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Por ANTONIO MARTÍN MESA / En un reciente artículo publicado en el Boletín del IEG: “La posición relativa de la economía giennense en el conjunto de España durante los últimos tres siglos”, utilizando diferentes fuentes estadísticas (El Catastro de Ensenada”; el Censo de Frutos y Manufacturas de Madoz, Canga Argüelles y Perpiñá Grau; el Diccionario de Madoz; los análisis de la Junta Consultiva Agronómica a principios del s. XX, así como los estudios del BBVA sobre “La renta nacional de España y su distribución provincial”), llegábamos a la conclusión de que Jaén siempre ha ocupado uno de los últimos lugares en la jerarquía económica (renta y empleo) de las provincias españolas, y muy por debajo de la media nacional. En el siglo XXI ahí seguimos.

No nos podemos cansar de repetir las grandes potencialidades de nuestra provincia:

  • Más de 300.00 Has. de parque natural (Cazorla, Segura y Las Villas, Sierra Mágina, Despeñaperros y Sierra Morena de Andújar).
  • Amplísima riqueza cultural y arquitectónica: ruta del Renacimiento (Úbeda-Baeza-Jaén), arte íbero (museo internacional), ruta de los Castillos y las Batallas, etc., que nos convierte en un verdadero Paraíso Interior.
  • Importantes recursos endógenos y gran tradición industrial: artesanía, repostería, madera, material auxiliar de la construcción, industria del plástico, componentes electrónicos, etc.
  • Somos líderes en el sector del aceite de oliva: 66 millones de olivos que nos permiten producir más del 40 por 100 del aceite de oliva español y en torno al 20 por 100 mundial.

Por lo que se refiere a las infraestructuras, no podemos estar orgullosos: aceptables las comunicaciones por carretera y autovía, muy deficientes las comunicaciones ferroviarias, el aeropuerto a más de 100 Km. y, claro, sin puerto marítimo.

Seis años de profunda crisis, de Gran Recesión, han hecho “rotos” muy importantes en nuestra economía. Un solo dato: 2008 (37.368 empresas industriales, de construcción y de servicios) 2014 (32.704), es decir, hemos perdido 4.664 empresas durante la crisis. En 2018 hay 34.030.

Industrias claves se han visto muy afectadas (ladrillo de Bailén, muebles de Mancha Real) o, incluso, han desaparecido (el automóvil y su industria auxiliar en Linares).

Hoy, en 2019, se puede afirmar que la Gran Recesión ya concluyó en Jaén, pero nos queda mucho camino por andar, mucho puente destruido que reconstruir:

  • Seguimos con tasas de paro muy elevadas. Así, en el primer trimestre de 2019 Jaén tenía en paro al 20,35 por 100 de su población activa (España: 14,70 por 100).
  • El PIB per cápita (2016) en Jaén era de 16.844 €, frente a los 17.800 € de Andalucía o los 24.029 de España.
  • Jaén, que aporta en torno al 1 por 100 del PIB nacional, participa solamente en el 0,4 por 100 de las exportaciones españolas. Nuestras exportaciones apenas representan el 4 por 100 del total de las andaluzas.
  • Somos una de las pocas provincias españolas sin alta velocidad (junto a Soria, Teruel y poco más).
  • La inversión pública sigue siendo raquítica. Sirva de ejemplo la licitación de obra pública en 2018. Si nos fijamos en los euros por habitante: Jaén recibió 170,6; Andalucía 296,6 y España 360,5. Si la unidad de medida son miles de euros por kilómetro cuadrado de superficie: en Jaén se licitaron 8,1; en Andalucía 28,4 y en España 33,3.
  • En 2019 nuestra economía crecerá al 1,9 por 100 (entre el 2,2 y el 2,3 por 100 son las previsiones para Andalucía y España).

No sigo por esta vía.

Jaén será lo que nuestras empresas y los jiennenses queramos que sea y hoy aquí tenemos grandes ejemplos: Valeo, Coosur, Luis Piña, Bidafarma, Proinsur, Mariscos Castellar, Pellenc Ibérica, Olivar de Segura, Gestamp, etc., etc.

Tenemos una Universidad de Jaén, que deberá ser promotora del conocimiento, de la investigación y de la transferencia al mundo empresarial (estamos expectantes por el papel que puede jugar la recién creada Fundación Universidad-Empresa).

Tenemos riqueza patrimonial, capital humano, recursos endógenos, capacidad de emprendimiento, etc.

Debemos romper la inercia de siglos de contentarnos, cual maldición bíblica, de ser “los últimos de la fila”.

Ahora bien, no es el momento de “echar paños calientes” a nuestra situación económica, sino el de afrontar con decisión las políticas necesarias para superar los déficits existentes e iniciar un proceso de desarrollo decidido, al que llevamos decenios, por no decir siglos, esperando.