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BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / ”Quizás la vida me ha golpeado, pero todavía no ha logrado quitarme la sonrisa” (Francis Castel). Me gusta esta frase de la que es autor un conocido psicólogo, porque es una afirmación inequívoca de que ninguna dificultad, por grande que sea, va a ser obstáculo para que se nos vaya la sonrisa del rostro, al menos en el que la tenga. Dice el refrán que “al mal tiempo, buena cara” y en realidad se trata de eso, de no desfallecer. Como una frase de Robert HSuller: “Deja que tu esperanza, y no tus heridas, den forma a tu futuro”. Y todavía otra de la escritora Harriet Beecher Stowe: “Nunca te rindas, porque estás en el lugar y momento en el que la marea dará la vuelta”. Es justamente esto, que la marea dé la vuelta, lo que ahora estamos esperando, y ojalá que salga bien y podamos contarlo…Un testimonio de Josh Billings: “El amor mira a través de un telescopio; la envidia, a través de un microscopio». El célebre humorista nos hace pensar sobre una realidad indiscutible. El amor ve siempre lo más grande de una persona. En cambio, la envidia busca el defecto por pequeño que sea y, si hace falta, hasta se lo inventa. La verdad, prefiero que la gente ame mucho a que sea esclava de ese hábito propio de infelices e intolerantes…Por lo demás este día nos recuerda a la escritora cubana Zoé Valdés, finalista del Premio Planeta, nacida hace 63 años, que en su libro Café Nostalgia hace un encendido elogio de García Lorca para decir del poeta que “nadie como Lorca para conocer cada resquicio de la luna”. Otras dos frases de esta escritora: “La memoria es el paraíso de la vida” y “Octavio Paz es uno de mis amantes literarios. Entré con él en el laberinto de la soledad. Me quemé con su llama doble y sigo en éxtasis como su Sor Juana Inés de la Cruz”…Y, más glamuroso, es el aniversario del nacimiento de la diseñadora de moda italiana Donatella Versace, hace 67 años. Esta es su definición del mundo al que se ha dedicado: “La moda es todo acerca de la felicidad. Es muy divertida. Es importante. Pero no es la medicina”…Un 2 de mayo de 1519 fallecía el gran Leonardo Da Vinci, personaje célebre del Renacimiento italiano, genio universal, además de filósofo humanista. Uno de los grandes pintores de todos los tiempos y, posiblemente, la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas que jamás haya existido. Dos de sus obras más conocidas, La Gioconda y La Última Cena, han sido copiadas y parodiadas en no pocas ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio. Varias frases de su autoría: “Admiro a aquellos que pueden sonreír a la adversidad”, “El ingenio humano nunca imaginará una invención más hermosa, más simple o más directa que la naturaleza, porque en sus inventos no falta nada, y nada es superfluo”, “La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte” y “¡Oh, miseria humana, a cuántas cosas te sometes por el dinero”…Una frase de Bob Marley: “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”…Hoy, 2 de mayo, tenemos la oportunidad de rescatar a la figura del poeta jienense Bernardo López, que saltó a la fama tras publicar en 1866 en El Eco del País, donde era redactor, su celebérrima oda patriótica que tuvo tanto éxito que a partir de entonces se le llamó ·El Cantor del Dos de Mayo, porque en realidad esta pieza poética quedó para la historia y ahora, en las circunstancias actuales, seguramente viene muy bien leer su texto y sacar conclusiones, 156 años después…Por cierto que ya hemos estrenado el sugerente mes de mayo y podemos repetir con Fennel Hudson: “Mayo, más que cualquier otro mes del año, nos quiere hacer sentir vivos”…Una frase de Richard Branson, un hombre de negocios de éxito: “La mayoría de las cosas por las que normalmente nos estresamos, realmente no valen la pena”…Y una más de la conocida actriz Meryl Streep: “Perdí la intención de agradar a quien no le agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír a quien no me sonríe”…

ODA AL DOS DE MAYO

Bernardo López García
Poeta de Jaén

Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes pendones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.

Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron;
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona!

Doquiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
contando tu valentía.
Desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África, que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!

Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantada esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones.
Nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.

Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.

Y aún hubo en la tierra un hombre
que osó profanar tu manto.
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!
Sin que el recuerdo me asombre,
con ansia abriré la historia;
¡presta luz a mi memoria!
y el mundo y la patria, a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.

Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.

¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!

La virgen, con patrio ardor,
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:
«¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!»

Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba!

¡Mártires de la lealtad,
que del honor al arrullo
fuisteis de la patria orgullo
y honra de la humanidad,
¡en la tumba descansad!
que el valiente pueblo ibero
jura con rostro altanero
que, hasta que España sucumba,
no pisará vuestra tumba
la planta del extranjero!

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