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Por Antonio Garrido Ruiz | “El culé puede estar muy orgulloso del entrenador que tenemos”. Cualquier persona ajena a este circo llamado fútbol podría pensar que estas palabras salen de boca de un presidente que confía y cree plenamente en el míster, su míster. Otros, más conocedores de lo rocambolesco que es este deporte, podrían creer que estas declaraciones nos retrotraen a cuando Xavi Hernández, cesado hoy como entrenador del Barça, llegaba al club de sus amores para reconducir la preocupante deriva que atravesaba allá por enero del 2022, inmerso ya por entonces en todo un circo.

Nada más lejos de la realidad. Estas palabras apenas tienen un mes. Hace cuatro semanas, Joan Laporta, entre lágrimas y visiblemente emocionado, ratificaba a Xavi como entrenador del Barça para la próxima campaña, después de que el técnico egarense se precipitara al confirmar que en junio dejaría el equipo culé. Ese orgullo lacrimógeno de Laporta ha durado cuatro semanas. Hoy el Barça ha cesado a Xavi después de ratificarle con una foto de familia esperpéntica, y todo por unas declaraciones en rueda de prensa del entrenador, que fue demasiado sincero acerca de las expectativas del club para la próxima campaña. Esperpéntico lo mires por donde lo mires. Un circo.

Y seguramente la solución sea la acertada para el Barça, pero las formas son impresentables. No existían garantías de que Xavi fuera a mejorar demasiado el rendimiento del equipo. De hecho, las posibilidades de que fuera cesado durante la próxima temporada eran altas. Como si de un funambulista en un circo se tratara, Xavi llevaba manteniéndose en la cuerda floja muchos meses, hasta que al final ha caído. Pero una leyenda como él no merecía este adiós. Por la puerta de atrás y con el cartel de “cierre al salir”. Koeman, Messi y Xavi. Los tres han salido mal, muy mal. Y eso sí que es achacable a la junta directiva, más propia de un equipo de barrio que de un club del calibre del Fútbol Club Barcelona. De circo en circo.

Laporta es un presidente bastante particular. Se guía principalmente por las emociones, y eso en la figura de un gestor de un auténtico transatlántico como el Barça es peligroso. Lo mismo te ratifica entre lágrimas que te despide sin prácticamente darte razones de peso en un plazo de días. Así es Jan. Así es su circo, pasen y vean.

Se va Xavi y llega Hansi Flick, el único entrenador junto a Guardiola en lograr un sextete. No tiene ADN Barça, no sabe español y no se casa con nadie. Terapia de choque para un Barça necesitado de zarandeos deportivos. Porque no tienen payasos, malabaristas, mujeres barbudas ni forzudos, pero de circos, al menos, van sobrados.

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