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Hasta hace unos días era absolutamente impensable que la dirección nacional del PP declarara la incompatibilidad de cargos, por ejemplo el de secretario de Estado de Hacienda del ínclito José Enrique Fernández de Moya, con la presidencia provincial del Partido Popular, que en la actualidad ostenta desde hace catorce años. Después de dejar por sentado reiteradamente que contaba con todas las bendiciones del partido para la reelección, la negativa a que esto ocurra ha tenido que ser para el protagonista de esta historia una de las grandes contrariedades de su carrera política. Porque no es lo mismo ser presidente provincial que no serlo, para todo, para tener poder, para adjudicarse el puesto más deseado, para repartir juego… Ha sido un fin de semana difícil de asimilar para el ex alcalde de la ciudad, porque contaba en principio con todas las garantías para continuar y han protagonizado de hecho una exhibición de fuerza y de poderío que quedará para la historia.

Él queda mal, sin duda, peor que Cagancho en Almagro, porque se tambalean indebidamente las estructuras de la organización política en la provincia, pero muchos de sus aduladores y palmeros, (¿dónde se habrán metido?), todos los que se conocían y algunos que se han sumado a la causa por si acaso, que se han dejado retratar para mayor gloria de su referente y líder, no le han ido a la zaga, desde el alcalde Márquez, dirigiendo la orquesta, al grupo municipal popular en pleno, y los que siempre han circulado por los aledaños del poder político. Esto se llama control de la situación, por lo menos control de los controlables, nada que no sea de libro.

¿Qué ha cambiado en Madrid para que finalmente se haya decidido una interpretación taxativa de los estatutos aprobados en el congreso, y se haya orillado cualquier caso de excepcionalidad?. Pienso que puede haber varias causas. Una de ellas quizá sea el propio presidente regional de los populares, Juanma Moreno, cuya relación con Fernández de Moya todo el mundo en el partido sabe que es manifiestamente mejorable. La secretaria general de Andalucía, Loles López, ha dado las gracias al secretario de Estado de Hacienda por “dar un paso al lado”. Pero también han podido tener peso, cómo no, la propia posición política del secretario de Estado de Hacienda, que ha movido todos los hilos de manera precipitada, urgente, como si le fuera la vida en ello. Siempre hemos dicho que Fernández de Moya es una persona inteligente, pero en cuestiones de estrategia podría suspender estrepitosamente, aún se recuerda la actitud infantil que protagonizó en el periodo previo a su proclamación como candidato a la Alcaldía, verdaderamente antológica y que debería figurar en los tratados de la política, para no ser precisamente un ejemplo.

Ahora, ante el congreso provincial, se ha vuelto a ver una postura de absoluta desesperación, ha movilizado a todo el aparato, se han consumado todo tipo de presiones sobre personas que han decidido apoyar a la lista alternativa de los llamados rebeldes, y es que él se considera un ganador nato, de ninguna manera podía exponerse a perder el congreso. Pero ya lo ha perdido, su etapa está a punto de expirar. Le cabe la posibilidad, que es lo que ha intentado, de poner a personas que le son cercanas, para así mantener su influencia y de alguna manera poder de decisión, porque un secretario de Estado o cualquier otro cargo de confianza puede ser apartado en cualquier momento, en cambio un cargo orgánico tiene cuatro años y un peso evidente en la organización. Ahora se queda un tanto en el aire, aunque es un político de largo recorrido y es difícil verlo achantado, al menos públicamente. En su fuero interno, en este último fin de semana, ha debido estar molesto y preocupado, incluso hundido, pero no es blandengue, luchará con todas sus fuerzas por lo que cree, de eso estoy seguro.

Él ha querido, una vez que se le cerraba el camino, propiciar una solución salomónica, pero ha elegido los peones. No ha propuesto al que seguramente hubiera deseado, su fiel escudero Miguel Contreras, ni por supuesto se le ha ocurrido apostar por Miguel Ángel García Anguita. La relación entre ambos políticos es únicamente de interés político, Fernández de Moya tiene demostrada en su trayectoria que tiene apego a pocas cosas, y en el caso de García Anguita, lo ha ninguneado sin contemplaciones. El hoy parlamentario andaluz contaba con sucederle en la Alcaldía en su momento y le dio calabazas y a la hora del tránsito para la dirección del partido también lo ha ignorado. García Anguita es un hombre de partido, lleva la tira de años, y con Fernández de Moya ha tragado carros y carretas, él está en el secreto de las cosas, por algo ha sido y es el secretario general, con mando en plaza, a pesar de que el jefe ha sido un controlador nato e impide que se le vayan los asuntos de las manos.

