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Hay imágenes que definen un contexto cuyo significado posiblemente desborda el momento concreto en que fueron captadas. Dejo para licenciadas en enigmas o peritos en metáforas,  explicar por qué la noche del 22 de mayo de 2011, la victoria electoral del Partido Popular en la ciudad, era celebrada con visible entusiasmo, en la sede de este partido, por los representantes de uno de los servicios municipales que más rechazo y más valoraciones negativas acumulan. La imagen fue publicada al día siguiente en varios periódicos locales, puede comprobarse en la hemeroteca lo que digo.

La historia no es de ayer, ni de antes de ayer, pero ahí sigue después de varias décadas  acumulando inmutable polémicas e informes desfavorables. El relato de los despropósitos sería largo, afectando incluso a la propia naturaleza del contrato entre empresa y municipio, cuya legalidad fue cuestionada en los años 90 por un informe de una especialista en derecho administrativo de la UJA. Contrato al que al día de hoy el propio Ayuntamiento no podría calificar ni de concierto ni de concesión administrativa sin pisar terrenos pantanosos. Ha habido también intentos fallidos de exigir auditorías anuales para conocer los ingresos reales que genera un servicio pagado por sus sufridos usuarios, pero al final de una manera u otra, medidas que son de bastante sentido común, se terminaron esquivando o llevándose a un terreno de poca fiabilidad.

Estos días, en los que Jaén en Común está a pie de calle informando y recogiendo reclamaciones, constatamos una vez más el amplio consenso existente entre las vecinas y vecinos de Jaén de todas edades, circunstancias e ideologías, en la valoración negativa del servicio de autobuses urbano de la ciudad.

Sobre la pésima calidad, se pronunció un estudio referido al servicio de transporte urbano en 52 capitales de provincia, realizado por la OCU hace años y en el que el de Jaén quedó en último lugar. Lo corroboraron también, cuando se les preguntó, los estudiantes de la UJA, y una encuesta realizada por el Consejo de Estudiantes a instancias del propio Ayuntamiento, señalaba el alto nivel de descontento existente. Pronunciamientos desfavorables los hubo hasta de la Cámara de Cuentas andaluza y en las actas de los plenos municipales a lo largo de los años, se pueden encontrar referencias múltiples al descontento ciudadano, a incumplimientos del reglamento del servicio, a las resistencias a las auditorías, apelaciones infructuosas a que el Ayuntamiento aplique un régimen sancionador para poner fin a los abusos…y otros etc.

Sin embargo en 2005 dos años antes de las elecciones municipales, a pesar de que aún faltaban 6 años para que se extinguiese el contrato entonces vigente, un servicio prestado con tan probada meritocracia, fue premiado, con una renovación mediante decreto de 29 de julio, por 25 años más. ¡Toda una proeza de rapidez y anticipación en una ciudad acostumbrada a que las administraciones actúen, si es que lo hacen, con varias décadas de retraso! La contraprestación que aportaría la empresa a cambio de la acelerada renovación de contrato, consistía en la instalación de paneles informativos, en los que los usuarios podrían contemplar con iluminación digital incorporada el tiempo de paciente espera que aún les quedaba hasta el próximo retraso del autobús. Paneles que por supuesto, si se instalaron, al día de hoy son difíciles de contemplar. Estas son sólo algunas pinceladas ilustrativas de una larga trayectoria desde 1961.

A estas alturas de la película, tiene cierta coherencia que la titular del contrato, (¿concesión? ¿concierto?) se convirtiese unos años después en uno de los actores de otra historia rocambolesca, la del tranvía, paralizado desde hace 6 años. Y ya puestas, tampoco extrañaba mucho en Jaén que en los autobuses urbanos de la ciudad se conservara una reliquia extinguida en todos los autobuses del país: sus famosos tornos giratorios desafiando con audacia la era digital. La propia concejalía de transportes, encargada de velar por la adecuada prestación del servicio, ha afirmado sin rubor que desconocía la normativa que prohibía su uso. ¡Y he aquí una vuelta de tuerca más!, según el informe que VEIASA emitió tras una consulta del Grupo Municipal de Jaén en Común, los autobuses con tornos instalados no pueden pasar con informe favorable la ITV puesto que los prohíben varios reglamentos.

Pero, sin embargo, al día de hoy…¡Todos los autobuses del servicio circulan con ellos puestos! Podemos imaginar por qué y cómo y a continuación supongo que no se considerará como una aprensión propia de tiquismiquis, subirse a un autobús e inquietarse por el estado, el legal y el material, del resto de piezas que no se ven tanto.

Sea como fuera, el caso es que los mismos responsables municipales que cuatro días antes agitaban banderas y publicaban Bandos para reclamar ley y orden en otros territorios, a la vista del informe, ahora declaraban sin empacho que desconocían los problemas de legalidad en el propio campo.

Todo este escándalo sucede en un servicio estratégico para la movilidad y por supuesto para la configuración de muchos aspectos cotidianos de la vida urbana. Que una ciudad de las dimensiones de Jaén tenga en el tráfico uno de sus principales problemas; que tenga uno de los mayores niveles de contaminación, e incluso el abandono de sus barrios, tiene una relación estrecha con las enormes deficiencias del servicio de transporte público. ¿Qué decir de un proyecto de ciudad que se plantease en serio la sostenibilidad y respuestas ante el cambio climático?. El primer requisito para peatonalizar o pacificar el tráfico en una determinada zona de la ciudad, es hacer que el uso del coche privado no sea una necesidad, y hoy por hoy Jaén carece de un servicio de transporte público cómodo, amable, sostenible, eficaz, con precios asequibles para la mayoría, que garantice el desplazamiento sin retraso a cualquier punto de la ciudad.

Plantear un plan de peatonalización en el centro, teniendo como aliado al servicio de autobuses urbano que tenemos, sonaría a broma si no se tratase de un asunto tan serio que implica medidas de impacto para cualquier ciudad y que, visto lo visto, también puede ser descarrilado por intereses muy privados como en su momento lo hizo el tranvía

Sería un error atribuir la solución de los problemas a una mera cuestión de modernización de titulares, porque en realidad, con el caso de los autobuses urbanos estamos ante un ejemplo bien cualificado de las consecuencias que tienen la generalización de los modelos de gestión privada en servicios que son estratégicos desde el punto de vista del interés público.

Como explicaba Naomi Klein hace alguno años en “La doctrina del shock”, privatizar servicios que son esenciales para el bien común, es parte del problema, no la solución, y en Jaén la situación es bastante lamentable. Jaén en Común ha tomado ya la iniciativa, ahora hay que sumar a muchos más esfuerzos tanto políticos como de la ciudadanía para arreglarla.

 

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