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Bajar por el Paseo de la Estación, a las nueve de la noche, en un día de invierno que se llama jueves, me lleva al recuerdo de las fiestas universitarias; aquellas reuniones en las que buscábamos el alboroto de los pubs. Cuando el botellón, todavía no había conquistado las calles.

Esta noche, mientras iba al concierto del joven cantautor Ernesto Mateos, he sentido esta bella nostalgia.

Para todos aquellos que no lo sepan, el Paseo de la Estación, fue un hermoso bulevar, en el que el jaenés disfrutaba de sus días de asueto. Sus edificios regionalistas eran la envidia de la ciudad, destacando entre ellos, quizá, el Teatro Norte. Lamentablemente todos desaparecieron, a consecuencia de la especulación y de ese mal plan llamado desarrollismo.

Apenas hay gente en la calle. Las hojas caídas de los árboles corroboran la realidad de que estamos en pleno invierno. El descenso con mi soledad es la cura que alivia mi alma.  La sinfonía número cinco de Sibelius es la coraza que me protege, aislándome de un frio que ya empieza a ser molesto.

Entrar al pub Pipas, es volver a recordar el Jaén ochentero y de los primeros años de los noventa, en los que la cultura renacía en una ciudad, aislada y con ganas de ser moderna. Salvando las notables diferencias, en el reino de Jaén, también tuvimos nuestra pequeña movida. En la sala, pude ver a sabíos poetas de Jaén de toda la vida, como mi amigo Antonio González, y grandes realidades como la cantautora Alicia Herrera.

La penumbra del pub daba un toque de magia a la musical noche. Pero lo mejor, estaba por llegar. El joven Mateos -creo que era su segundo concierto- fue la estrella que brilló en la noche. Acompañado de su guitarra y siempre con su piano, al lado, cuando la ocasión lo requería, deleitó a todos los asistentes. La conexión entre la música y el lirismo de sus letras es un don, que domina con una asombrosa maestría. Es capaz de convertir uno sencillos acordes, en una valiente melodía. Si sigue, por este camino, y acompañado por un complejo proceso de formación, podremos tener en esta ciudad otro gran referente musical.

La familia de Ernesto es el pilar que lo sustenta: sus padres y sus tíos volvieron a descubrir su gran corazón. Es un joven especial, que demuestra el amor por la vida.

La cultura en Jaén está más viva que nunca. La savia nueva asciende por las veredas de unos árboles que crecen sanos.

Ah, se me olvidaba. Estén atentos a la pareja musical de Mateos, Natalia. Otra voz que viajará por el universo.

Volví sobre mis pasos. Dejé aparcado al frío Sibelius. La poesía de Ernesto alumbraba mi camino.

Foto: El cantautor Ernesto Mateos, en plena actuación.

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