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Por JOSÉ CALABRÚS LARA /

Paisajes de Jaén que aspiran a su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial.

En mi primera entrega refería el indudable éxito de la declaración de Úbeda y Baeza como ciudades Patrimonio de la Humanidad y la retirada del expediente de la Catedral de Jaén, informado desfavorablemente por los técnicos de la institución certificadora.  De ese caldo de cultivo surgió la aspiración de llevar a ese alto honor el mundo del olivar y su paisaje; el inmenso bosque, obra del esfuerzo humano sostenido en el tiempo y a la vez “humanizado” por sus habitantes, costumbres, usos y tradiciones. Fue esta una bandera que levantó la Diputación Provincial que ha venido encabezando a un grupo de instituciones de hasta cinco provincias andaluzas.

El precedente del “Paraíso Interior” se vería completado con la inserción en la lista del Patrimonio Mundial que se iba a extender a los más de sesenta millones de olivos que arraigan en el Santo Reino.

La primera reacción a la retirada del proyecto por parte de la Diputación a instancias de los agricultores y al conocer el contenido del Expediente ha sido frustrante, no se han tenido en cuenta a los interesados y solo se han incluido tres componentes que requieren una mínima explicación sobre los criterios de selección utilizados.

Han quedado fuera de la propuesta todas las grandes plantaciones de hileras infinitas formando su peculiar damero al tresbolillo de más de la mitad de la provincia y las líneas de amplios horizontes; el paisaje del olivar, en singular y por antonomasia, el océano olivarero de Jaén. No están los olivares feraces de La Loma y El Condado ni los de Martos, La Sierra Sur, Alcaudete y Alcalá la Real, ni los bellos paisajes de Mágina; ninguno ha tenido ocasión de optar a su inclusión en el expediente. En lugar del mar de olivos, ha quedado reducido a pequeñas islas de olivar.

Tres –solo tres- componentes merecen el honor de figurar en el proyecto: Olivares y Torres de Santa Catalina (C4), Hacienda La Laguna (C13) y Campiñas de Jaén (C14).

C3. Olivares y Torres de Santa Catalina.

Es una finca de olivar en la Sierra de Segura, a los pies de Orcera, con vistas a Segura y su castillo, con 62’81 Has. de componente y 292’97 Has. de “amortiguamiento”. Es un paisaje de belleza indudable, como este hay decenas de parajes de olivares en sierras, lomas y colinas, navas o campiñas que han sido preteridos.

C13. Hacienda La Laguna.

Es también una finca con 1.137’42 Has. incluidas más otras 5.394’09 Has. de zona de entorno, junto al Guadalquivir, en las inmediaciones del Puente del Obispo con una Hacienda y un lago y otro pequeño. Su peculiaridad estriba en ser una explotación industrial de mediados del siglo XIX; ni su plantación, ni los valores paisajísticos justifican la elección y que no sean replicables en otros lugares. Más interés pueden tener los extensos olivares que la circundan hacia La Loma, hacia Mágina o los llanos y oteros de Mancha Real.

C14. Campiñas de Jaén.

El único componente de Jaén que, junto con los cordobeses C11 Montoro y C12 Zuheros, realmente responden al enunciado “Paisajes del Olivar”, pues permiten apreciar la belleza del horizonte, el ‘sky line’ olivarero con magníficas vistas generales y extensas de olivares. Es también el más grande de los catorce propuestos, con 6.474’12 Has. propuestas y 40.403’82 Has. de amortiguamiento. Junto a su mayor extensión presenta un diseño territorial caprichoso, el propio enclave, la vertiente noroccidental de Porcuna, como el amortiguamiento hasta Lopera, Arjonilla, Arjona, Escañuela, Villardompardo y parte de Torredonjimeno, en la margen derecha de la A-306 de Córdoba a Jaén. Solo cabe objetar que ese Paisaje del Olivar estaría incompleto excluyendo los olivares tosirianos, marteños y de Higuera de Calatrava y Valenzuela que se divisan en lontananza desde la atalaya porcunesa.

