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El pasado mes de julio el rector de nuestra Universidad, Juan Gómez, y el alcalde, Javier Márquez, firmaron un convenio de cara a la realización del congreso internacional sobre el Renacimiento y la obra de Andrés de Vandelvira, que sirva a su vez para promover el reconocimiento de la Catedral de Jaén como Patrimonio de la Humanidad. Esta colaboración es oportuna porque implica a la institución universitaria jienense en una cuestión relevante para la historia y el patrimonio jienense, como es la figura de Andrés de Vandelvira y el Renacimiento, aunque sea a través del hilo conductor de la seo de la capital. El rector de la UJA aprovechó la firma del convenio para anunciar la próxima creación de la Cátedra Andrés de Vandelvira, que servirá para “potenciar, relanzar y desarrollar nuevas iniciativas relacionadas con algo tan importante, que puede ser un elemento de referencia y de visibilidad para nuestra provincia”.

En su día denunciamos que no era de recibo que en una ciudad donde a pesar de todo hay dinero para todo lo que se quiere, nadie se echara para adelante a la hora de dotar de presupuesto para un congreso internacional que nos podría abrir las puertas para la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Había 12.000 euros comprometidos por CajaGranada, el Ayuntamiento anunció otros 12.000, y ahora se suma la Universidad, y es de suponer que habrá más ayudas. Lo curioso es que de esto se empezara a hablar en 2015 y estemos en el mismo sitio, lo que pone de manifiesto lo que cuesta en Jaén arrancar con cualquier proyecto.

Y gracias a que se involucró en esta aventura al profesor Pedro Galera, catedrático de Historia del Arte de la UJA y a quien se encomendó la dirección, que es buen aval para poder asegurar su celebración, habida cuenta de que pensábamos que ya se había olvidado el clamor de Jaén con respecto a su Catedral, la prueba está en que casi nada, excepto la tímida iniciativa de este Congreso, se ha hecho tras el rechazo a la candidatura jienense por parte de la UNESCO. Aquí, al más puro estilo Jaén, no se ha movido nadie. Siento envidia sana por lo que sucedió, a finales de los 90, en las ciudades de Úbeda y Baeza, donde una primera vez la declaración se echó para atrás y lejos de venirse abajo las comisiones que trabajaron a favor de este fin se rearmaron, con todos sus argumentos y no cejaron hasta conseguirlo.

 

En Jaén no ha sido así, la UNESCO dijo que no, y salvo esta cita que apuntamos, da la impresión de que nada se mueve. Lo lógico sería que estuviera funcionando una comisión de trabajo de manera permanente, se hicieran propuestas, se llevara a efecto una continuada movilización de colectivos e ideas, todo lo que pudiera surgir con tal de seguir alimentando una ilusión, sobre todo porque muchos pensamos que hay razones de sobra para que el primer templo jienense sea Patrimonio de la Humanidad, y hay numerosos expertos, de gran categoría, como el propio profesor Galera, que confía en que estamos ante una “pieza espléndida”.

 

Cualquier comisario que venga a visitarnos, como en su día lo hizo el no muy bien recordado señor Pierre Coullaut, el evaluador de nuestro desengaño, tendrá que advertir la ilusión colectiva como absolutamente imprescindible para que se haga realidad el objetivo. Dicho de otro modo, esto hay que ganárselo, no es algo del todo gratuito. Pero en Jaén, al menos en este momento, porque antes sí lo hubo aunque a su estilo, forma y manera, lo que se dice clamor no existe, aquí se desvanecen los sueños con bastante facilidad, por tanto no vayamos en el futuro a pedir responsabilidades a los demás en lugar de analizar primero las nuestras propias.

 

En resumen, que lamento que estemos faltos de una infraestructura aunque sea mínima que esté soliviantando a la ciudadanía con iniciativas ilusionantes, con un programa de actividades, con artículos, con conferencias, con actividades populares, con la implicación de los colectivos más dinámicos de la ciudad, que los hay, en definitiva con el compromiso de no bajar la guardia ni un solo instante hasta que se pida por segunda vez el pronunciamiento de la UNESCO. Si no somos capaces de ilusionarnos colectivamente y perseguir este anhelo, lo mejor es que desistamos, porque de esta manera nunca lo conseguiremos.

 

 Foto:

El rector de la Universidad y el alcalde firmaron el convenio,

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