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Con mucho gusto me sumo a la celebración del décimo aniversario de VIVA JAÉN, el primer diario gratuito de nuestra ciudad, que poco a poco se va haciendo mayor y cubriendo etapas como los buenos proyectos que llegan con la vocación de quedarse, y que reúne todos los requisitos para hacer pensar que tiene mucha cuerda por delante.

Ahora, con ocasión de esta gozosa efeméride, vienen a mi recuerdo los momentos iniciales de este proyecto ilusionante en el que he pasado alrededor de nueve años de mi vida profesional, plenamente satisfactorios y en la compañía de magníficos profesionales que aceptaron vincularse con esta aventura.

No éramos muchos, pero se trataba de un equipo bien avenido, con una misma idea del encargo que se nos hacía y con la voluntad de luchar contra los agoreros que nos pronosticaban unos cuantos meses en la calle y fin del sueño periodístico. Ahora, con el paso del tiempo, con la suficiente distancia para analizar lo ocurrido, me viene a la memoria el primer encuentro con José Antonio Mallou, responsable del Grupo Información, empresa andaluza cien por cien, que al pedirme que me subiera a este barco en calidad de capitán, en dos frases, poco más, me resumió sus pretensiones: un diario abierto a la ciudad, sin complejos, y social y políticamente influyente. Nos pusimos a trabajar en esta línea, y sinceramente creo que lo logramos en poco tiempo. Hoy aquella pretensión no admite duda y los críticos han tenido que claudicar y rendirse a la evidencia.

El propósito, desde los inicios, era el de propiciar una orientación editorial compatible con el progreso de Jaén. Si hay una realidad que ha calado hondamente entre los jienenses es que la capital, no hay que negarlo, ha crecido en muchos aspectos, pero sigue faltando un impulso para colocarla –méritos y potencialidades no le faltan– en el lugar que le corresponde dentro del concierto andaluz.

No es muy de recibo que en Jaén cueste más trabajo que en otros lugares sacar a flote y hacer que determinados proyectos que son necesarios y hasta urgentes, lleguen a materializarse. Por tanto una de las líneas de trabajo editorial, tal vez de las principales, ha sido la denuncia de la extrema lentitud con que para esta ciudad actúan las administraciones, desde la primera a la última.

Siempre nos ha preocupado este sino de Jaén, la rémora histórica de resignación, elementos contra los que nos propusimos plantear una batalla periodística en toda regla. No era nuestro papel redimir a Jaén, a tanto no llegaba la altanería, pero sí podíamos empujar con una conciencia crítica seria, responsable, comprometida y al tiempo enérgica y firme.

VIVA JAÉN, sin ninguna duda, se ha hecho en este tiempo un hueco en el panorama de la comunicación y esto nos fue motivando en el empeño de sumar la oferta de un diario ciudadano, apegado a las claves de la cultura local, a los empresarios más dinámicos, a los problemas de nuestros barrios y la inquietud de sus asociaciones representativas, a las organizaciones solidarias que trabajan en el entorno, a los jóvenes y a sus inquietudes, a nuestra Universidad y sus expectativas de futuro, a la cesta de la compra, a los problemas de la salud y la educación, a la crítica y el elogio a las decisiones que emanan de las administraciones más cercanas, a nuestro patrimonio (sobre todo a la Catedral), a las costumbres y tradiciones jaeneras, a las fiestas y Semana Santa tan peculiar y sugerente, al protagonismo de tantas personas anónimas que hacen ciudad…

Estos diez años nos dan como resultado, satisfactorio, el hecho de que un diario gratuito como el VIVA puede convertirse, como así ha sido, en un periódico popular, de referencia ciudadana, útil, y al tiempo y sobre todo, que gracias a él, hoy en Jaén se lea mucho más, y gratis.

Aprovecho estas líneas para agradecer la confianza del editor en nuestro trabajo, que durante mi etapa permitió seguir una senda de pluralidad e independencia, de amplia libertad en suma, que me parecían que era la mejor aportación que el primer diario gratuito podía hacer a sus lectores y a cuantos le habían otorgado su voto de confianza, hasta ser lo que es hoy, un medio más de la ciudad, insustituible, que ofrece otra visión de los aconteceres locales y que con su nueva seña de identidad, un proyecto nítidamente jienense, le añade valor añadido, propuestas para que el rotativo se siga implicando más aún con el paisaje y el paisanaje local a través de experiencias como el “Jaén Genuino”, valiosa e ilusionante iniciativa, o la incorporación de nuevos activos para reforzar el papel dinamizador de este medio.

Por último me gustaría resaltar los nombres de las personas con las que compartí esta apasionada travesía, empezando por el compañero Antonio Ocaña, que fue delegado del Grupo en los momentos decisivos de nuestra apuesta, pasando por Paqui Cros primero y Raúl Beltrán después (actual responsable), grandes periodistas que apoyaron mi tarea a plena satisfacción y de manera impecable; redactores tan jóvenes y buenos profesionales como Jesús Martínez o Aurora Guzmán, más veteranos como Aurelio Villar y el competente Rafa Pino; colaboradores, entre los que se encontraban Manuel Contreras, Juan de Dios Ortiz, Manuel Miró o José Luis Marín Weil; los personajes jienenses que se incorporaron paulatinamente a las páginas de opinión; nuestra responsable de administración y mucho más que eso, Laura Hidalgo…en fin, mucha gente a la que recuerdo con todo afecto y gratitud por el entusiasmo que pusieron en esta agradable singladura.

Deseo a VIVA JAÉN en su actual coyuntura, con empresarios jienenses ampliamente dispuestos, que cumpla con su cometido como hasta ahora y que no ceje en su empeño de continuar por mucho tiempo con la misma ilusión y que cuente, también como hasta el presente, con el respaldo de la ciudad que ha hecho suyo el periódico como si hubiera estado toda la vida. La verdad es que no se puede pedir más. ¡Enhorabuena! Por muchos años.

  

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