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Naomi Klein describió con precisión cómo se desarrollan una de las estrategias neoliberales de acumulación por desposesión,  la doctrina del shock, ideada por el economista Milton Friedman y puesta en práctica por todo tipo de seguidores.  Consistiría en aprovechar los momentos en los que se produce una crisis de primer orden o estado de shock, y luego promover reformas que en situaciones normales la gente rechazaría vivamente. En cambio si se promueven mientras la gente aún se recupera del impacto generado por las crisis, tienen mucha probabilidad de éxito y de convertir la “desposesión” en reforma permanente.

En el 39 aniversario de la Constitución Española, tras la mayor crisis institucional y territorial de las últimas décadas, la cuestión de la reforma constitucional protagoniza las declaraciones de efemérides de los partidos. ¿De qué están hablando en realidad los partidos cuando hablan de «reforma constitucional»?. Para la mayoría de la gente común y corriente el asunto no queda muy claro, porque tampoco aquellos entran mucho en detalles.

Quienes sí si se explayaron y opinaron con mucha claridad sobre las constituciones del sur de Europa, fueron los de la Banca J. P Morgan. El 28 de mayo de 2013, la Oficina Central del Banco de inversiones norteamericano encabezado por John Pierpont Morgan, redactó un documento referido a la crisis europea, dedicándose en particular a la zona Euro. Después de análisis y propuestas de clásica marca neoliberal en el terreno económico, inesperadamente el documento se desvía hacia una valoración de carácter político. Para este banco, acusado por el mismo gobierno USA -sin consecuencias para sus negocios, por supuesto- de ser uno de los principales responsables de la crisis financiera con la difusión especulativa de bonos basura; para J.P. Morgan, la crisis en los países del sur de Europa necesita de reformas políticas, para liberarse de la fuerte influencia social de sus constituciones. Unas constituciones (se refieren especialmente a la italiana) que nacieron, nos recuerda el banco Morgan, tras la derrota del fascismo y en un momento en el que los partidos de izquierda tenían una especial fuerza política. Esto generó un tipo de sistema político basado en gobiernos con fuerte control parlamentario y protección constitucional de los derechos sociales y laborales, además de proteger el derecho a protestar si se dibujan cambios que no son aceptados. [1]

Aspectos todos estos valorados negativamente en el informe de la Morgan.

Se deduce  que para realizar las reformas económicas neoliberales exigidas para la continuidad del Euro y del sistema financiero y bancario continental, las élites financieras reclaman las reformas políticas adecuadas, que permita al poder ejecutivo decidir cuando sea necesario aquellas medidas que los mercados requieren, sin sufrir frenazos ni contestaciones.

Ojo al dato, porque desde su posición opaca a todas las miradas, y aparentemente ausente de los debates políticos, la élite financiera global tiene su propia propuesta y modelo útil para su propio derecho a decidir. Y según se desprende de informes como el citado, no parece que quieran hacerlo en beneficio de los derechos sociales y laborales, ni de las libertades democráticas de la mayoría. El caso del 135 fue un ejemplo.

 

[1]   Jamie Dimon, banquero de la JP Morgan escribe: «Estos sistemas políticos y constitucionales del sur (de Europa) presentan las siguientes características: ejecutivos débiles frente a los parlamentos; gobiernos centrales débiles frente a las regiones; tutela constitucional de los derechos de los trabajadores” técnicas de construcción del consenso basadas en el clientelismo y la posibilidad de protestar si se proponen cambios del status quo. La crisis ha mostrado a dónde llevan esas características».

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