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Por ANTONIO GARRIDO / La política ofrece escasas razones para el optimismo. No hay más que seguir el hilo de la actualidad para sentir pena y vergüenza de todo aquello a lo que estamos asistiendo. Ni siquiera tengo que hacer un listado del panorama nacional, porque les supongo informados y tal vez ruborizados cuando se ponen delante del televisor para ver los telediarios, escuchan las noticias de la radio o deciden entrar en la red para ver las últimas novedades de la crónica de espectáculos. Un paisaje de estas características no puede durar demasiado tiempo por salud política, pero también en aras de la normalidad democrática y porque consigue una innecesaria crispación que termina por afectarnos a todos, incluso a los que cada vez más sentimos hartazgo de en lo que se ha convertido la política, en un monumento a la inmundicia. No podemos estar de forma permanente asistiendo a las guerras campales, aunque sean dialécticas, al continuo “y tú más” en que se ha convertido el escenario político, el continuo cruce de acusaciones que ahora pone el foco no en los protagonistas sino en sus cónyuges. Con una corrupción que a poco que se destapan determinadas situaciones nos ponen en bandeja que es tan antigua como el mundo, que no se ha acabado con ella y que las cloacas y los más bajos instintos de la condición humana están en activo. No puede durar mucho este sinvivir. Pero si esto ocurre en el ámbito nacional, y me he quedado corto en el diagnóstico, porque me aburre y me indigna como ciudadano en lo que se convierte el que debiera ser el noble ejercicio de la política, no está mejor la situación de Despeñaperros para abajo ni en otras comunidades, da igual el partido que gobierne, en todos los escenarios están a la gresca, es moneda común la pelea, sobre todo entre los dos partidos que se reparten muy bien los papeles, puesto que son muy celosos a la hora de alimentar sus discursos, se marcan el uno al otro, y, ya se sabe, dos no se pelean cuando uno no quiere. Menudos espectáculos. En vez de hablar en las Cortes de los problemas que afectan a los ciudadanos, se pasan los días dirimiendo sobre cuestiones políticas.

Los dos se juegan mucho y se les nota el apego al poder, uno para no perderlo a toda costa, así un día aceptó la dichosa amnistía que parecía imposible, y en cualquier momento, si lo exige el guion, hace lo mismo con el referéndum catalán, el fin justifica los medios, son tantas veces las que Sánchez se ha tenido que tragar sus palabras y además con un impresionante descaro, que cualquiera sabe lo que nos queda por ver. El adversario, ídem de lo mismo, su obsesión es recuperar La Moncloa, y esto es legítimo en una democracia, pero ambos siguen el mismo juego y no es nada ejemplar. ¿En Jaén? Ya lo estamos viendo, como siempre, los dos partidos mayoritarios continuamente enfrentados, acusándose mutuamente de sus incumplimientos con la provincia. Este es el juego que siempre les ha venido bien a sus intereses, porque unos por otros mientras se han dedicado a insultarse y a reprocharse, no se han ocupado seriamente de las necesidades vitales del territorio. La lista está prácticamente al completo y seguimos reivindicando lo mismo que hace diez y que hace veinte años, por algo será.

¿O creen que estamos como estamos por casualidad? El PSOE, hoy en la oposición andaluza, por cierto ganado a pulso, critica a la Junta, y además lo hace en la mayoría de los casos reivindicando proyectos de los que se olvidó en tantos años de mandato. Su labor de oposición también consiste en exigir al que manda ahora, pero hay muchas maneras de hacerlo, pedir la Ciudad Sanitaria, que los socialistas olvidaron, no parece que sea el camino, bien es cierto que los populares han insistido tanto en que estaba en sus prioridades, que en cierto modo es lógico que entre todos le metamos prisa, porque ya toca. Y el PP, exactamente igual, se defiende atacando y al más puro estilo al que nos tiene acostumbrados Erik Domínguez, responde a la andanada de Reyes, un tanto provocativa, porque es verdad que la Junta no ha llegado a aterrizar en Jaén pese al optimismo del líder provincial del PP, pero hay que tener mesura, ni tanto ni tan poco. Aprovecha Erik, cuando responde a la campaña socialista contra la Junta, afirmando que “el PSOE está demasiado perdido en sus intereses partidistas”, y añade: “una campaña que va únicamente a atacar al presidente andaluz que más ha hecho por esta provincia, por un PSOE agotado en ideas”. La verdad, al menos lo que yo pienso, es que no ha habido ni un solo presidente de la Junta de Andalucía desde el primero hasta el último, incluido hasta el día de hoy Juanma Moreno, que aparte de mucha palabrería, halagos, piropos, etc., se haya decidido a romper el maleficio que ha existido siempre con Jaén. Todavía quedan recuerdos de la ínclita Susana Díaz, tan enamorada de Jaén como lo está hoy Juanma Moreno, tan amiga de Reyes y de medio Jaén, pero que se fue de rositas, y sus únicas obras que tardaron en hacerse una eternidad, fueron el Museo Íbero, inaugurado sin terminar para mayor gloria, y el Centro de Salud del Bulevar, que de tanta demora parecía El Escorial andaluz. En la capital siempre nos llegaron migajas, hay que acordarse de los fastos del 92, un fracaso monumental, y gracias a que contra viento y marea logramos la Universidad, que estuvieron a punto de arrebatarnos con el gobierno de Manuel Chaves, y nunca le agradeceremos bastante al entonces consejero Antonio Pascual, además de jienense, sus buenos oficios en la defensa de su tierra. En fin, que nada nuevo bajo el sol, que la política lo domina todo y cada cual nos vende su mercancía con mensajes complacientes, y que Jaén no está en deuda con ningún titular de la Junta. Todos mezquinos e injustos, del primero al último.