Es lógica la actitud de García Anguita, ante el ninguneo y la indiferencia que ha recibido, tras tantos años manteniendo la prudencia, de dar un paso hacia adelante para optar a la presidencia. Parece que tiene la obligación moral de intentarlo, si hay alguien que conozca al PP de la provincia es él, por tanto gane o pierda, políticamente es un reto al que le obliga su trayectoria y no quedarse con la duda. Lo que no sé a estas alturas es lo que hará su amigo Gabino Puche, si mantendrá con García Anguita el mismo nivel de relación de entendimiento para repartirse los poderes, como ha hecho con De Moya. De todas maneras en la nueva situación el político baezano tiene todas las de perder, parece que va siendo hora de que suenen los tambores de retirada.

Fernández de Moya se ha ido por la calle de en medio, ha escogido, como propuesta suya, a los alcaldes de Santisteban del Puerto, Juan Diego Requena, y de Los Villares, Francisco Palacios Ruiz, para presidente y secretario general. De modo que está por ver qué candidaturas deciden optar finalmente para el congreso provincial. Hace unos días incorporé el nombre de Miguel Segovia y no crean que se trataba de un simple brindis al sol, sino que he escuchado a muchos militantes, sobre todo de la capital, pedirle al recordado concejal en el Ayuntamiento de Jaén, que se mantiene activo políticamente, con sus señas de identidad, “pienso, luego estorbo”, que es una crítica a quien quiera recogerla, que dé un paso hacia adelante y opte a la presidencia provincial.

De cualquier manera la opción que en este momento lleva un poco la delantera es la alternativa de los alcaldes rebeldes, encabezados por el regidor de Porcuna, Miguel Moreno Lorente, que me parece un señor solvente, por algo gana las elecciones en su pueblo por goleada y tiene clase y firmeza, porque no le han importado las zancadillas, ni se ha asustado por las uñas y dientes que le han enseñado los directivos del partido y todo el coro de voces que tan bien se encuentran en los aledaños del poder. Moreno se ha reafirmado hoy mismo en que encabeza un proyecto ilusionante y lo único que se atreve a pedir, se presente quien se presente, es que haya lealtad, no se recurra a los insultos y las amenazas y en definitiva se trate de un congreso limpio. Le une con García Anguita el deseo que ambos han expresado con rotundidad de que desean congreso de elección directa por la militancia, es decir, “un afiliado, un voto”, de modo que quien gane sea la democracia interna. 

Dicho todo lo cual, no me alegro de lo malo que le pase al PP. Por el contrario deseo que la provincia recupere a un Partido Popular fuerte y muy dispuesto en un momento crucial para ganar el futuro, y si es posible con una nueva orientación, mejor. La etapa de Fernández de Moya, por sus características personales y políticas tan definidas, ha sido muchas veces de defensa de lo indefendible y de confrontación pura y dura. 

En fin, como en la novela de Miguel Delibes, José Enrique Fernández de Moya es un príncipe destronado. Muy a su pesar. Y en parte por no haber sabido leer bien los tiempos y armar el revuelo que se ha vivido en las últimas semanas, provocando una situación conflictiva y de alta tensión en el partido, de la que es el máximo responsable. Debería haber leído a Julio César cuando según la leyenda dijo aquello de “cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente”. Y es que De Moya es un personaje valioso, no lo pongo en duda, pero él es su principal enemigo, y este momento tan especial de su organización en Jaén se le ha ido de las manos. Muchos lo ven, pero él no, de hecho esta tarde ha dejado claro, pienso que en un signo de despecho, que “no he renunciado, se me ha aplicado la incompatibilidad de los estatutos”. Y, algo más sorprendente. Para demostrar que al mal tiempo buena cara y que su autoestima no sufre un ápice, ni está dispuesto a presentarse ante la opinión pública como un derrotado, se ha hecho fotos con los suyos ante la Catedral. Este es Fernández de Moya en persona. Genio y figura…

 

Foto: En la imagen superior, José Enrique Fernández de Moya con Juanma Moreno y Miguel Ángel García Anguita. En la inferior, Miguel Moreno Lorente, Juan Diego Requena y Francisco Palacios.

  

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