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El pasado 2 de octubre se cumplió el 150 Aniversario del nacimiento de Mohandas Karamchand Gandhi y mi objetivo ahora es rendir un pequeño tributo a este hombre excepcional, que fue uno de los principales artífices de la independencia de la India, utilizando unos métodos sorprendentes y muy efectivos, basados en la desobediencia civil y en la no violencia.

La no violencia o Ahimsa, como se conoce en sánscrito, es el eje principal del pensamiento y la acción de Gandhi, y por ello, el día 2 de octubre es también celebrado por Naciones Unidas como el Día Internacional de la No Violencia.

El nombre con el que es más conocido Gandhi no es el suyo propio, sino Mahatma, “el Magnánimo”, apelativo que le puso el poeta y premio Nobel de Literatura Rabindranath Tagore, con el que tuvo una gran amistad y la idea común de que no podía regenerarse la India sin la regeneración individual de los hindúes.

Mahatma Gandhi pertenecía a una familia de la casta vaisha, parecida a una clase media de comerciantes y terratenientes. Estudió derecho en Londres, donde tuvo contacto con algunas de sus influencias más relevantes, como determinados círculos de la naciente Sociedad Teosófica de Helena P. Blavatsky o el movimiento vegetariano. Mantuvo correspondencia con Leon Tolstoi el cual, a través de su literatura pacifista, también ejerció una notable influencia, así como el anarquista  Henry Thoreau. El estudio de textos sagrados como el Bhagavad Gita hindú, el Zend Avesta persa o los propios evangelios cristianos fueron algunas de las fuentes de su intensa espiritualidad.

El desempeño de su profesión lo llevó a defender a un cliente a Sudáfrica a final del siglo XIX, donde acabó viviendo. Y allí comprobó la fuerte segregación racial a la que estaba sometida la numerosa comunidad hindú. Estas vivencias despertaron su profundo espíritu rebelde frente a las injusticias, y cristalizó su lucha por los derechos de la minoría hindú y el enfrentamiento con las intolerancias y desigualdades, que le llevaron a la cárcel en no pocas ocasiones.

Tras veinte años en Sudáfrica, regresó a la India, la cual se dedicó a recorrer y conocer con detenimiento, descubriendo la magnitud de la pobreza e injusticia que azotaban su país, atribuible no solo al dominio inglés, sino también al fuerte arraigo de tradiciones y costumbres anquilosadas y basadas en supersticiones y conocimientos deformados, como el sistema de castas, con la aceptación de la casta paria, o los intocables, sometidos a una infame pobreza, o las múltiples formas de desigualdad de las mujeres.

Por ello, se dedicó íntegramente a liberar la India, no sólo de la ocupación británica, sino de la propia ignorancia y fanatismo popular hindú, por lo que un fundamentalista lo asesinó de un disparo en 1948.

Hay dos principios fundamentales en el pensamiento y la acción de Mahatma Gandhi, la sathyagraha o búsqueda y sostenimiento de la verdad y la ahimsa o no violencia. De alguna manera, son principios complementarios, el primero da lugar a una gran religiosidad, porque para Gandhi la Verdad y Dios son la misma cosa. Esta búsqueda y mantenimiento de la verdad le lleva a reconocer la justicia y rebelarse contra la injusticia, que determina su activismo político.

Por otra parte, ahimsa es un concepto hindú que puede traducirse como no violencia, e implica una actitud interior que impide infringir daño a nivel físico, emocional o mental, a ningún ser humano en cualquier circunstancia. Esta no violencia también se extendía al resto de seres vivos.

Mediante la búsqueda de la verdad se descubre que el Amor[1] forma parte fundamental de la naturaleza humana, por lo que la sathyagraha lleva a descubrir que la ahimsa es el estado natural del ser humano. Y recíprocamente, la no violencia es la vía idónea para el sostenimiento de la verdad, la herramienta que Gandhi utiliza para alcanzar sus fines políticos. “En la sathyagraha, la causa tiene que ser tan justa y clara como los medios”[2], es por ello que le corresponde la ahimsa.