Los olivareros de esta zona son los que han formulado mayor oposición y merece la pena detenerse a analizar las causas de su rechazo, por el que se les acusa de ser causantes del fiasco del proyecto. La propiedad de las parcelas en esta zona está muy atomizada y son muchos los agricultores, apegados al terreno, que cuidan y cultivan personalmente sus fincas y por ello han reaccionado al tener información del contenido del expediente, hasta el punto de que el Ayuntamiento de Porcuna, que figura inicialmente como promotor, ahora haya encabezado la protesta.

Esta es la realidad de la propuesta para Patrimonio Mundial que presenta Jaén en el fallido expediente: un paraje serrano, una finca tradicional y un paisaje de campiña, elegidos arbitrariamente y que no representan la realidad olivarera provincial. Se revela un esfuerzo importante para magros resultados. Es importante que se conozca esta realidad, para explicar que es distinta de la idea inicial más general.  

Recuperaré la visión de conjunto del olivar andaluz, objeto del proyecto, para ir concluyendo: los auténticos paisajes del olivar son minoría en la relación de los componentes incluidos en la propuesta, muchos de ellos son monumentos dedicados al olivar y rodeados de plantaciones (el alfar, la villa, las haciendas, cortijos, molinos o torres) que son, a la postre, los protagonistas del grueso volumen elaborado. Ello frustra las aspiraciones mayoritarias de ver incluido en la Lista del Patrimonio Mundial el inmenso bosque olivarero que desborda Jaén y se interna en las provincias limítrofes.

De otra parte, lo que ha preocupado a los agricultores que viven en los propuestos paisajes olivareros (C11, C12 y C14) es lo relativo a las medidas de protección y gestión, que muchas de ellas no parecen pensadas para el olivar sino para los monumentos y edificaciones relacionadas con el olivar, que son mayoría entre los bienes incluidos, según se propone, lo que llaman “patrimonio construido olivarero”, que desde el punto de vista de los paisajes son la anécdota, aunque para la propuesta parecen ser de especial interés.

Junto a las medidas de protección y gestión, en orden a prevenir no solo los riegos biológicos, catástrofes naturales o efectos derivados del cambio climático, están las “modificaciones de las visitas” o “presiones de desarrollo urbano de grandes infraestructuras”. Estas medidas cuyo tenor literal es terminante, pueden preocupar a quienes deban cumplirlas porque el documento, a la hora de determinar los medios para garantizar la protección, no solo recurre a la normativa de ordenación del territorio y el urbanismo, sino también al sinuoso -por indeterminado- terreno de la evaluación ambiental, para lo que se recurre a la exposición de motivos –no normativa- de la Ley del olivar.

Se debe tener en cuenta que ese “patrimonio construido olivarero” en algunos casos tiene ya su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que parece marcar una tendencia. ¿Qué impide que una vez obtenida la declaración de Patrimonio Mundial declaren BIC o Patrimonio Histórico todo lo ya protegido por la Unesco, en cuyo caso, junto a los dueños de los molinos y haciendas ya protegidos entrarían los agricultores porcunenses a correr el riesgo de sufrir todo el catálogo de obligaciones reseñadas y que para ello podrán ser inscritas en el Registro de la Propiedad, que se le impondrían incluido, en último extremo, la expropiación?

Parece que está justificada la preocupación de tantos olivareros. ¿Debieron ser consultados?, ¿se ha debido contar con ellos?, ¿deberían recibir alguna compensación por las obligaciones y compromisos que se les imponen?

Por último, desde Jaén, como jienense comprometido y olivarero, dejo estas preguntas en el aire: ¿Merece la pena el esfuerzo realizado por los promotores y particularmente la Diputación para realizar una propuesta de Inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial de catorce componentes singulares de los que solo tres son de aquí? Jaén pone el paisaje y el beneficio lo perciben otros.

Aunque solo fuera para dar respuesta a esas cuestiones, se debería repensar la totalidad del expediente y aprovechar para hacerlo más homogéneo, excluir lugares concretos y precisos e incluir lo que se ofreció, el auténtico paisaje del olivar, la realidad indiscutible de las grandes extensiones de olivos alineados que constituyen el más importante bosque creado por la acción humana, que es lo realmente digno de protección.

 José Calabrús Lara

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