El problema es que hay una inmensa parte de la población que se cree ese discurso manido, interesado políticamente. Me alegra que Jaén Merece Más, tan denostado, precisamente porque cumple con su obligación de defender todo lo que beneficie a Jaén, luchando contra los obstáculos permanentes, aunque mantenga su lealtad en las instituciones en las que se encuentra, sea capaz de defender un discurso propio, diferencial. Pero sí, hay mucha ceguera, parte de la sociedad está anestesiada, se cree a pies juntillas lo que le dicen sus líderes, abusan de la buena fe de muchos jienenses. Ya me he declarado decenas de veces escéptico y sigo en ello, cada vez más convencido de que esta senda no lleva a Jaén a ningún buen puerto. Esta manera de hacer política necesitaría, siempre lo digo, el contrapeso de una sociedad civil fuerte, para que los partidos y sus jefes no se envalentonen ni tampoco nos tomen por tontos. Uno ya tiene años suficientes para verlos desfilar por el escaparate y con el respeto que se debe a todas las personas, sentir que nuestra frustración lleva camino de eternizarse por los siglos de los siglos.

Ya que estamos en política, la ley de Murphy, todo es susceptible de empeorar. ¿Se acuerdan de la polémica por la denuncia que interpuso el PSOE por una supuesta compra de votos de dos miembros del PP en las últimas elecciones municipales? Los populares Antonio Losa y Manuel Palomares quedaron libres de toda culpa y entonces empezaron los recursos contra los denunciantes. La jueza decidió en su día, noviembre del pasado año, archivar la causa, pero los perjudicados en el caso decidieron seguir hacia adelante en la exigencia de responsabilidades a los promotores de la denuncia, y en esas estamos, porque un nuevo titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 acaba de emitir un auto en el que llama a declarar, en calidad de investigados, a tres dirigentes socialistas, el actual portavoz y exalcalde, Julio Millán; la concejal y vicepresidenta tercera de la Diputación, África Colomo, y el hoy secretario de organización del PSOE andaluz y parlamentario por Jaén, Jacinto Viedma, en todos los casos como presuntos autores de una denuncia falsa contra los dos ediles que eran del PP. Veremos el rumbo que adquiere el asunto. Al coincidir, cómo no, con la batalla dialéctica habitual entre socialistas y populares, el presidente del PP Erik Domínez, aprovecha para sacar pecho y reclamar al PSOE, donde las dan las toman, que “aparte” a Millán, Colomo y Viedma de sus responsabilidades por la condición que tienen de investigados. Aquí nadie escarmienta y nadie adopta medidas ejemplares. Por lo demás sospecho, apoyado únicamente en los antecedentes, que no va a llegar la sangre al río. De llegar estaríamos ante un complicado escenario, pero no especulemos, el único que dicta sentencia es el juez.  

Dicho esto, obligado porque no podemos cruzarnos de brazos ante el panorama que se nos pone ante nuestros ojos, hay que saludar y felicitar la celebración en Jaén de los I Premios de Hostelería de Andalucía, con un amplísimo poder de convocatoria, un acierto de la Federación de Hostelería de Andalucía y en un momento muy propicio para el sector que se recupera de los estragos de la pasada pandemia y exhibe su fortaleza como motor económico y de empleo. Pero sobre todo hay que destacar que en esta primera edición se haya dado protagonismo a Jaén y su provincia, porque es un signo distintivo de que se le considera dentro del concierto andaluz como un gran activo. Pero no únicamente por las Estrellas Michelín, que indudablemente le han concedido a nuestra cocina un prestigio dentro y fuera del territorio, sino porque la hostelería, por toda la provincia, es un valor de extraordinaria importancia y a veces los árboles impiden ver el bosque, es decir, con la proyección de los grandes, muy merecida, pueden quedar difuminados decenas de negocios hosteleros ejemplares por los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía provincial. Y al frente de los establecimientos y de sus fogones gente maravillosa, que vamos conociendo desde las grandes ciudades al rincón más recóndito, cocina tradicional que coloca a Jaén en una posición de privilegio. Un ejemplo muy ilustrativo es Casa Herminia, un restaurante emblemático de Cabra del Santo Cristo y también en Jaén, situado en la Institución Ferial, por cierto uno de mis preferidos, porque la cocina de autor de Herminia es un lujo para el paladar y para la vista, dignifica la cocina de la tierra y simboliza el trabajo de tantas mujeres y hombres entregados a mantener la rica gastronomía de antaño que es patrimonio entrañado de nuestro Jaén. Enhorabuena a Herminia, por ella misma y por lo que representa. Los Michelín tiene mucho mérito, pero estas cocinas autóctonas no desmerecen.

Foto: El juez llama a declarar a los socialistas Julio Millán, Jacinto Viedma y África Colomo.

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