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Por JANA SUÁREZ / Cada uno de nosotros guardamos los recuerdos que hemos vivido, cierto es que algunos tienen un gran peso en nuestro corazón y me siento muy afortunada por atesorar esos momentos.

Quiero compartir con vosotros alguno de ellos:

Ha llegado Adviento, y como cada año desde que yo recuerdo, mi casa empieza a vestirse de Navidad. Este último domingo de noviembre ha sido muy especial aunque hemos hecho las mismas cosas o parecidas a otros años.

Mi madre ya es mayor, tiene 88 años y además de sus problemas cardíacos una demencia senil avanzada, últimamente con poca movilidad. Mi hija, mi nieta y yo fuimos colocando cada figura del nacimiento y adornando el árbol en una estancia distinta a donde ella se encontraba. Somos ruidosas, reímos y nos gusta hacerlo acompañadas por villancicos. (Ya sé que es muy pronto, ya sé). Una vez terminada la función decorativa, tocaba poner la mesa y comer. Pero no, no fue así, a pesar de no saber mi madre lo que estábamos haciendo, en el momento que dimos por finalizado el arranque de la Navidad, ¡llegó ella! Se sentó en una silla frente al Belén elogiando lo bonito que estaba y muy contenta, me di cuenta que faltaba algo, algo con lo que no había contado por su situación en los días anteriores.

Efectivamente faltaba algo fundamental: siempre cantamos un villancico las cuatro generaciones al terminar de poner el nacimiento. Las panderetas están guardadas con todos los adornos navideños. Repartí las panderetas y mi madre fue la que empezó a cantar al niño Dios. La seguimos su hija, su nieta y su biznieta inmediatamente, como si fuese años atrás cuando ella estaba mucho mejor. Entre música, toses y risas finalizó la mañana además de la gran sorpresa que me dio y que no olvidaré. Su dificultad al respirar, la hacía toser, y como quise parar para que no se agotara, ya nos emplazó para cantar “otro ratito” por la noche. Es algo normal hacer esas cosas en esta época del año, pero guardaré un recuerdo muy especial de este último domingo de noviembre.

Para ella, la Navidad es un tiempo maravilloso. Ya en otra ocasión, hace 5 años, momentos muy tristes en mi casa por su estado, la adelanté, sí, la adelanté dos meses. Y en un mes y medio, remontó al punto de pasar una Navidad tranquila y feliz en su fecha. Una vez más el niño Dios lo hizo posible…

Disfrutemos de los nuestros, ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

…sea la fecha que sea.

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