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Por ANTONIO GARRIDO / Los jienenses aparcamos nuestras diferencias con un solo referente, Nuestro Padre Jesús, El Abuelo. Los políticos jienenses lo hacen cuando se les puede criticar por ser problema y no solución, y entre los pocos foros donde se observa cierto grado de entendimiento figura el Plan Estratégico, por tanto lo que toca es celebrarlo, porque la unidad puede y debe ser la fuerza que necesita Jaén para dar el impulso que la sociedad demanda. La Fundación Estrategias para el Desarrollo de la Provincia, nacida a finales de 1998, creada por la Diputación, como lo ha hecho con otras iniciativas tendentes a dar valor añadido al territorio, cumple por tanto 25 años y se propone conmemorarlo, acaba de celebrar una reunión de los actores que participan en ella, donde están todos los que son y son todos los que están, muy bien representado tanto en el ámbito institucional, con todas las administraciones, como social, con los agentes sociales de referencia, y lo mejor que se puede decir de este encuentro, en una provincia donde es más frecuente resaltar las discrepancias, y de qué manera lo estamos viendo en estos días, que al menos en la Fundación se manifiesta un deseo colaborador. Hace 25 años y los tiempos han cambiado, para bien en unos casos y para mal en otros, pero es justo señalar que en determinados aspectos la provincia ha dado pasos importantes, aunque cuidado con caer en los excesos, en el triunfalismo, porque en el capítulo de lo pendiente todavía hay mucho por hacer para que el territorio muestre sus potencialidades y exhiba un mayor desarrollo en áreas que son fundamentales, en especial las infraestructuras, que constituyen todavía nuestro talón de Aquiles.

Ya digo que me quedo con el resultado de la unidad de acción, incluso de que dentro de que se valoran muy satisfactoriamente los resultados obtenidos, el propio presidente de la Diputación, que lo es también de la Fundación Estrategias, reconozca que se podía haber avanzado más, pero sin la hoja de ruta marcada y el compromiso de todos, el balance quedaría lejos, y no cabe duda de que es cierto. Precisamente me vienen a la memoria unas palabras del propio Francisco Reyes, al constituirse hace unos meses la nueva Corporación Provincial, porque pidió no caer en la autocomplacencia, pues “ la mejor manera de afrontar el futuro es construyéndolo”. Pues bien, ahora una comisión va a evaluar lo que han significado los doce años de impulso al II Plan Estratégico que termina, y, como la propia Fundación reclama, sin prisa, pero sin pausa, se ha de elaborar, por consenso y amplia participación, el documento base del III Plan Estratégico, que fija su horizonte temporal en 2030, es decir, el Jaén de dentro de siete años, un periodo corto de tiempo, pero que permite ir viendo el desarrollo de los proyectos estratégicos. El compromiso es para todas las partes implicadas, es decir, las administraciones, Diputación, Junta de Andalucía, Gobierno de España, los ayuntamientos, empresarios, sindicatos, por supuesto la Universidad de Jaén, que ocupa la vicepresidencia; los grupos de desarrollo rural y las entidades financieras. Todos a una representando al conjunto de la sociedad. El presidente de la Diputación afirma y hay que creerle, no tenemos datos para ponerlo en duda, que desde la primera evaluación en 2013 se han invertido en la provincia más de 4.800 millones, se entiende que en conjunto. El delegado del Gobierno de la Junta, Jesús Estrella, aporta también sus datos y barre para casa, es decir, cuantifica la implicación del gobierno de la comunidad autónoma al señalar que se han “movilizado”, una expresión novedosa y que se presta a la confusión, en torno a 940 millones en proyectos del II Plan Estratégico y él mismo reconoce que “hemos avanzado como provincia, pero queda mucho por hacer”.

Por cierto, me han contado que el vicepresidente de la Fundación, que es el rector de la UJA, Nicolás Ruiz, que no está en los brindis al sol sino en una seria apuesta por la eficacia y el Jaén en positivo, ha demandado a todos los presentes, cada cual de su padre y de su madre, que si tenían que hacer alguna salvedad aprovecharan para hacerla. Algo así como hablen ahora o callen para siempre. La respuesta fue el acuerdo. Juntos se puede ir más lejos.

Dejando al margen el hecho de que cada administración pretenda “vender” sus aportaciones, aunque bien sabemos que casi todas mantienen su deuda histórica con la provincia, merece resaltar que todas las partes coincidan en lo esencial mirando al futuro de ese 2030 fijado para el III Plan Estratégico y coincidimos en los enunciados, no puede ser de otra manera: mejorar las infraestructuras viarias, del ferrocarril y de las eléctricas (la verdad es que se hacen de rogar, cuesta lo indecible); continuar promocionando la importancia y la calidad del olivar, así como su comercialización y aprovechar los beneficios que contempla el AOVE tanto para la salud como para el medio ambiente; seguir apostando para que Jaén siga siendo referente industrial, aprovechar nuevas oportunidades como los fondos europeos para la digitalización y no dar pasos atrás en políticas y servicios generales, como los servicios sociales o la educación y la sanidad pública y de calidad. ¿Cómo no estar de acuerdo con esta hoja de ruta?. En la nueva planificación estratégica es de suponer que serán una prioridad las conexiones ferroviarias, habida cuenta la situación actual que coloca a Jaén en el mapa del olvido, sin paliativos. Para compensar, parece que el Cetedex es la gran esperanza y estamos deseosos de ver cómo se hace realidad.

