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JAÉN, 10 DE OCTUBRE DE 2017

 

Ante la situación de final de trayecto en la que se coloca la Cámara de Comercio de Jaén, que va a desaparecer, si no se obra un milagro, al no presentarse ninguna candidatura para conformar su pleno, reproduzco, porque tiene plena validez, mis acotaciones del pasado 12 de septiembre pasado. Era ya la crónica de una muerte anunciada:

“Por lo que se oye, se ve y se lee da la impresión de que en este momento la Cámara de Comercio de Jaén se encuentra en la sala de autopsias, se la han cargado por inanición. Las fuerzas vivan le han negado toda posibilidad de ayuda. De hecho la convocatoria electoral ha resultado un fracaso y esta ha sido la punta del iceberg para acelerar esta especie de eutanasia.

Cierto que la historia reciente no ha sido precisamente ejemplar, que unos gestores irresponsables y aprovechados la pusieron en el límite, gastando con pólvora de rey y esquilmando sus recursos hasta la extenuación. Los poderes públicos, tutelantes o no, debían ser conocedores de la situación que se estaba viviendo, pero nadie abrió la boca, acaso por las complicidades tan recurrentes y en algunos casos sospechosas que se han dado en esta provincia. ¿Y los empresarios? Los empresarios también ahora han mirado hacia otro lado, pero tampoco fueron capaces de alertar de la gravedad de los hechos que se estaban produciendo en la Cámara y eso que algunos formaban parte de las distintas entidades empresariales jienenses. En este momento la Confederación de Empresarios (CEJ) como organización que sigue funcionando y que tiene cierta proyección, se ha encogido de hombros y no ha alentado candidatura alguna para tratar de recuperar la Cámara. Lejos quedan ya los contubernios para repartirse los poderes empresariales, la Cámara para ti, la CEJ para mí y Comercio Jaén para él. Así han funcionado las cosas durante mucho tiempo, no sin problemas y tensiones, pero al menos había estos ententes y reparto de papeles, y aunque fuera con intereses de por medio y no exclusivamente por servicio, este panorama se daba e iba funcionando mal que bien.

La historia de la Cámara de Comercio de Jaén representa una pesadilla de enorme calado. Se han cargado una institución histórica, que llegó a tener un patrimonio saneado e importante. Cierto que la hipotecaron, que le dieron el mando, no se sabe bien los motivos, a personas que llegaron para darle la puntilla, se veía que desde la presidencia y la gerencia, con más colaboraciones de dentro y de fuera, se la fulminaron. Ahí están las acusaciones en los juzgados. Los exdirectivos han de hacer frente aún, puesto que no ha salido el juicio, a acusaciones de falsedad documental, estafa, fraude en subvenciones, prevaricación, cohecho, malversación de fondos públicos y administración desleal…¿hay quien dé más? El presidente era el conocido empresario baezano Luis Carlos García, que contaba con todos los apoyos desde el poder político, como lo prueba que hacía compatible su puesto en el entonces edificio emblemático de la calle Hurtado, hoy vendido a la Diputación, con la presidencia de la Institución Ferial de Jaén, IFEJA, sin olvidar el sector de la hostelería. Mucho mando en sus manos y apoyo generalizado en las principales instituciones, hasta el punto de convertirse en personaje imprescindible a causa de los cargos ostentados.

Recordemos que hace ya siete años que estalló la crisis de la Cámara, fue en 2010. Recuerdo que hubo en aquel momento clamorosos silencios, incluso de administraciones que al principio hicieron la vista gorda, tal vez porque en algunos casos tuvieron que ver en la ascensión de agentes empresariales a los que desde instancias políticas se les dio una especie de cheque en blanco y barra libre. Nadie se quejó, nadie hizo dimitir al equipo directivo y especialmente a su responsable y a su gerente y mano derecha, que procedía de la sociedad Inverjaén y con el que se conformó un tándem para hacer y deshacer. Si algo se les reconoce ahora desde la distancia en el tiempo, es que disfrutaron de patente de corso.

