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Seguramente si lleváramos a cabo una encuesta amplia para conocer la opinión sobre la misión de una empresa, el resultado más generalizado sería: “obtener beneficios”, y, posiblemente, esta sería una respuesta muy adecuada si pensamos que, en definitiva,  esta condición es imprescindible para facilitar la continuidad de la actividad empresarial y conseguir sus planes de empresa. Tal es así que, según algunas estadísticas, el 70% de las empresas españolas fracasan en sus primeros 5 años de vida, incluso, a menudo, antes de que hayan tenido la oportunidad de alcanzar sus objetivos empresariales claves. En este porcentaje están incluidas todo tipo de empresas y parece lógico pensar que la mayor parte pueda corresponder a pequeñas y medianas empresas, por falta de medios económicos/financieros y carencia de un plan estratégico adecuado.

Las razones de esta demoledora realidad obedecen tanto a causas internas, tales, entre otras, como decisiones incorrectas, deterioro de la situación económica y/o financiera,  mala gestión o falta de cohesión del equipo; o por causas externas que escapan a su control, como cambios en los hábitos de los consumidores, falta de adaptación y respuesta a nuevos retos, tanto comerciales como tecnológicos, dificultad para responder a las estrategias de la competencia u otras causas que atentan contra la continuidad de la empresa.

Posiblemente habría que aconsejar a los empresarios que incluyan entre sus estrategias un profundo análisis comparativo de las causas que originaron el fracaso de esa multitud de empresas y los cauces y decisiones que siguieron aquellas otras que tuvieron éxito. Seguramente, como señalábamos anteriormente, la falta de un guion estratégico, que debería incluir la misión y visión de la empresa, y un adecuado y profundo seguimiento del mismo, aceleró el proceso de caída originado por las decisiones y actitudes espontaneas de la persona que inició el negocio.

En cualquier caso, parece necesario recordar que maximizar el beneficio legítimo que puede ser obtenido es una consecuencia de la consolidación y del control y de las perspectivas de futuro, hasta donde sea posible, de una empresa. Resulta, por tanto,  imprescindible que el mensaje definido por la misión de la empresa sea conocido, admitido y asimilado por todos los miembros de la organización en el compendio estratégico que comprende a dueños, empleados, accionistas, proveedores, clientes e, incluso, la propia comunidad. Resulta necesario, por tanto, reiterar que buena parte de  esa integración en el esquema estratégico y en la confianza en la empresa dependerá de la consolidación, día tras día, de la lealtad y fidelización de los clientes y de la implicación de los empleados. 

 

 

 

 

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