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(Este es el artículo de este año que he escogido como el que más me gusta, porque nada me llenaría más como jienense que poder lograr que esta provincia consiga retener a sus talentos. Hoy por desgracia no es posible. Esto lo escribí recién iniciado el curso académico, pero sigue teniendo plena actualidad y refleja, eso sí, desgarro e impotencia.)

 

En estos días se inicia el curso en las universidades, entre ellas la de Jaén, y en los centros especializados de Formación Profesional, en los cuales nuestros jóvenes se capacitarán para afrontar el futuro que les aguarda. Nos preocupa la situación en nuestro país, por supuesto, pero en estos momentos tenemos la vista puesta en nuestra propia Universidad de Jaén, de la que cada año salen centenares de graduados y másteres capacitados para enfrentarse al mercado laboral.

Frecuentemente los políticos que mandan en el país, y los de nuestra propia comunidad autónoma, insisten en el argumento de que uno de los objetivos que persigue la política educativa es el de tratar de lograr retener el talento que sale de nuestras universidades. Como declaración de intenciones está muy bien, claro que sí, pero este verano nos hemos encontrado con decenas de casos de jóvenes jienenses que se han visto en la necesidad de salir fuera de su tierra. Ni la política ni la Universidad, también dependiente de las decisiones políticas, han sido capaces de hacer realidad ese ambicioso sueño.

El caso es que durante varios años el sistema universitario prepara concienzudamente a los jóvenes, que salen perfectamente preparados, en algunos casos con nivel de excelencia, paladines de ese valor que es el talento, y nada ni nadie les retiene en el entorno.

A la hora de la verdad no se encuentra ni a políticos ni a empresarios dispuestos a invertir en esta gente que necesita de ayuda y confianza. La mayoría ha perdido la credibilidad en esos interlocutores que les prometían el oro y el moro, al final se quedan solos y casi la única salida es hacer la maleta con destino a algún país europeo donde ya residen muchos paisanos que han ido sumándose a la aventura.

Creo que en este momento de la historia de nuestro país los dos verdaderos problemas por encima de todos los demás, y eso que hay algunos graves, son la política y el drama de esa juventud que es obligada a marcharse. Cuando decimos política en realidad queremos decir políticos, de todos los colores del arco parlamentario, si hay algo que ha aprendido en sus carnes la sociedad española, sobre todo con la repetición de las elecciones generales, aunque no solo por eso, es que los problemas de los políticos van por un lado y los del país van por otro diferente.

La política, ninguno de los gobiernos, ni los partidos representados en las cámaras, han sido especialmente tajantes con los problemas que de verdad ocupan y preocupan a los españoles. Ellos mismos establecen sus hojas de ruta y a veces se enredan con asuntos que a los españoles nos provocan absoluta indiferencia. En bastantes casos, y lamento decirlo, la política que se hace en el país es la causa de los problemas, porque no establece prioridades.

Para mí al menos, y estoy seguro de que para muchísimos jienenses y españoles, sobre todo para los que ya tenemos hijos mayores o en edad universitaria, nos parece de una tremenda insensibilidad y de no estar a la altura de las circunstancias, asistir al deprimente espectáculo de la salida, cada vez más visible y sangrante, de tantos jóvenes que se ven obligados a marcharse porque en su provincia y en su país no encuentran apoyo y acomodo laboral.

Es lamentable pensar en las grandes inversiones que tiene que hacer el Estado en la formación de nuestros jóvenes para que a la hora de la verdad el talento se lo regalemos a otros países, que en su mayoría los acogen con mimo, y les tratan muy bien en todos los aspectos, sobre todo en el laboral y el económico, como sabemos por experiencias en Alemania, Francia, Reino Unido, etc.

Creo que me hago eco del sentir de mucha gente, porque por desgracia nuestro mercado laboral sigue en horas bajas y no se espera que a corto o medio plazo se produzca un revulsivo. En el caso de nuestra provincia es de lamentar que aunque hay de vez en cuando declaraciones de buena voluntad, nadie ha movido un solo músculo para tratar de cambiar el orden de las cosas y para que con el esfuerzo que sea necesario no dejemos escapar tan fácilmente, salvo los casos de decisión propia, plenamente respetables, a las personas que en principio debemos considerar que hemos formado para ayudarnos con su preparación y entusiasmo a levantar a esta provincia, que necesita un cambio mental y material que únicamente le puede dar el capital humano formado que la Universidad prepara concienzudamente y que entre todos contribuimos a hacer posible. No conozco otra manera de progresar.

 

Foto:

Preparamos a nuestros jóvenes en la Universidad a sabiendas de que muchos de ellos serán obligados a salir de su provincia y de su país.

                                           

 

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