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La decisión municipal para este año con el nuevo Ayuntamiento en relación con la fiesta de San Antón y todo lo que se mueve en relación a la misma, sacia por completo las pretensiones que he venido defendiendo como un jienense más que ama a su ciudad y respeta el peso de la tradición. Lo que ha acordado el Ayuntamiento no es una solución salomónica, lo que ha hecho, y veo ahí la mano de María Cantos, porque el PSOE en los últimos años ha evitado pronunciarse, por las razones que sea. El caso es que este año el Consistorio no solo no piensa prohibir las lumbres en la noche del día 16 sino que podrán hacerlas las asociaciones y colectivos que lo deseen. De hecho me parece que arderán en torno a una docena de ellas propiciadas por asociaciones vecinales pertenecientes a la federación “Objetivos Comunes” que ha defendido siempre unir la lumbre con la fecha tradicional, desde que la propia María Cantos presidía “O.CO”, colectivo que ha luchado contra viento y marea, y bien sabe la actual presidenta, Pepi Alcántara Buendía, los disgustos que le ha ocasionado, o que nos ha ocasionado, a todos los que parecía que íbamos contracorriente por defender unas señas de identidad de Jaén, frente a quienes daban la impresión de ser los legítimos depositarios de las esencias de esta ciudad.

Estoy satisfecho y me consta que muchos jienenses, de los cambios que se han operado, sobre todo de que nadie impida la libre celebración de una lumbre en la noche del día 16 de enero. Pero también de que se permita, como no podía ser de otra manera, que monten sus lumbres en sábado, quienes así lo decidan, este año el día 18, coincidiendo con la Carrera Internacional, para que esa noche también sea muy especial. Estos últimos años, en esto no hay discrepancia alguna, el ambiente en Jaén con la Carrera ha sido espectacular, y chapó por el acierto, porque es indudable. No cuesta tanto contentar a todo el mundo, esta debe ser la disposición de un Ayuntamiento, desde luego nunca prohibir como lo hizo, a mi juicio un error considerable.

Es la primera vez que escribo este año 2020 sobre la Noche de San Antón y en especial sobre un tema que de siempre me ha resultado muy jaenero, como son las tradicionales lumbres. El año pasado, de nuevo, con la apuesta de los ‘reformadores’, que salieron en manada a defender los intereses de Jaén y que hay razones para pensar que al menos en algunos casos lo hacían sobre intereses propios, que por otro lado me parece legítimo, el caso es que se volvió a hacer añicos una tradición heredada de nuestros antepasados y con varios siglos de vigencia, y desde el desconocimiento del valor patrimonial, que debería tener mucho más peso a la hora de adoptar decisiones, se han ido efectuando en los últimos años cambios que envueltos en palabrería y en no sé qué argumentos de progreso para la ciudad, lograron encandilar a un sector de la población que de manera bien intencionada pensaron que era lo mejor, en aras de ganar en imagen y popularidad, aunque sea a costa de perder señas de identidad.

En esto se lograron poner de acuerdo representantes de la sociedad civil y un Ayuntamiento, entonces gobernado por el PP, que no parecía especialmente interesado en que se siga el hilo de la historia, de generación en generación, y lo peor es que seguramente pensaban que iban por el buen camino, de hecho fueron ajenos por completo a las críticas, algunas razonadas y razonables. Todo lo más que se hizo fue anunciar que se iba a experimentar durante dos años con el compromiso de una consulta popular, pero tampoco dieron esa oportunidad, no se llevó a cabo y fue un incumplimiento en toda regla.

En los últimos años sentí tanta decepción como jienense que casi se me quita la gana de volver a abordar este asunto. No tengo otro interés que tratar de colaborar en la medida de mis posibilidades, como cada uno de los 112.999 jienenses, que es el número de habitantes del último padrón recién publicado, a hacer que esta ciudad mantenga vivas sus costumbres y tradiciones y no se deje influir por cantos de sirenas y las ansias de protagonismo de políticos y agentes sociales que van de paso pero que son capaces de cualquier trastada histórica con tal de obtener mayor gloria y honor.

Ya he señalado hasta la saciedad por activa y por pasiva que en absoluto me encontraba en la oposición de quienes defendían para el fin de semana la celebración de la Carrera Internacional Urbana. Si se trata de facilitar la llegada de personas de fuera, a participar o a ver el gran espectáculo deportivo, me parece que es una acertadísima medida su traslado al sábado más próximo a la antigua fecha del 16 de enero, ya que el día 17 de este mes es la fiesta de San Antonio Abad, como bien sabemos. De hecho soy un forofo más de la Carrera en sábado porque permite disfrutarla a tope y desde que así está ocurriendo ha ganado en todos los sentidos, por tanto no le voy a negar razón a esta defensa a la que me sumo enormemente complacido. Además, colocar en el calendario un sábado por la noche la Carrera Internacional podía permitir varios días de celebraciones en torno a la tradición, para fortalecerla y estimularla.

La decisión municipal de autorizar la celebración de lumbres exclusivamente en la noche de la Carrera, ligándola a ésta por completo, esto sí me parecía un total despropósito, partiendo de la base de que la prueba deportiva es relativamente reciente, mientras que las lumbres constituyen un viejísimo legado. No entiendo el motivo de haber tratado de unirlas en lugar de echar a volar la imaginación y tratar de encontrar otras fórmulas, que las había.