Gandhi se encargó de argumentar y reflexionar mucho sobre la ahimsa. Se basa en asumir que la naturaleza del ser humano es una sola, compuesta de dos partes, una animal y otra espiritual. Si prevalece la primera surge el comportamiento de los brutos, el egoísmo que da lugar a la violencia. La violencia engendra violencia y atenta contra la vida. Por el contrario, si prevalece la parte espiritual gracias al Amor, surge de forma natural la no violencia, que permite la integración con la vida. Llegados a este punto, la naturaleza única que debe prevalecer en el ser humano es la espiritual y su consecuencia es la no violencia, que para Gandhi sería el estado propio e ideal del hombre. “Los hombres se encuentran ante una encrucijada: tienen que elegir entre la ley de la jungla y la ley de la humanidad.”

La idea y vivencia del Amor es primordial en Gandhi y el motor de la no violencia. Fueron muy relevantes para él los ejemplos de vida de Buda y de Jesucristo, del que llegó a decir “Jesús habría vivido y muerto en vano si no nos hubiera enseñado a regular la totalidad de la vida mediante la eterna ley del amor.”

La no violencia necesita por tanto de una gran purificación, es decir, el autodominio del yo-animal que facilita la expresión de ahimsa. Una vida lo más pura posible a todos los niveles: alimentación y cuidados del cuerpo, emociones y pensamientos. En este sentido el propio Gandhi llevaba un modo de vida sencillo, austero y estricto, y una alimentación vegetariana, experimentando frecuentemente con el crudivorismo. Según Gandhi “resulta imposible identificarse con todo lo viviente sin una purificación personal”. Gracias al autodominio de esa parte animal, se aplaca el egoísmo, y puede reconocerse el derecho a la vida del resto de los seres vivos.

La no violencia debe surgir del interior, del corazón, por ello no debe confundirse con la inacción del pusilánime. De nada sirve no producir violencia en el plano físico, si existe violencia a nivel de los sentimientos o de las ideas. La no violencia también debe extenderse a todos los momentos de nuestra vida, empezando por la familia y el círculo de amigos cercanos.

Como se ha dicho antes, el Bhagavad Gita ejerció una gran influencia en Gandhi, y una de las ideas clave de este texto hindú es la “recta acción”, es decir, actuar por sentido del deber, por dictado de nuestra propia naturaleza, sin apego al fruto de la acción. Si nuestra naturaleza es Amor, la acción debe estar movida por él, y es válida por sí misma, independientemente del resultado. Pero hay que actuar. Necesariamente hay que actuar. Por ello para Gandhi la no violencia es dinámica, no pasiva: “En este mundo no se ha hecho nunca nada que no se deba a la acción. Rechazo la expresión ‘resistencia pasiva’ porque no traduce por completo la realidad y podría verse en ella el alma de los débiles”.

Este principio llevado a la política es demoledor. Por la sathyagraha se descubre la injusticia, y por la ahimsa se pone en práctica la rebeldía y el enfrentamiento no violento frente a la injusticia (“La no cooperación con el mal es un deber sagrado”), con una gran ventaja: la no violencia no despierta violencia en el contrario, no requiere armas, ni conoce la derrota y está al alcance de cualquier ser humano.

Gandhi rechazó muchas veces que se confundiera la no violencia con la cobardía. Antes bien, precisamente apelaba que la necesidad de portar armas y usarlas denota un temor, un interior cobarde. Por el contrario, la práctica de la no violencia requiere de un gran valor, que proviene del corazón, del desapego a las realidades temporales y de la evidencia y vivencia de la realidad espiritual.

La cobardía no era una opción para Gandhi: “Existen esperanzas de que el hombre violento sea no violento algún día. Pero no hay esperanza alguna para el cobarde. Por eso, más de una vez dije que si no sabemos cómo defender a nuestra propia persona, a nuestras mujeres y nuestros lugares de trabajo, por la fuerza del sufrimiento -o sea, la no violencia- debemos estar dispuestos a defenderlos, si somos hombres, mediante la lucha”. Es muy sorprendente esta afirmación en Gandhi, lo que implica la importancia que tiene para él la lucha contra la injusticia, como una consecuencia de la sathyagraha, el sostenimiento de la verdad.

