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A primera hora de esta tarde, un jueves 18 de agosto, se ha apagado definitivamente la voz de la cantaora más universal que ha dado la ciudad de Jaén en más de medio siglo. Se trata de Rosario López Carrascosa, a quien en Jaén se le ha conocido cariñosamente como “Chari”, personaje reconocido como gran artista y persona entrañable que ha gozado del afecto y cariño de todos sus paisanos, porque reunía todas las condiciones para ser una figura querida y admirada.

Tenía 73 años de edad y desde hace bastante tiempo arrastraba problemas de salud, agravados en los últimos años, razón por la cual necesitaba de cuidados especiales, por lo que ha pasado por la residencia La Inmaculada, primero, y últimamente por Fuente de la Peña, donde hoy se ha comunicado su fallecimiento que llena de pesar a todo Jaén por tratarse de una grande de esta capital, que se ha hecho acreedora a todos los reconocimientos públicos imaginables, entre ellos, los más importantes, la medalla de oro y el título de Hija Predilecta, que les fueron entregados por la Corporación Municipal en un solemne acto celebrado el 30 de noviembre de 2012, por la Corporación presidida por José Enrique Fernández de Moya, si bien la anterior con Carmen Peñalver como alcaldesa, inició el expediente para la concesión a la artista de los máximos honores del pueblo en el que nació. También tiene una calle con su nombre en la zona del Bulevar.

Recuerdo que en aquel solemne acto, aún reciente, hizo una de sus últimas declaraciones de amor a Jaén: “Soy una hija privilegiada de una familia, de unos amigos y de una tierra de privilegio”, y recordó el dicho popular “para nacer, y nacer bien, no hay mejor cuna en el mundo que un olivo de Jaén”. En cuanto a la medalla de oro que recibía, la definió como “una aureola de amor, más que una insignia”. Y siempre su modestia a flor de piel, agradeciendo el homenaje pero sintiendo que no reunía méritos al considerarse a sí misma “solo hija de Enrique e Isabel, que desde pequeña cantó como la cigarra para dar alegría a los demás”. Una lección de humildad y de humanidad.

Las distinciones para Rosario López a lo largo de su vida han sido muy numerosas y procedentes de distintos estamentos sociales, pero con la concedida por el Ayuntamiento, en nombre de toda la ciudad, se saldaba una deuda de gratitud con quien durante tanto tiempo paseó el nombre de Jaén dentro y fuera de nuestra tierra, por ejemplo en Japón, donde se admiraba su arte y su propia personalidad. Rosario, nuestra Chari, ha sido un patrimonio enorme de Jaén y una persona que ha suscitado siempre consenso porque se le ha reconocido como magnífica artista, pero al tiempo su extraordinaria calidad humana. El gran homenaje de Jaén, en el Teatro Infanta Leonor, fue como un plebiscito en el que se pudo palpar su poder de convocatoria, ya que una amplísima representación social quiso transmitirle su apoyo y respeto. Rosario López quedará en el recuerdo como una gran jaenera, como de sobra tiene demostrado, vinculada siempre con el mundo de las costumbres de la ciudad en la que nació.

Nació Chari, como seguramente saben la mayoría de sus paisanos, en el desaparecido y añorado Teatro Cervantes, hija del músico Enrique López, que le inculcó el amor al arte. Una vez identificada con el flamenco, sus inclinaciones primeras se orientan hacia las resonancias de Pastora Pavón «Niña de los Peines», hasta que conoce a nuestro comprovinciano Rafael Romero «El Gallina», cuando actúa en el desaparecido Cine Lis Palace, junto al gitano de Andújar y un jovencísimo Enrique Morente. A partir de este momento y por la amistad que entabla con personas del flamenco jienense como José Solís Rostáing o José Cruz -ambos fueron presidentes de la Peña Flamenca de Jaén-, Rosario López se integra en este colectivo cultural, hasta que por enfermedad ha de trasladarse a Barcelona, donde y gracias a la donación de su hermana Juani, le trasplantan un riñón que salva su vida. Durante su estancia en Cataluña entabla relación con diferentes peñas flamencas y logra numerosos éxitos artísticos.