Sigo por los medios de comunicación los actos en distintos lugares de la provincia para la Noche de San Antón y me alegra comprobar cómo en ningún sitio se ha sucumbido a esta moda que Jaén ha estado implantando. Me parecía demencial, autoritario y propio de otros tiempos, prohibir las lumbres en la noche tradicional que lo fue siempre del 16 de enero, y que por decreto, amparado en el ordeno y mando, se dilapidara una riqueza que siempre ha emanado del pueblo y en nuestro Jaén en muchos casos, a pesar de la apatía y a veces la falta de apoyo desde el Consistorio. Por tanto lo mínimo, lo justo, era dar libertad a las asociaciones de vecinos y a otros colectivos para decidir entre las dos fechas del calendario, la del sábado coincidiendo con la prueba deportiva, que era impuesta por un criterio caprichoso del Ayuntamiento, y la del día 16, que es patrimonio de la ciudadanía, la única dueña de esta tradición.

Los que han querido unir lumbre y carrera deportiva han descansado sobre el argumento de que cuando la noche del día 16 no es fin de semana o previa a día festivo, los jienenses no pueden disfrutar de la velada. Eso mismo se podría decir de miles de celebraciones en media España y todas se respetan. El desprecio hacia la federación vecinal Objetivos Comunes (O.CO), impidiéndose la apuesta por las lumbres en la noche de San Antón, de hecho favoreció desde el anterior Ayuntamiento un enfrentamiento que nunca debió permitir, a pesar de lo cual hay asociaciones que no sucumbieron a la presión municipal, y creemos que con razón por los argumentos esgrimidos, y defendían que sus lumbres ardieran en la noche del día 16. Tal vez alguien pretendía aprovecharse del río revuelto, y en parte lo consiguió dividiendo una vez más a la población, un mal ejemplo, eso sí, con la complacencia de los grupos políticos municipales, que procuraron no meterse en líos cuando se podían poner en juego los votos.

Dicho todo esto, que es lo que siempre he pensado, me sumo con todo entusiasmo a la petición formulada por colectivos como Acción Conjunta por el Patrimonio de Jaén e “Iniciativas, andamios para las ideas”, para la declaración de las Lumbres de San Antón de Jaén como Bien de Interés Cultural (BIC), que creo está en la línea de lo que planteo de darle singularidad a este acontecimiento ciudadano que tiene poco que ver con la Carrera de la Noche de San Antón, a no ser que vienen a coincidir en el calendario y son eventos creados en su día para sumar, nunca para restar y menos aún para dividir.

Estas son las razones para defender esta petición: “La devoción a San Antón tiene una larga tradición en Jaén, que podría remontarse a la conquista cristiana de la ciudad en 1246 por las tropas de Fernando III. Un siglo después, según se desprende de los estatutos de 1368 de la Catedral, se habla de cómo la celebración de San Antón debe realizarse con la mayor solemnidad, por lo que podemos hablar que en esta época la fiesta se encuentra totalmente instituida en la ciudad.

Tanto en el siglo XIV como en el XV, según el documento presentado para reclamar la declaración de BIC de las Lumbres de San Antón, existe documentación escrita, donde queda constancia de su importancia en Jaén. Así como de un anónimo romance de frontera se desprenden las siguientes estrofas: “Día es de San Antón, ese Santo señalado, cuando salen de Jaén, cuatrocientos fijosdalgos”.  En la “Relación de los hechos del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo” también existe un pasaje en el que se describe cómo era la fiesta a mitad del siglo XV: “Para la fiesta de Santo Antón se llevaban a la iglesia mayor cuatro hachas de cera, las cuales ardían delante de su altar, en la capilla de San Antón, en dos candeleros de madera, a las vísperas de la vigilia e otro día de la fiesta.”

Por otro lado, las lumbres de San Antón destacan por su capacidad integradora y de cohesión social en la ciudad, pues canaliza y refuerza la sociabilidad de amistad-vecinal-asociativa y de género; propiciando la participación masiva de sus habitantes en las labores de organización, recaudación de fondos, montaje, diseño de las lumbres, así como en las celebraciones y reencuentro con los familiares y amigos emigrantes que conlleva. Pero sobre todo, las lumbres de San Antón se distinguen por su dimensión simbólica, ya que posee una extraordinaria capacidad para la vehiculación de las identificaciones colectivas. Sus valores culturales expresan no solo el arraigo de una tradición, sino su carácter vivo y renovación en las formas y contenidos año tras año.

Es por ello que reiteramos que actualmente, las lumbres de San Antón (noche del 16 al 17 de enero) da nombre a una fiesta popular de gran arraigo en la ciudad, perteneciente al ciclo de invierno. La fiesta logra concentrar a los vecinos y las vecinas de los distintos barrios junto a enormes lumbres en los espacios públicos y despejados de la ciudad donde se queman enseres viejos y los restos de la poda del olivar. Se socializa junto al fuego, disfrutando de la gastronomía, del canto y baile de los melenchones, y se participa con antorchas en la celebración de la popular “Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón”. Por este motivo, desde Acción Conjunta por el Patrimonio de Jaén y la asociación Iniciativas, andamios para las ideas, queremos manifestar con este oficio el deseo de que esta importante manifestación cultural sea declarada Actividad de Interés Etnológico con la consideración de BIC como realmente se merece”.

En fin, se agradece la rectificación para mantener la esencia de una tradición de esta ciudad, y al tiempo para hacerla más grande, de manera que el legado que recibimos de nuestros antepasados lo dejemos a las nuevas generaciones mejorado, adaptado a los nuevos tiempos, siempre sin perder su carácter y su idiosincrasia.

 

 

 

 

   

 

 

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