Al principio de la existencia del Plan Estratégico reconozco que me mostré muy crítico e incrédulo con esta aventura, más que nada porque en Jaén estamos hartos de hacer diagnósticos y de perder el tiempo en marear la perdiz en lugar de actuar, de hecho se editó un libro al que llamé el “Libro gordo de Petete II”, al ser muy voluminoso, y me tuvo que perdonar Pedro Molino, que había sido el padre de la criatura, pero el tiempo y el buen trabajo desarrollado viene a demostrar que esta es una herramienta útil y que se hizo bien en crearla porque si mal están hoy las cosas, lo más probable es que estuvieran peor de haber faltado este instrumento de diagnóstico al servicio de la provincia, donde están la Diputación, la Universidad, todas las administraciones, y la implicación llega a centenares de personas a través de las diferentes estrategias que tienen que ver con las comunicaciones, convivencia y bienestar social, calidad ambiental, industria, Jaén como centro mundial del aceite de oliva, cultura y educación, innovación, y, por último, Jaén, paraíso interior.

Puede entenderse un poquito de complacencia con los resultados, pero el hecho cierto es que el Plan Estratégico, en su primera edición como en esta segunda que está expirando, resultan eficaces, en la medida en que sirven para hacer el diagnóstico y comprometer las inversiones a los organismos que son responsables. Bien es verdad que hay más conclusiones que soluciones, porque las administraciones se lo piensan a la hora de invertir, pero el papel del Plan es el de ser como una especie de mosca cojonera, permitan la expresión, para que las diferentes administraciones conozcan bien cuáles son sus deberes, y si no los hacen esta es otra historia. Con todo, en los últimos años se han impulsado y ejecutado decenas de proyectos estratégicos y esto ya justifica plenamente la existencia de este Plan. No es una solución milagro, pero el tiempo la ha señalado como una favorable iniciativa, aunque a veces se estrellen de manera estrepitosa las hermosas teorías sobre nuestro porvenir, porque esto no es fácil, hay que trabajarlo. 

Nada mejor que en este ámbito para saber sobre el diagnóstico de la provincia la implicación de las administraciones, y cómo algunas se escaquean de sus responsabilidades por lo que los avances no son los deseados, así por ejemplo nos sigue pareciendo que tanto la Administración central como la Junta se van aún de rositas cuando deberían liderar las inversiones, no las “movilizaciones”, en definitiva hay muchos problemas aún vivos en Jaén, como el ritmo de tortuga en infraestructura de comunicaciones, las amenazas al olivar con una PAC sobre la que existe división de opiniones, los pasos atrás en el ferrocarril o una inversión pública testimonial.

Nos consta que con el Plan hay un alarde de optimismo y de ganas de progresar, pero está visto que hacer que Jaén avance a mayor velocidad requiere en efecto de una planificación estratégica, pero a la Diputación, que verdaderamente está siendo una locomotora, dentro de que sus posibilidades son limitadas, no le siguen el resto de administraciones, la Junta invierte menos de lo que debería, a pesar de sus balances grandilocuentes y no hay más que repasar la larga lista de cuestiones pendientes, y el Gobierno central está lejos, muy lejos, de un compromiso estable con Jaén por mucho que traten de pretender lo contrario en esta actitud tan autocomplaciente que distingue a la clase política, y ahora con el Cetedex nos pretenden callar la boca para siempre, y no es así, nos deben mucho más. Mención aparte es cuando algunos partidos, especialmente en campaña, incluyen en el capítulo de inversiones productivas para la provincia, hasta las pensiones que el Estado aporta a los jubilados, lo cual me parece bastante lamentable porque lo que es de justicia lo presentan como una deferencia del gobierno de turno, da igual el que sea.

Pues eso, los Planes Estratégicos se van imponiendo porque con ellos se puede hacer una fiable hoja de ruta, no es extraño pues que el Plan Estratégico de Jaén sirva de modelo para otros que se han ido creando en España, de lo cual debemos sentirnos satisfechos. La propia capital jienense debería estar en disposición de rescatar el que se hizo hace una década para esta ciudad, a cargo de un equipo de la Universidad, o encargar otro nuevo más actual, porque no es aconsejable actuar a salto de mata, sobre todo cuando se puede señalar el camino y ayudar para que Jaén camine en la dirección adecuada. En definitiva, un Plan Estratégico no es la panacea, no ofrece soluciones milagrosas ni es el bálsamo de Fierabrás, pero hace el diagnóstico más fiable y enseña el camino para avanzar y señala asimismo tanto a los que se implican con el proyecto como a los que no quieren saber nada de él e incluso le ponen todas las trabas posibles.

Por último quiero felicitar tanto al profesor Antonio Martín Mesa, que fue el primer director de la Oficina Técnica del Plan, como a su sucesora, Inmaculada Herrador, que es la actual responsable, porque el trabajo que les ha tocado realizar ha sido y es impecable y en él se asientan en gran medida los éxitos obtenidos, en ellos, en sus colaboradores, y en las instituciones que desde el primer momento han considerado las conclusiones como compromisos de cabecera y a las que los planes también sirven para ponerle las pilas.

Foto: Los asistentes a la reunión de la Fundación Estrategias en la que, entre otras cosas, se ha acordado empezar a diseñar el III Plan, con horizonte temporal en 2030.

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