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Por DESIRÉE AMARO VEGA / El carácter y la identidad de una persona son su columna vertebral, también lo son cuando hablamos de un territorio, como decía Tizón, en un sentido antropológico, el territorio es un “ambiente de vida, de acción, y de pensamiento de una comunidad, asociado a procesos de construcción de identidad”. La identidad y los valores confieren una trayectoria, una dirección, una guía para actuar y dejar de quejarnos de lo que nos sucede, para luchar por ser los protagonistas de nuestra tierra y de nuestro futuro.

Por ello, estoy absolutamente convencida de que una manera natural de fortalecer un territorio es estimulando un concepto de identidad compartida.

En el momento en el que desarrollamos un sentido de pertenencia hacia alguien o hacia algo, automáticamente tendemos a protegerlo y a darle valor.

Ahora bien, si hay algo singular en la construcción colectiva de un territorio es sin duda su folclore, es más, existen enfoques actuales, teóricos y metodológicos, que vinculan directamente el folclore a la identidad, valorando dentro de su contenido el conjunto de rasgos propios de un colectivo que lo diferencia de los demás. Estas reflexiones novedosas sobre los procesos identitarios deberían marcar un punto de inflexión en la inclusión de nuestro folclore como la herramienta que contiene un conjunto de actitudes y creencias compartidas por las personas que conviven en un territorio, una herramienta que puede ser muy poderosa.

Y es que si algo ayuda a conocernos como pueblo es el folclore, porque es nuestra memoria, y sin memoria no se puede reconocer y consolidar una identidad fuerte, pero los prejuicios y el desconocimiento lo han inhabilitado como una fuente clave de información.

Desde hace muchos años, venimos desechando la riqueza etnológica como elemento de valor para consolidar nuestra identidad como vehículo de crecimiento para el futuro, sin darnos cuenta de que podríamos utilizar esta riqueza consolidando lo que nos diferencia de otros pueblos, de otros territorios, poniéndolo al servicio de la creación de valor y riqueza, capitalizando estas especificidades y convirtiéndolas en potencialidades económicas.

Hay intentos interesantes, en la gastronomía por ejemplo, pero no tendrán la transcendencia necesaria si olvidamos el origen de nuestra cocina tradicional y genuina como base de todas las propuestas más actuales.

El folclore, además de la gastronomía, impregna otros ámbitos, como la indumentaria y el diseño, la música y la danza, incluso la arquitectura vinculada a la sostenibilidad, el paisaje y el entorno natural, y todo ello se puede traducir en proyectos reales para evitar la emigración y la despoblación de los entornos rurales, generando economías sostenibles y fomentando el empleo.

El folclore ayuda a investigar, comprender y salvaguardar, a reconocer e interpretar, a valorar, proteger, consolidar e integrar, pero sobre todo a compartir e interactuar. Jaén, hoy más que nunca, se ha convertido en un espacio donde reina el malestar y la incertidumbre por el futuro, por las lamentables comunicaciones y las bajas inversiones respecto a otras provincias, y ahora sufrimos el agravio planteado respecto a la financiación de la Universidad, motor cultural y socioeconómico imprescindible para una provincia que se enfrenta a grandes retos en el futuro y que no termina de coger el ritmo que necesita para ejecutar dichos cambios.

No voy a hablar de economía ni de política pero sí quiero hablar de nuestra identidad, porque creo que nos hemos olvidado de quiénes somos, qué nos diferencia, qué nos caracteriza y qué marca nuestra forma de ser y nuestro carácter de gente de Jaén.

Quiero hablar de identidad porque ponerla en valor puede suponer riqueza para un territorio, por su singularidad y por sus valores, que son poderosos principios de acción.

Por eso vamos a seguir utilizando el folclore como vehículo constructor y diferenciador, aportando lo que nos hace únicos al diseño de ese futuro que necesita Jaén, aquí estamos para todas aquellas personas e instituciones que quieran reconocer y poner en valor nuestra identidad, que cuenten con nosotros porque si somos capaces de hacer las cosas de otra manera, seguro que Jaén saldrá adelante, es la hora de levantarse y dar un golpe encima de la mesa.

Foto: Una actuación de la Asociación «Lola Torres», emblema del folclore de Jaén y provincia.

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