Más tarde vuelve a Jaén y graba su primer disco, a través del cual evidencia sus influencias flamencas. Se hace cantaora necesaria en los festivales de nuestra provincia y consolida con Pepe Cruz, Rafael Romero «El Gallina» y la guitarra de Perico el del Lunar, hijo, los Pregones Flamencos de la Navidad. Seguidamente acomete la grabación del disco «Pasión, muerte y entierro de García Lorca», junto al conocido estudioso flamenco y periodista Juan Antonio Ibáñez. Como material complementario del X Congreso de Actividades Flamencas que se celebró en Jaén en 1982, se entregó el disco «Canta Jaén» donde nuestra protagonista comparte cartel con Carmen Linares, Rafael Romero, Carlos Cruz y «Pepe Polluelas». Sus éxitos no paran de incrementarse en su trayectoria artística (los tiene en Oviedo, Zamora, Valdepeñas, Ávila, Cataluña y la mayor parte de Andalucía), y comienza la grabación de su disco «El Cante de Rosario López», donde la guitarra de Juan Carmona «Habichuela», la conduce por los auténticos caminos del cante flamenco. Un poco más tarde y por iniciativa del Ayuntamiento de nuestra capital, graba el disco «Villancicos Flamencos», donde su sentimiento y la adaptabilidad del flamenco para estos menesteres, la plasma con arte y compás. Ha estado dos veces en Japón constatando su calidad cantaora en la representación de la obra flamenca Carmen.

Su biografía como artista y su propia producción discográfica es mucho más extensa y dejamos los detalles para los flamencólogos, por nuestra parte solo añadir que ha sido el gran emblema de la Peña Flamenca de Jaén, donde su arte ha sido reconocido en numerosas ocasiones. También pudo salir de su tierra, pero optó por quedarse en Jaén para siempre y sus paisanos se lo han sabido premiar y recompensar. Personalmente le dediqué un sentido homenaje el año en que tuve el privilegio de tenerla cerca cuando pronuncié el Pregón Flamenco de la Navidad y le dije en viva voz todo lo que pensaba de ella con el corazón en la mano.

En los últimos años estaba apartada de toda actividad, con la salud muy mermada. A sus dolencias habituales se unió en el dolor la muerte de su querida madre. Su hermana Juani, un ser excepcional que tuvo con ella un gesto enorme de amor y generosidad, y que ha sido sus pies y sus manos tanto tiempo, ha hecho que aún enferma se le viera en su silla de ruedas por las calles de la ciudad a la que tanto ha amado. Los últimos años han sido duros, de sufrimiento, pero a pesar de todo era fácil arrancarle una sonrisa, un gesto alegre y feliz a pesar de la adversidad. El último tributo de admiración se lo ha dedicado, no hace mucho, el Diario Jaén, con motivo de su 75 aniversario, con el acierto de reunir a la mayor parte de los alcaldes democráticos de la ciudad, que se sumaron a tan acertado gesto.

Buena cristiana, devota fiel de Nuestro Padre Jesús Nazareno, del Santo Rostro y de la Virgen de la Capilla, estoy convencido de que el Padre del cielo le va a premiar con creces el sufrimiento y el dolor que ha padecido. Siempre recordaremos a Chari como un icono unido a las esencias y al sentimiento de nuestro Jaén. Se nos va gente grande y valiosa, y nos dejan huérfanos, pero las entrañas de la ciudad me parece que no son lo mismo sin estas referencias de personas únicas, entre las que mi querida Rosario López ha ocupado un puesto de honor.

El cadáver se vela en el Tanatorio Ciudad de Jaén (Polígono de los Olivares) y el funeral de entierro tendrá lugar mañana, a las once y media, en la iglesia parroquial y basílica menor de San Ildefonso. Descanse en paz.

 

 

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