiento, en primicia, que le habían designado cronista de la ciudad. O cuando hace alrededor de veinte años, pronunciamos al alimón una conferencia, en Baeza, al recibir ambos el escudo de oro de aquella ciudad.

Impecable su labor profesional con una abundantísima producción, la más grande que se puede conocer de un periodista contemporáneo, sin ninguna duda. Todo Jaén está en su archivo y en las hemerotecas.

Como cronista, como presidente que ha sido de los cronistas, como miembro de honor de los cronistas españoles, siempre ha destacado la minuciosidad de su trabajo, la constancia en el estudio y la investigación, el sentido del deber y la responsabilidad con que asume cada uno de los compromisos, y desde luego ha “vendido” a Jaén como nadie en el exterior en publicaciones, congresos, e iniciativas muy diversas. Es más, se licenció en Historia precisamente para entender mejor su papel como guardián de la crónica local.

He comparado algunas veces su labor, con todas las singularidades que correspondan, a la del igualmente emblemático cronista Alfredo Cazabán Laguna, tan fundamental para el Jaén de su tiempo como lo es hoy Vicente Oya en el Jaén actual. Tan prolífico, tan presente, tan imprescindible, tan defensor de lo genuinamente jienense, que se nota que ama a Jaén y que al tiempo le duele Jaén.

Un día en el homenaje a su hermano del alma, Felipe, otro gran hombre en el recuerdo de cuantos le conocimos, tuve el honor de decir que era un Oya. Un Oya era Felipe, un Oya es Vicente. Muy buena gente los Oya.

Antes de conocerle ya era familiar su voz por los partes de Radio Nacional de España. Funcionario público de excepción, lo recuerdo como mano derecha de los gobernadores civiles de esta provincia. Y a través de los años le he visto siempre laborando, arrimando el hombro en muchos proyectos siempre a favor de esta tierra, ya en el Instituto de Estudios Jienenses, la Santa Capilla de San Andrés, los Amigos de San Antón…

No quiero dejar de lado su labor al frente de colectivos sociales como lo es en este momento de la Asociación Protectora de Minusválidos Psíquicos, Aprompsi, donde ha volcado su enorme generosidad y entusiasmo en una etapa floreciente para los fines asociativos y con realidades de las que la gran familia de Aprompsi le está muy reconocida.

Distinguido por la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamiento de Jaén, profeta en su tierra y premiado en vida como hay que hacer cuando las personas como él se lo merecen, creo que únicamente le falta para hacer un pleno que el Ayuntamiento de la ciudad le corresponda nombrándole como se merece, hijo adoptivo, que ya lo es desde luego en la consideración popular.

De momento y a partir de hoy, el Cazabán de nuestro tiempo, el nuevo cronista oficial de la provincia, no podía ser otro que este hombre sabio, prudente, estudioso, bueno, amigo y querido por todos. Y un entusiasta que no se rinde, ya lo dijo Marañón, “la capacidad de entusiasmo es signo de salud espiritual”. Un “enhorabuena” tan grande como nuestra Catedral.

 

 

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