La herencia era envenenada, grave, qué digo grave, gravísima, en la Cámara se habían cometido, también en otras épocas, auténticas tropelías, casos de enchufismo, amiguismo, clientelismo, de todo hubo, porque a un panal de rica miel acudían los aprovechados de turno, y algunos empresarios, más bien de tipo vip, próceres, algunos representantes camerales con antigüedad, confundieron la Cámara con un pequeño cortijo e hicieron y deshicieron a su antojo. Bueno es recordarlo para dejar las cosas claras en el sentido de que en esta provincia sectores de la clase empresarial han venido pecando casi a la par que la política, y en muchas ocasiones han sido líneas convergentes. Sálvese quien pueda, pero nadie alzó su voz para denunciar. Por todo esto no me extraña lo más mínimo la situación límite en la que se puso a la Cámara, con una pesada hipoteca absolutamente perniciosa para los intereses de Jaén y de lo que va a costar recuperarse, en el caso de que realmente interese. Creo, además, que nadie se debe ir de rositas en torno a estas responsabilidades y que la Justicia debe poner a cada cual en el sitio que le corresponde en esta lamentable historia.

Hace más de dos años, julio de 2015, cuando el fragor de la batalla estaba en su punto más álgido, un grupo de empresarios, en un alarde de valentía sin parangón, por lo que se trataba, emprendieron la aventura de tratar de salvar la entidad cameral. El empresario de Sierra Mágina, Manuel Barrionuevo, un ejemplo de heroicidad, de tenacidad, de aguante de desplantes y de humillaciones, pero con la ilusión por bandera para tratar de salvar una historia de 135 años, con el recuerdo permanente de su amigo y presidente Ángel Martínez Villén, emprendió una lucha sin cuartel en la que entre fracasos y algún que otro rayo de esperanza, llamó a todas las puertas posibles, sin desfallecer, explicando su convicción de que a pesar de las inmensas deudas, del conflicto de los trabajadores que tanto han hecho para salvar la entidad a costa de grandes sacrificios económicos, de todas las dificultades habidas y por haber, si se quería, se podía, utilizando el patrimonio aún en manos de la enfermiza Cámara. Decenas de reuniones en Sevilla, en Jaén, en las entidades bancarias, en el Ayuntamiento, en la Diputación, en la Junta…nadie le puede restregar a Barrionuevo que no hiciera todo lo humanamente posible y más. Hasta el agotamiento de ver que ya parecía claro que algunas puertas, imprescindibles para la búsqueda de una solución definitiva, habían optado por cerrarse del todo, incluso inexplicablemente. Y a otra cosa.

La Cámara está prácticamente muerta. Como jienense lo lamento porque realmente creo, que no se han escrutado todas las posibilidades para salvarla, que no se ha hecho el último esfuerzo para recuperar y al tiempo regenerar, una institución que, funcionando adecuadamente, podría prestar, como lo ha hecho tanto tiempo, un eficiente servicio a los sectores empresariales de Jaén. Ahora se dice que las cámaras de Linares y de Andújar podrán acudir a la capital y ofrecerse al empresariado, pero a nadie le produce ningún rubor la acción de cargarse un instrumento que siempre tuvo aquí su capitalidad y desde aquí fue foco de atracción hacia la provincia. Esto es empobrecer los recursos que deben estar siempre en una capital que se precie. Más en los momentos actuales donde, por la situación que ocupa Jaén en todas las estadísticas, es de suma urgencia sentar las bases para la recuperación del tejido productivo que está tan debilitado por los estragos de la crisis y también porque han faltado en el peor momento los medios adecuados. Para el progreso y el desarrollo de Jaén todos los sumandos son necesarios, y la Cámara podría ser providencial, si existiera.

En un comentario hace meses me preguntaba si ya estábamos preparados en la provincia para dejar morir a la Cámara de Comercio de la capital. Confiaba poco en una respuesta positiva y bien que lo lamento. Me hubiera gustado que Manuel Barrionuevo y su gente tuvieran la oportunidad de desarrollar un programa y trabajar en serio por los objetivos que con tanta ilusión y apasionamiento anunciaron. Y hubiera deseado que algunos empresarios valientes se hubieran echado para adelante, aunque entiendo la dificultad de emprender una aventura en circunstancias tan complicadas…Una pena. Ha pasado el tiempo y me sigo preguntando quiénes son los que se muestran tan interesados en liquidar la Cámara en vez de empujarle para que viva. Mala hora para los empresarios y comerciantes jienenses, que son, que nunca se olvide, las víctimas de este fatal desenlace, como lo son los trabajadores que han reclamado sus derechos, como es lógico y a los que no se les puede responsabilizar de la situación extrema a la que se ha llegado, más bien han sufrido lo indecible con todo el proceso. Entre todos la mataron y ella sola se va a morir. Réquiem por la Cámara de Comercio. Una pregunta final, ¿creen que estamos donde estamos por un simple capricho del destino?”

Foto: Manuel Barrionuevo ha sido el último presidente, dos años luchando con uñas y dientes para tratar de salvar la entidad cameral.

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