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En este momento de la vida de la ciudad de Jaén hay un saludable movimiento ciudadano por muchas cuestiones, en cambio me da la impresión de que en gran medida se ha perdido el clamor que hace unos años se manifestó en torno a la declaración de nuestra Catedral como Patrimonio de la Humanidad. No sé qué ha pasado, si ha sido la larga espera la que nos ha decepcionado, o que faltaba quien encabezara este proyecto en el que muchos pensamos que se arrojó la toalla precipitadamente sin agotar todas las posibilidades. Este tipo de aspiraciones cuestan, si no que pregunten en Úbeda y Baeza, pero la inacción no conduce a ninguna parte. Eso sí, a falta de movilización social sí se cuenta, por fortuna, con una importante apuesta desde el ámbito científico y es la Universidad de Jaén la que ha mostrado su empeño en liderar esta conquista.

Para eso celebraron en su día dos simposios con el título de “La Catedral a examen” para tratar de todos los aspectos posibles sobre la seo jienense, con un grupo de expertos de reconocida solvencia. En estas sesiones de trabajo, los especialistas ya demostraron fehacientemente, y bien que nos alegra este pronunciamiento tan contundente, el carácter internacional de la Catedral, que fue uno de los argumentos que puso en cuestión la Unesco en un informe sobre el expediente, que no nos convenció en absoluto y que el tiempo viene a demostrar que tuvo muchas lagunas y que más bien daba la impresión de que desde el principio no se quiso atender esta legítima demanda de Jaén, motivo por el que tenemos el deber de insistir al menos para que se haga justicia y no se den por verdaderos supuestos que no son ciertos.

Pues bien, en la noche del lunes se presentaron en la Sacristía Mayor de la Catedral, un hermosísimo recinto, los dos libros que ha publicado la editorial de la UJA y que son el mejor aval para aspirar a la anhelada declaración. Hay que ser agradecidos con la Universidad que ya creó la Cátedra Andrés de Vandelvira y que ahora hace este regalo a la ciudad, en dos libros imprescindibles, un trabajo en el que se han implicado de manera muy especial los profesores Pedro Galera y Felipe Serrano, dos grandes conocedores de todos los secretos del monumento, que con el deán de la Catedral, Francisco Juan Martínez Rojas, intervinieron en el acto que congregó a muchos jienenses que tienen demostrada su admiración hacia el primer templo jienense. Ha sido la Universidad la única institución que ha movido ficha, bien es cierto que el Ayuntamiento cuando lo presidía Javier Márquez, delegó en ella este primer trabajo tan imprescindible. Ahora, la nueva Corporación, con Julio Millán al frente, sí parece decidida a iniciar el camino del nuevo expediente y concitar en torno al mismo el mayor consenso posible.

De vez en cuando los portales de viajes en internet, nos recuerdan que en Jaén tenemos una de las catedrales más bellas de España. No es la primera vez que ocurre y el monumento jienense siempre se queda entre la selección de los más admirados y reconocidos. A nosotros nos llegan los ecos y se llenan de “me gusta” y de “compartir” las redes sociales, pero ahí se queda la cosa, desde hace unos años, exactamente cuando nos llegó el jarro de agua fría de la Unesco, negando en ese momento la declaración como Patrimonio de la Humanidad, parece que nos olvidamos de ese sueño. No digamos el Jaén oficial que cuando actúa es tantas veces por la presión ciudadana, y como normalmente es tan elemental, aquí no se mueve nada y cualquier iniciativa se viene abajo lenta pero inexorablemente.

Aparte de inyectar optimismo en la ciudad, la Universidad no solo es buque insignia, sino que ha creado la Cátedra Andrés de Vandelvira y el Renacimiento jienense, con el objetivo de potenciar, relanzar y desarrollar nuevas iniciativas relacionadas con algo tan importante, que puede ser un elemento de referencia y de visibilidad para nuestra provincia. Por lo demás lo lógico sería que estuviera funcionando una comisión de trabajo de manera permanente, como la hubo en su momento, y que se hicieran propuestas, se llevara a cabo una continuada movilización de colectivos e ideas, todo lo que pudiera surgir con tal de ir alimentando una ilusión, sobre todo porque muchos pensamos que objetivamente hay razones de sobra para que la Catedral sea Patrimonio de la Humanidad, y hay muchos expertos de gran categoría que han calificado a nuestro gran monumento como una “pieza espléndida”. Muchos visitantes al conocerla se quedan asombrados al comprobar que en Jaén, donde seguramente no se lo esperaban, hay una Catedral tan majestuosa.

