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Pasado el congreso regional del PP se ha iniciado la cuenta atrás para el cónclave provincial que se va a convocar para el mes de mayo. Es verdad que tras la intervención de Juanma Moreno las dos partes que van a luchar por obtener el poder del partido en esa cita guardaron sus espadas y si trabajaron, que lo hicieron, fue de manera sigilosa y sin publicidad de por medio. Ahora ya no, no se ha convocado aún el congreso y se están poniendo todas las cartas sobre la mesa.

No me ha sorprendido que a nivel de alcaldes y presidentes locales se hayan decantado hacia una u otra opción, en cambio sí considero un tanto imprudente y fuera de lugar el pronunciamiento del grupo popular en el Ayuntamiento, al completo, encabezado por el alcalde, dando todo su apoyo a José Enrique Fernández de Moya. Aunque solamente fuera por estética se tenían que haber escogido otra vía, para no dar por hecho que el actual presidente provincial del PP y candidato a la reelección es de facto, quien manda en el Ayuntamiento, con lo cual Javier Márquez ha perdido una oportunidad de oro para ponerse en su sitio como empezó haciendo al llegar al Consistorio, actitud que poco a poco ha ido cambiando y la suya es una adhesión inquebrantable a su amigo y mentor. que puede ser normal pero a veces resulta algo antipática.

Es sorprendente tal unanimidad en el equipo de gobierno, con el añadido del exalcalde Alfonso Sánchez Herrera, que hace muy bien en apoyar lo que estime por conveniente pero que en sus circunstancias debería posicionarse en un nivel más neutral, aunque por otra parte es comprensible su postura. Lo que nos parece meridianamente claro es que Fernández de Moya no solo ha conseguido el plácet de la dirección nacional del partido para algo que es excepcional en los estatutos, sino que va a ir a este congreso con el interés y el coraje de un principiante. Cualquiera que lo conozca bien sabe que no entraría en sus planes aceptar una derrota, por eso ha movilizado a Roma con Santiago, a todo el aparato del partido, especialmente todos aquellos que le deben favores políticos, para asegurarse un resultado que le permita salir triunfante y como a él le gusta, en olor de multitud, para exhibir ese trofeo ante quien corresponda, el primero de todos, Mariano Rajoy.

Es verdad que se trata de una situación interna del Partido Popular y que sus cargos representativos y militantes tienen que dirimirla, pero me produce una sensación desagradable que la gente que apoya a Fernández de Moya pretenda exhibir ese poderío y esa fuerza para arrasar sin contemplaciones, a una candidatura alternativa liderada por el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, quien con los estatutos en la mano posee toda la legitimidad para aspirar a presidir una organización política en la que lleva militando muchos años y que entiende que no es patrimonio de nadie, tampoco de Fernández de Moya. Y a pesar de que la actual dirección ha salido en tromba para rendirle pleitesía al jefe, lo cierto es que Moreno ha logrado una cantidad de apoyos que al menos debería hacer reflexionar al actual presidente y haber tratado desde el principio de promover la unidad que, a estas alturas, me parece absolutamente improbable, es más, la división del PP jienense la entiendo más que certificada.

Nada nuevo bajo el sol. En la vida de los partidos políticos, y ha ocurrido en todos, hay ocasiones en las que una serie de militantes se rebelan mientras existe una gran mayoría silenciosa que acata y si expresan críticas las hacen a cubierto para que no lleguen a los oídos de los que mandan. Desde luego son perfectamente entendibles los reproches de quienes han promovido una alternativa, otra cosa es que quienes se encuentran bien instalados en las instituciones o en los aledaños del poder quieran o no reconocerlas, pero la más evidente son las listas electorales que están vetadas para militantes que creen tener derecho a ser incluidos en ellas, mientras persisten situaciones que no se pueden entender por mucho que se intente.

Creo finalmente que el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, y los alcaldes y organizaciones locales que le han dado su apoyo, merecerían, por lo menos, un respeto en las formas y no lo que ha empezado a producirse hoy, una desmedida puesta en escena que no es respetuosa ni con las personas ni con la democracia que debe regir los principios de un partido político, y en este caso es que por la trayectoria de la organización a la que nos referimos, no lo vendría nada mal una bocanada de aire fresco, con independencia de quien salga elegido, que esa no es la cuestión, para no causar más daño al proyecto político.

No sé qué pensará de esto el alcalde de Porcuna por el PP, que se ha ilusionado y tiene todo el derecho a hacerlo. En su lugar tendría dos opciones, a elegir. Una, no dar marcha atrás y llegar hasta el final, con serenidad y fortaleza, para dar una lección de democracia, aunque salga del congreso como perdedor. Otra es que mañana mismo decida asumir que en estas circunstancias no merece la pena competir y se retire impotente y como una víctima más del rodillo del poder en estas organizaciones en las que algunos llegaron un día con la idea de perpetuarse. Ganarle a Fernández de Moya es muy difícil, casi imposible, antes lo dije, el hoy secretario de Estado y presidente del PP provincial se tiene en tal consideración, tiene en tan alta estima la adhesión del partido, que la palabra fracaso no forma parte de su vocabulario. Es lo que hay.

Foto: José Enrique Fernández de Moya. 

 

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