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BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / Un día como hoy, de 1797, venía al mundo la escritora británica Mary Shelley, un tanto excéntrica y apasionada, conocida sobre todo por su novela Frankenstein y también por ser hija de Mary Wollstonecraft, una de las primeras escritoras feministas de la historia. Dos frases de esta autora: “El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño” y “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”…También un 30 de agosto, de 1811, nacía el poeta, novelista, periodista y fotógrafo francés Théophile Gautier. Defensor ardiente del romanticismo y su proyección en el costumbrismo, se le ha considerado por algunos como fundador del parnasianismo y precursor del simbolismo y la literatura modernista. Fue célebre su viaje por España, durante seis meses, en 1840, y en esa ocasión arribó también por Jaén, y hay que agradecerle que frente a otras visiones que no nos pusieron demasiado bien por parte de algunos viajeros románticos, en su caso al menos hay una mirada agradecida por los paisajes y el modo de vivir de nuestra gente. Dos frases de su autoría: “En la lucha contra la realidad, el hombre sólo tiene un arma: la imaginación” y “Genio es aquel que, en todo instante, sabe plasmar en hechos sus pensamientos”…Parada ahora en el escritor egipcio Naguib Mahfuz, fallecido el 30 de agosto de 2006. Es excepcional su trilogía Entre dos palacios, Palacio del deseo y La azucarera. Fue atacado en 1994 por unos extremistas islámicos, quienes le infligieron una grave herida en el cuello con arma blanca al considerar su obra como una blasfemia contra la religión musulmana. Su mayor éxito literario vendría de Europa: la concesión en 1988 del Premio Nobel de Literatura. Dicho galardón propiciaría su fama mundial y lo elevaría a la consideración de «padre de la prosa árabe». Entre los argumentos para recibir el Nobel destacan el reconocimiento a su trayectoria como poeta, novelista y articulista. La Academia Sueca reconoció la valía de su obra Trilogía de El Cairo, calificándola como «una demostración del arte árabe, el cual posee validez universal». Es considerado por la crítica el mayor cronista del Egipto moderno. El galardonado escritor publicó en más de medio siglo 50 novelas, entre las que destacan Historias de nuestro barrio, Palacio del deseo y El ladrón y los perros. Estas expresiones son suyas: “No me angustia el mundo. Es la suerte y el destino…No busco ni dinero ni prestigio…Me basta con una buena familia y una buena moral”, y esta otra que bien podemos aplicar a la situación actual: “Lo extraordinario del tifus, como del resto de los virus, es su increíble insignificancia; los ojos no pueden verlo, pero él puede detener el curso de la vida, decidir el destino del hombre, y hacer pedazos, si lo desea, una familia”…El mismo día, en 2013, nos dejaba otro grande, el escritor irlandés Seamus Heaney, poeta y crítico, considerado por muchos como el mejor desde W.B. Yeats. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1995 “por sus obras de belleza lírica y profundidad éticas que exaltan los milagros cotidianos y el pasado vivo”. Publicó su primer libro de poesías, Muerte de un naturalista, en 1966, y en él ya se pueden apreciar las características definitorias de su obra. A pesar de las críticas de otros poetas, compatriotas suyos, por su aparente complacencia respecto a las autoridades inglesas, la poesía de Seamus Heaney no está exenta de implicaciones políticas, aunque formuladas de manera poco sencilla. Su obra, a menudo tachada de demasiado directa, está en realidad construida sobre unos sólidos cimientos de conocimiento y una investigación permanente en el terreno de los símbolos, cuestión más evidente en sus últimos escritos: Isla de peregrinaje y La linterna del espino. Dos mensajes de Heaney: “Soy el reino elevado por encima de los hombres al que no halagarías ni puedes ignorar” y “Todo mi trabajo es un pulso entre lo cívico y lo lírico”…Para final, una cita de Harold Gray, caricaturista estadounidense que se expresaba a través de su personaje, Annie: “¡Qué afortunados somos cuando tenemos algo a lo que nos cuesta tanto decir adiós”.

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