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Por ANTONIO GARRIDO / No me resisto a dedicar unas líneas a Felipe López García, que ha dado un paso atrás con 43 años a sus espaldas de una etapa política que inició como concejal en su pueblo, Alcalá la Real, y que ha culminado como parlamentario en representación del PSOE en el Parlamento de Andalucía. He repasado mentalmente su trayectoria, es decir, su paso por las diferentes ocupaciones y cargos que ha asumido durante tanto tiempo, y llego a la conclusión de que en efecto no todos los responsables públicos son iguales y que en su caso, aunque por naturaleza tendemos a tener mala memoria, algunas de las decisiones que nacieron de su voluntad política, se mantienen en el tiempo y son grandes activos para la provincia.

En las coincidencias y también en las discrepancias, porque ha habido lugar para todo, siempre he reconocido su altura de miras y su deseo de construir y de tender puentes, no solo en su partido, sino con los adversarios políticos, como en algunas ocasiones hemos visto, si bien la suma de esfuerzos en pro de esta provincia no ha sido posible tantas veces como la sociedad lo hubiera deseado, porque los intereses partidistas lo han impedido, pero Felipe López fue en todo momento un adelantado en esa dirección. Si he de ser sincero, en la única etapa en que me ha sorprendido y no precisamente para bien, ha sido en esta última como parlamentario en la Cámara andaluza, es en la que he visto a este reconocido político con un tono más crispado, desconocido para mí, cierto que ha elevado al Parlamento mensajes contundentes en relación con la provincia, como era su deber en la oposición, pero en otras oportunidades ha tenido que lidiar con incumplimientos del propio PSOE en sus años de gobierno, en definitiva en toda su biografía ha estado acostumbrado y cómodo en la gestión y se le ha debido hacer más cuesta arriba encontrarse durante toda esta legislatura recién acabada en un papel en el que no estaba tan entrenado, porque la oposición también es una buena escuela.

Todo lo anterior no es óbice para que se le tenga el tributo que merece a tantos años de dedicación a la vida pública, de este psicólogo de formación, que inició a los 25 años como concejal en el Ayuntamiento de Alcalá la Real, desde las primeras elecciones democráticas del año 1979, para pasar en el año 1987 a suceder a un regidor emblemático como fue el alcalde José Marañón. Felipe López fue el gran alcalde que en esos momentos necesitaba Alcalá y como tal se le recuerda. De ahí dio el salto a la política nacional, diputado en el Congreso, pero pocos años después, en 1995, desembarcó de nuevo en el ámbito provincial para hacerse cargo de la presidencia de la Diputación, en la que se mantuvo por un periodo de 15 años. A continuación fue requerido para representar a la Junta como Delegado del Gobierno en un periodo más breve, acto seguido cubrió otra etapa en el Senado y en 2015 fue llamado por Susana Díaz para hacerse cargo de la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía. Hasta que tras las últimas elecciones autonómicas, el PSOE pasó a la oposición y se ha mantenido como parlamentario por su grupo.

Ahora abandona la política activa, o la política lo abandona a él, que para el caso es igual, al menos como la ha desarrollado hasta el momento, y se va a dedicar en cuerpo y alma al ámbito local, donde hace poco ha sido elegido secretario general del PSOE alcalaíno, con lo que vuelve a sus orígenes pero ya sin otras expectativas que las de trabajar por su pueblo y volcar en él toda la experiencia acumulada a lo largo de su paso por las distintas responsabilidades.

Del Felipe López que yo he conocido durante todos estos años, y al que he seguido puntualmente, con una relación cordial y respetuosa, siempre me quedaré con el que creo que fue su capital más valioso, su perfil de político moderado, dialogante, que abrió de par en par las puertas de la Diputación Provincial, cargo en el que fue más él mismo. No voy a hacer una relación pormenorizada de sus logros, pero se debe saber que en su mandato se inició todo el proceso para promocionar fuera de Jaén y en el mundo las grandes fortalezas de la provincia, sus recursos y su riqueza, desde el aceite a los monumentos, los atractivos turísticos (incluido el slogan de Jaén, Paraíso Interior, etc). Su objetivo fue el de colocar a la provincia en el mapa, dentro de España y allende las fronteras. No me quiero olvidar, porque está muy reciente su 63ª edición, que también consolidó plenamente el Premio Jaén de Piano, que hasta entonces presentaba algunas lagunas en su organización y fue él quien le proporcionó estabilidad y una dotación de acuerdo con su prestigio internacional. Trató de ser siempre un interlocutor válido y no solo no hizo enemigos, sino que en esos quince años al frente de la Corporación Provincial movilizó sinergias, estuvo al servicio de los ayuntamientos, mantuvo saneadas las cuentas de la administración, e impulsó acciones como la Institución Ferial y dentro de ella ferias como Expoliva, con la que estuvo muy volcado en todo momento. En la mayor parte de este patrimonio político ha continuado su labor el actual presidente, Francisco Reyes, justo es reconocerlo, pero en el haber de Felipe López, en su carisma y en su talante hay mucho que valorar y es de estricta justicia hacerlo en este momento.

A los políticos, como a los demás mortales, hay que juzgarlos, por sus hechos, por sus obras. Es cierto que de haberse cerrado en su etapa como consejero la puesta en marcha del dichoso tranvía, que era su prueba de fuego, y estuvo a punto (cómo no recordar la famosa foto a tres de Felipe López, Francisco Reyes y Javier Márquez), y se hubiera avanzado en la tan deseada autovía de Torredonjimeno a El Carpio, entre otros proyectos en lista de espera, hoy tendríamos que enfatizar aún más sus logros, pero se entiende que hay cuestiones que sobrepasan a los consejeros, y tendríamos que pedir cuentas a la presidencia, en su caso a las órdenes de Susana Díaz, que tanto quería a Jaén que llegó a olvidarse de que existíamos.

En resumidas cuentas, uno de los pocos buenos políticos que hemos tenido, de los que mejor conocen la realidad de Jaén por sus propios cometidos, y que desde mi modesta opinión ha superado el listón al que estamos tan acostumbrados, bien merece en este momento de la despedida de la primera fila, una expresión de recuerdo y gratitud de quien no le debe absolutamente nada, pero que tengo siempre la tentación de ser justo y honesto con quienes por encima de todo son personas que optaron por dedicarse al servicio de los intereses de esta tierra, y merecen ser tratadas como tales.

Foto: Felipe López, durante una de sus numerosas intervenciones en el Parlamento de Andalucía, que ha sido también su lugar de trabajo durante los casi ocho últimos años, primero como consejero y después como diputado.

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