Por JULIO PULIDO MOULET / Nadie medianamente en su juicio puede entender que el país con más reservas de petróleo del mundo, Venezuela, esté sumido en la miseria, el 52 por ciento de su población sea pobre, 8 millones de sus ciudadanos hayan puesto tierra de por medio, soporte una inflación del 190 por ciento (hay quién la sitúa en el 340), su producto interior bruto tiene un déficit del 58 por ciento, su deuda pública alcanza el 67 por ciento y aún así sus políticos se ufanen de que están consiguiendo mejorar de un tiempo acá. En el ámbito político tras el reciente fraude electoral la represión, el asesinato de al menos 50 personas y el encarcelamiento y tortura de otras 2.000, evidencian que el régimen de Maduro es una dictadura amparada en el terror y la abolición de cualquier derecho democrático en aquel país. Para lograrlo Maduro no ha reparado en fabricar instituciones que le son fieles y poner al frente de ellas a sicarios de su misma laya. El Consejo Nacional Electoral, el Observatorio electoral venezolano, y la llamada lista Tascón de ciudadanos y funcionarios disidentes que fueron expulsados de su trabajo y perseguidos, son algunos ejemplos de esa colonización de las instituciones que le permiten gobernar mediante decretos sin someterse a control alguno, ya que las Cortes Venezolanas son un apéndice de Maduro para intentar revestir de una mínima vestimenta democrática lo que es lisa y llanamente una dictadura amparada por un ejército sumiso y parte de un pueblo agraciado por Maduro con prebendas. Por decirlo más claro, un país convenientemente dividido entre buenos (los que apoyan al sátrapa) y malos (todos los demás).
Y es en este punto en el que cabe buscar cierto paralelismo entre lo que pasa en Venezuela y lo que EMPIEZA A PASAR en España si no se remedia a tiempo. Obviamente aún no es comparable la situación, pero nadie puede negar evidencias que saltan a la vista. Sánchez usa y abusa de cuatro instrumentos básicos: la Fiscalía, ya saben de quién depende según sus propias palabras, el Constitucional comandado por el fiel Pumpido, el Cis del camarada Tezanos que pretende con encuestas falseadas que Sánchez siempre sea ganador, el Parlamento en el que mediante compra de siete votos a la extrema derecha independentista catalana le alcanza por dos escaños para tener mayoría, aunque no siempre, y cabe desde hace poco más de un rato una quinta institución: el Banco de España, para el que ha sacado del gabinete al ministro Escrivá para ponerlo al frente de esa institución financiera. Con esos mimbres este aprendiz de Maduro gobierna el país a golpe de decretos, órdenes ministeriales y si hay que prescindir del Parlamento ya ha anunciado que lo hará si sus socios y sus incipientes hartazgos lo abandonan en asuntos básicos. Y finalmente el secretismo. Por qué vota Sánchez y su cohorte en contra de reconocer a Edmundo González como ganador de las elecciones en Venezuela, por qué Margarita Robles y Borrell hablan abiertamente de dictadura en Venezuela y el resto no. Por qué todos los ex presidentes del gobierno, excepto Zapatero se unen a 32 expresidentes latinoamericanos y denuncian lo que está ocurriendo en aquel país. Por qué no le sale de la entrepierna al tirano Maduro presentar las actas electorales. Y a todo esto qué pinta un presumible demócrata como Zapatero de asesor de Maduro, qué intereses económicos lo mueven a él y a sus hijas (con empresa consultora en aquel país). Y qué es esa salida de tono de nuestro gobierno que para aprobar la declaración de González Urrutia como ganador había que añadir el gran papel de Zapa. Qué ha hecho Zapatero colaborando en traerlo a España: salvarlo, o quitarle a su amigo Maduro un problema de encima dejando salir del país sano y salvo a su oponente y vencedor en las urnas. ¿Ese ha sido el papelón de Zapatero? Sin duda con ese papel el ex presidente español deja clara su postura de apoyo a este ogro terrorista, valedor del narcotráfico, usurpador de la voluntad del pueblo venezolano, ese que envía maletas llenas al parecer de oro y dinero (si Ábalos hablara) con nocturnidad y alevosía y presencia de su ministra de exteriores al aeropuerto de Barajas. ¿Eran bienes para alguien o depósitos para tenerlos a disposición por si tiene que salir por patas al exilio?
Son tantas las dudas, las claves, lo oculto en toda esta situación, que lo único que cabe es mostrar respeto y cariño hacia el pueblo de Venezuela y sujetar cada español de bien un trozo del lazo que nos une a esos países a los que dimos lo mejor de nosotros a pesar de que el relato interesado quiera reescribir la Historia y decir que fuimos unos canallas colonizadores.
Y ojalá que los tics dictatoriales de los gobernantes españoles de ahora y de los que vengan no se asemejen al drama que vive el pueblo de Venezuela. País rico, riquísimo, en el que la mitad de su población vive en la miseria.
Foto: Maduro y Zapatero, en uno de sus encuentros.