La Catedral de Jaén es una de las cuatro catedrales del Renacimiento que se levantaron en Andalucía Oriental tras la conquista del reino nazarí de Granada, y se viene considerando por la historiografía artística como la más perfecta plasmación de un tipo arquitectónico que responde al ideal estético de los templos catedralicios defendido en la España del siglo XVI, que en este caso se mantiene de forma sorprendente en sus líneas estructurales hasta el final de su conclusión, dos siglos después de haberse comenzado. Tiene su correlato con las catedrales realizadas en América, a partir del siglo XVI, por lo que se vienen realizando estudios comparativos acerca del viejo debate planteado por los historiadores sobre la transposición del modelo hispano a Ultramar.

Dicho esto, cualquier comisario que pudiera venir a visitarnos, como en su día lo hizo el no muy bien recordado señor Pierre Coullaut, el evaluador de nuestro desengaño, tendría que advertir como primera providencia, el entusiasmo colectivo como absolutamente imprescindible para que se haga realidad el objetivo, aparte, claro está, de cuidar el entorno de una vez por todas, que por unas razones o por otras sigue estando deplorable, aunque alabamos las obras que el Ayuntamiento ha acometido en calles próximas, como la Carrera de Jesús.  Pero dicho de otro modo, esto hay que trabajarlo, ser declarada Patrimonio de la Humanidad no se hace ‘gratis et amore’, porque exige un planteamiento y una imagen. Sería triste que se desvanezcan del todo los sueños. El escepticismo se ha contagiado, y hasta los que fueron los primeros en felicitarse por la buena nueva, son ahora del gremio de los pesimistas, visto lo visto, es decir, la desgana que, salvo el caso bien elocuente de la Universidad, acompaña al proyecto.

En resumen, lamento que estemos faltos de una infraestructura aunque sea mínima que soliviante a la ciudad con iniciativas, con un programa de actividades, con artículos, conferencias, encuentros populares, con la implicación de los colectivos más dinámicos, que los hay, en definitiva con el compromiso de no bajar la guardia ni un solo instante hasta que se vuelva a pedir de nuevo formalmente el pronunciamiento de la UNESCO. Si no somos capaces de actuar con el empeño de perseguir este anhelo, lo mejor es que desistamos, porque de esta manera nunca lo conseguiremos. Además se pone a prueba nuestra capacidad como pueblo, porque si se lleva a cabo el reto, esta vez hay que hacerlo en solitario, la opción con Úbeda y Baeza, mal que nos pese, no llegó a cuajar porque ambas ciudades exponían mucho al unirse al proyecto de Jaén y podían ir en contra de su propio logro. 

Y por último, claro está, felicitar a la Universidad de Jaén que, en ausencia de otros actores como Junta, Ayuntamiento, incluso la Diputación, Administración central y entidades culturales y sociales, etc., se puso al frente y asume un papel de impulsor del expediente, sin duda una buena noticia porque no hay mejor manera de vencer la desidia que con la acción y el compromiso, con protagonismos solventes que pueden colaborar en esta tarea y sacarnos a todos los castañas del fuego. En lo que estaremos de acuerdo es en que Jaén necesita este tipo de satisfacciones para alimentar su orgullo y autoestima, que siguen estando en horas bajas. Por cierto, ya hemos visto y tomado nota del entusiasmo que puso la Junta para apoyar la declaración para Medina Azahara y es motivo para alegrarse, porque se involucró por entero. En el caso de Jaén sí hay que lamentar que nunca mostró parecido interés, ni por asomo, respecto a nuestra Catedral. Ay, esas varas de medir en las que Jaén siempre sale perdiendo!

Nunca nos perdonaríamos no intentarlo. Si nos sirve de algo, miremos hacia las dos ciudades renacentistas jienenses que por ser Patrimonio de la Humanidad se han puesto en el escaparate y es un placer comprobar el cambio que han experimentado. Esto es lo que queremos para Jaén.

Foto: Felipe Serrano, Francisco Juan Martínez Rojas y Pedro Galera, en la presentación de los dos libros sobre la Catedral de Jaén, en ,la Sacristía Mayor del primer templo de la diócesis.

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