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Coincidiendo con el Día Internacional del Mayor, viene celebrándose la semana de los mayores, con una serie de actos previstos en programaciones de variada índole. Y es buen motivo para acercarse a este colectivo en apoyo de su quehacer y de su compromiso con la sociedad.

Y estos días, se dice, son para la fiesta y el recuerdo. Para la  solidaridad y  la amistad.

Dentro de la semana del mayor, y  desde el gran teatro de lo cotidiano, debo decirles que yo veo esta jornada, entre otras celebraciones y actividades puntuales, como  un tiempo de fiesta y a la vez recuerdo del ayer, de nuestro pasado que es historia.  Es decir, vivir la historia nuevamente, bien en algunas etapas o en momentos oportunos. Una fiesta del recuerdo, o lo que es lo mismo, una fiesta  por y para el mayor. Para ustedes, mis amigos los mayores.

Porque la historia nos hace contemplar nuestras vidas, mirarnos en el espejo de un pasado a través del que podemos conformar nuestro devenir. Lo que fuimos, somos y seremos.

Y me gustaría, cierto es, que ese ayer vivido, al menos en parte, fuera un presente donde, junto a la añoranza, también ofrezcamos la realidad de un hoy. De este hoy para hablar y señalar cómo nuestras vidas, supieron y saben de ilusiones, de capacidades, de proyectos; unos realizables y otros que se quedaron en el camino.

A propósito de este día del mayor invitamos a la reflexión. A este respecto cabe decir que literatos, escritores, filósofos, y poetas  emplean frases para hacer el lenguaje más diáfano y directo. Más breve en sus conceptos, y más enriquecedor para el pensamiento.

Así decimos que uno se va haciendo mayor cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza.

O que envejecer no es una enfermedad sino un cambio inseparable de la vida.

Nos gusta esta frase de la deportista Teresa Sabell, “te haces mayor cuando te dejas vencer por la vida”.

El escritor García Márquez nos sugiere, “No es verdad que la gente pare de perseguir sus sueñosporque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños”.

Shakespeare nos advierte: “El hombre que no se alimenta de sueños envejece pronto”.

Unamuno apunta que, “de razones vive el hombre, de sueños sobrevive”.

Malcon Forbes diría, “cuando dejas de soñar, dejas de vivir”.

Y una cita de Cervantes, “Confía en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.

Y LA MAYORÍA DE EDAD

Llegados en este recorrido emocional a la mayoría de edad, a este ayer ya vivido, estamos en la etapa en la que se nos ha autorizado por el pasado, o lo que es lo mismo, desde el ayer, a vivir  plenamente nuestra mayoría de edad. Tenemos pareja, oficio, empiezan a llegar los hijos. Vamos, que ya estamos establecidos plenamente en nuestra sociedad. Somos protagonistas, eso creemos al menos, de nuestro destino.

Y van pasando los años, hasta ese momento en que el calendario fija la palabra: JUBILACIÓN.

Pero, a partir de ese instante,  -los 65 años aproximadamente,  previstos para acceder a la jubilación-, ¿qué pasa?, ¿nos llegó el descanso?, ¿se acabaron los problemas?.

¿Y qué es la jubilación? Nos preguntamos. En principio decir que la Jubilación es el acto o acción por la que el trabajador deja de estar en activo, bien por edad o por otra causa: sea inactividad laboral, enfermedad crónica, incapacidad y otros etcéteras.

Y hay varios tipos de jubilación: flexible, activa, parcial, anticipada o bien ordinaria.

A cambio, la persona, el trabajador, obtiene una prestación económica para el resto de la vida.

Habrá que decir que con la implantación de la jubilación en las sociedades modernas, avanzadas, las personas mayores alcanzan cotas de bienestar social no reconocidas hasta el momento.

Pero, ¿qué supone la jubilación para la vida de una persona mayor? Persona avezada, con su experiencia, su bagaje laboral.

Habrá que señalar que la jubilación puede representar una nueva actitud, un nuevo tiempo, ante la vida, ya que ésta, la jubilación, supone tener una estabilidad reconocida y sustentada sobre una economía perdurable.

Pero, bien es cierto también, que el mundo que se viene edificando en torno a la economía, sin más argumentos, tiene aspectos positivos y otros solo avalados por una sinrazón perjudicial para las personas carentes de  las más mínimas necesidades.

Una mirada a este universo globalizado puede darnos respuestas.

Por ello, desde este escenario informativo y en esta semana del mayor, queremos apelar y exigir a gobernantes y autoridades, instituciones y entidades en general, políticas  de bienestar social eficaces para aquellos colectivos más desfavorecidos de una sociedad cada vez más alejada de la realidad.

Porque son imperativos de una colectividad con serios problemas; algunos de clara y rotunda emergencia social.

Hay que tender puentes entre actuaciones  compartidas, a través de redes sociales, de recursos distribuidos desde la solidaridad y a través de personas socialmente comprometidas con participación en la propia comunidad que habitamos.

Construyamos ciudades, comunidades, regiones, estados, presididos por la justa distribución de la riqueza.

No puedo dejar en el olvido, una noticia: En España hay cuatro millones de personas mayores que viven en la más absoluta soledad. Es, digo yo, una grave enfermedad en este siglo XXI. 

Actuemos, nosotros, dando la cara a los silencios de un grito que pide nuestros esfuerzos, nuestra ayuda. Luz para la soledad. Luz para apagar la soledad que no se quiere.

Y una alerta: “El día Internacional de las personas mayores es una oportunidad para proclamar la importante contribución de las personas mayores a nuestra convivencia”.

Quisiera terminar como mayor y como ser humano, puntualizando que,  si al final de mi vida me preguntaran, que es el éxito, respondería que es haber vivido una vida en la que viví, amé y respeté  y fui respetado por los otros a los que amé y respeté.

 

Foto: Diario ABC.

 

                                        

 

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