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Lo decíamos hace unos días con motivo del relevo en la secretaría general provincial de Comisiones Obreras y lo señalamos0 de nuevo, con motivo de la reelección en su cargo de presidente de la Confederación de Empresarios de Jaén (CEJ), de Manuel Alfonso Torres. Que para que esta provincia marche y empiece a abandonar tantas de sus rémoras, cada uno de los agentes sociales han de cumplir con su misión, ser autónomos y exigir en la dirección que sea conveniente, y relacionarse entre sí y con las administraciones, por supuesto, porque el diálogo y la comunicación son necesarios, pero sin que esta situación permita hacer dejaciones, simplemente porque Jaén lo que necesita es que absolutamente todos caminen en la misma dirección.

No tengo mala impresión de Manuel Alfonso Torres, todo lo contrario, me uno al elogio que ha recibido del propio presidente de la CEA, Javier González de Lara, sobre su talante, que tiende a la unidad y a evitar los conflictos. He conocido el contenido de su discurso de anoche ante los empresarios y las autoridades asistentes, que fue rotundo pero medido, porque no podía hacer otra cosa ante el auditorio que le escuchaba, pero al menos dejó en el ambiente reflexiones como la exigencia de un marco estable para que los empresarios puedan desarrollar su labor en Jaén y tratar de crear empleo. Torres definió a su organización como libre de ataduras, por tanto independiente, y este es un buen aval, pero lo mejor fue el tono reivindicativo que exhibió en algún momento a la hora de pedir infraestructuras y el compromiso de las administraciones. También se refirió a una necesaria mayor conexión de las empresas con la Universidad.

Está muy bien, pero ¿cuántos años se lleva con ese mismo discurso pidiendo infraestructuras de comunicaciones, carreteras y trenes que nunca llegan? Y que además en muchos casos acumulan décadas de promesas y de retrasos, como los propios empresarios reconocen. Pues claro que no estamos donde queremos, ni donde merecemos. Además, ¿cómo se puede avanzar en la alianza con la Universidad de Jaén cuando todavía es tan pequeño el número de las empresas que han decidido integrarse en la recién constituida Fundación? En pocas palabras, buen discurso, solvente, pero lo que falla es la influencia institucional y social. Lamentablemente un éxito más de la política.

Hace poco, en declaraciones al Diario Jaén, Manuel Alfonso Torres, señalaba con toda claridad que “Jaén siempre es la gran olvidada”, y la pregunta que surge al respecto es ¿qué han hecho los empresarios para poner a los políticos en su sitio y que den a Jaén el trato que se merece? Porque no se trata solo de hacer declaraciones y pasar por todas, sino exigir y reivindicar como corresponde a un agente social que tiene para ello toda la autoridad y legitimidad. Por cierto, no le he escuchado a la CEJ un pronunciamiento sobre el conflicto de la Cámara de Comercio, que entre todos, que cada palo aguante su vela, han dejado morir de una manera inmisericorde, con un daño irreparable al tejido comercial y empresarial de la provincia de incalculables consecuencias, y la política ha sido incapaz de buscarle algunas de las soluciones que fueron apuntadas por los gestores.

En estos últimos años, desde su llegada al cargo, he alabado el discurso comprometido de Manuel Alfonso Torres, pero sigo creyendo que la CEJ es otro de los órganos vitales de Jaén que está afectado de ese mal endémico que es la pasividad, enfermedad crónica de la provincia que parece que no tiene tratamiento, a juzgar por la evidencia. En el caso de la CEJ lo que detecto es que no está presente en el debate social, no saca los pies del plato, no pega un puñetazo en la mesa, el papel del empresariado en la hora presente, y más en una provincia de tantas carencias como la nuestra, debería ser más activo.

Ya sabemos que para colmo de los males de este pedazo andaluz que es Jaén, la crisis ha hecho estragos y ha acabado con iniciativas empresariales. Tampoco me sirve que desde la organización empresarial nos digan que “los empresarios que quedan son más competitivos que antes del inicio de la crisis”, como señaló Torres hace meses. Coincido en el análisis y en el diagnóstico de que hay empresas de diferentes sectores, como el del aceite, que durante la crisis se han rearmado y ahora están en las mejores expectativas, también en competitividad, pero lo que hoy quiero decir es que esta provincia de Jaén, entre otras muchas cosas, necesita con urgencia presentar la imagen de un empresariado con más garra y compromiso, que no espere sentado a que los políticos cuenten sus fracasos, que es lo que hacen tan habitualmente, y se conviertan en agentes incómodos en la defensa de los intereses a la creación o el desarrollo de las empresas, en lugar de cómplices de un panorama tan pesimista por la situación de Jaén en todas las estadísticas. Esto no es opinión, es la realidad.

Uno de los problemas que muchas veces hemos comentado perjudican a Jaén de toda la vida es la confusión de los papeles de los actores que tendrían que protagonizar el despegue. Una especie de ‘mamoneo’, me van a permitir la palabra, en la que con el pretexto de una buena relación, los distintos agentes se impiden que cada uno de ellos trabaje activamente en el fin que persigue, los empresarios a lo suyo, los sindicatos en la defensa de sus trabajadores, y así sucesivamente. Lo que no me parece bien es que dejemos para cada año el capítulo de las lamentaciones, las promesas incumplidas y los retrasos acumulados, porque las administraciones se aprovechan de que en Jaén nos lo tragamos todo, aunque una vez al año a algunos se les atragante algo, un poquito, el discurso iconoclasta.

 

Foto:

Manuel Alfonso Torres, presidente de la Confederación de Empresarios de Jaén (CEJ)

 

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