La dignidad humana se alcanza y preserva mejor desde la no violencia que desde el comportamiento violento. Es más factible capacitar a millones de personas para la no violencia que para la violencia.

Para Gandhi la no violencia debe medirse en condiciones adversas, en un ambiente hostil, que es cuando realmente demuestra su eficacia. “Nuestra no violencia no conduciría a nada si su éxito tuviera que depender de la buena voluntad de las autoridades que nos gobiernan.”

La no violencia también tiene un reflejo muy relevante sobre otros aspectos sociales. Por ejemplo, es incompatible con cualquier forma de explotación, de intolerancia, de injusticia. Un estado no violento debe proveer la formación suficiente para que el pueblo pueda conocerse y actuar de acuerdo con su voluntad y su mente. Si la no violencia no es cobardía, ni sometimiento, sino al contrario, el libre ejercicio de la búsqueda y sostenimiento de la verdad, requiere que cada cual pueda descubrir lo mejor de sí mismo y desarrollar el valor necesario para practicar la ahimsa. En este caso, el Amor ofrece la particular cara del amor a la sabiduría, “filosofía”. Y un estado no violento debe garantizar esta educación al pueblo.

Otro aspecto social de la ahimsa, para Gandhi, es su vínculo con la democracia verdadera, de la que dice que sólo puede ser el resultado de la no violencia, en la que cada persona “es artífice de su propio destino y…por medio de su representante, es su propio legislador”. El no violento tampoco puede permanecer pasivo frente a las injusticias sociales, porque la misma ética que se encuentra en la base de la no violencia es la que se indigna frente a la injusticia.

También relaciona Gandhi el desarrollo económico y la no violencia. Si se extendiera la idea de la no violencia al terreno de la economía habría que integrar los valores morales (puesto que la no violencia se sustenta en estos valores) en las reglas del comercio internacional.

Y por último, algunas frases más de Gandhi acerca de la no violencia:

“Una revolución no violenta no es un programa para la toma del poder. Es un programa para la transformación de las relaciones, de modo tal que se desemboca en una transferencia pacífica del poder.”

“La no violencia no puede ser predicada. Debe ser practicada.”

“La no violencia no es una vestimenta que uno se pone y saca a voluntad. Su sede se encuentra en el corazón y debe ser parte inseparable de nuestro ser.”

“La primera condición de la no violencia es la justicia expandida a todo territorio de la vida.”

“En cualquier hombre, las virtudes de la misericordia, la no violencia, el amor y la verdad sólo pueden ser auténticamente puestas a prueba cuando se confrontan con la crueldad, la violencia, el odio y la falsedad.”

“La lección que hay que sacar de esta tragedia de la bomba atómica es que no nos libraremos de su amenaza fabricando otras bombas todavía más destructoras, puesto que la violencia no es capaz de hacer desaparecer la violencia. La humanidad no puede librarse de la violencia más que por medio de la no violencia. Sólo el amor es capaz de vencer al odio. Responder al odio con el odio equivale a agravar más todavía sus efectos.”

En definitiva, según expone Gandhi, desde su propia experiencia y desde sus propios estudios, el ser humano puede llegar a vivir de manera no violenta cuando descubre su realidad espiritual, que es una forma de amor que le lleva a descubrir y vivir las virtudes, lo mejor de uno mismo. Esta no violencia debe ser cotidiana y aplicada a nivel físico, emocional y mental. Un ser humano que practica la ahimsa es virtuoso, valeroso, ético, comprometido y austero. Las condiciones necesarias para el mundo en que vivimos.

 

[1] A lo largo del texto, la palabra Amor no hay que interpretarla en un sentido romántico o sensiblero, sino como un principio universal que determina la unidad de lo múltiple, el reconocimiento del mismo principio espiritual en todo. Gracias al Amor se puede llegar a la armonía por oposición en la unión de los contrarios.

[2] En el texto, todas las frases entre comillas son citas literales de Gandhi.

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